«Nadie nos va a parar», «Estamos aquí para la batalla ideológica», «No vamos a permitir que destruyan España», «No tenemos miedo a nada» y muchas frases como las anteriores han sido proferidas por los «valientes» dirigentes de Vox a lo largo de los últimos años. Ahora van pidiendo árnica porque les han tirado unas piedrecitas en Sabadell —bloques de hormigón según los propios voxeros— y les han amenazado los zarrapastrosos de la CUP. ¿Dónde queda la valentía y el sinmiedo?
Para decir «Ni las Iglesias serán mezquitas. [Cuando se refiere a los edificios «iglesia» se escribe con minúscula, solo cuando se refiere a la católica, apostólica y romana es con mayúscula, que ni esto saben] Ni los ilegales o yihadistas entrarán en España. Ni se dejarán de ejecutar las órdenes de expulsión» hinchan el pecho, como para las fotos, pero luego se rajan a las primeras de cambio. Es como lo del reportero ese, ¿Mondogo?, que le apartan la mano y parece el balón de playa rodando por el suelo.
Santiago Abascal, quien ha intentado difundir la imagen de valiente y chulo tres pistolas, ha salido llorando por redes sociales porque han amenazado a Ignacio Garriga las gentes de la CUP, que tienen media hostia o un soplido fuerte , con agresiones y enseñarle las bragas de una de sus dirigentes. Amenazándoles con una pastilla de jabón igual los echaban para atrás. O con un libro en español. Tampoco es para preocuparse. Lo más gracioso es que ha llorado el valiente a Pedro Sánchez y le ha señalado como culpable si es que les pasa algo. Y todo porque, se supone aunque más bien es inventado por el cerebro infantil de Abascal, los suelta y libera de la prisión para que sigan amenazando a los pobres voxeros. ¿Con todo lo que viene haciendo Sánchez para que Vox crezca y ahora se lo paga así?
Todo esto, que no deja de ser un poco teatral, esconde la típica actitud de valiente de boquilla. Los de Vox son los más cansinos de España, por no decir de Europa, en redes sociales acosando a cualquiera que les contradiga. No dejan títere con cabeza. Pero al final acaban llorando y huyendo con el rabo entre las piernas —¿rabo diabólico?—, cayendo en el victimismo más ramplón de todos estos tarúpidos políticos que nos está tocando aguantar a los españoles. Uno los lee en las prensa o los escucha es sus programas y piensa que van a quebrar el adamantium con solo mirarlo, pero resulta que son tan mierdecillas como los demás.
¡Que son los de la CUP no los batasunos! A los batasunos basta con un grupo de flechas de Falange para hacerlos correr, también es cierto. El macho voxero pierde toda la fuerza por la boca, algo que se comprueba allí donde están en coalición o apoyan un gobierno pepero desde fuera. De lo propugnado, nada. Se hacen caquita pero sacan pecho porque han paralizado un folleto de dibujitos. Y ¿esta es la derechita valiente?