La deuda pública puede ahogar la prosperidad de un país, al igual que un endeudamiento excesivo puede llevar a la quiebra a una empresa o a una familia. Esto es un elemento de sentido común que muchos gobiernos no aplican y llegan a niveles de endeudamiento irresponsables que, finalmente, redundan en el bienestar de la ciudadanía.
Así ocurrió tras la crisis global de 2008, donde la crisis de deuda soberana llevó a muchas de las principales economías desarrolladas del mundo a aplicar políticas de recortes que los ciudadanos de esos países aún están sufriendo. No se trata sólo de pagar el principal de esa deuda, sino de los intereses que van asociados.
Un ejemplo muy claro de cómo la deuda puede terminar con la prosperidad de un país está en Puerto Rico, donde una serie de políticas irresponsables alentadas por un banco internacional terminó en quiebra técnica.
El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, sabe que la gestión del cambio prometido al pueblo pasaba irrenunciablemente por una reducción masiva de la deuda pública sin que afectara al bienestar de su ciudadanía. Su experiencia como empresario internacional le hacía analizar perfectamente las cuentas del Estado y verificar que había margen de reducción de deuda y, sobre todo, que una política responsable, ética y transparente no debía ir acompañada de acudir a los mercados de manera recurrente.
Por otro lado, Abinader sabía perfectamente que, en medio de la crisis económica global provocada por el Covid-19, la economía dominicana sólo podía recuperarse a través de la reducción drástica de la deuda que dejaron como herencia Leonel Fernández y Danilo Medina. Empezó a trabajar y los resultados positivos están ahí, con unos niveles de rebaja del endeudamiento que asombran al mundo, sobre todo si se tiene en cuenta la situación económica mundial.
En agosto de 2021, en su discurso del primer aniversario como Jefe del Estado, Luis Abinader fue contundente y claro, no dejó lugar a dudas ni a interpretaciones. El PLD había dejado una bomba de relojería para la economía dominicana que estaba lastrando las posibilidades de prosperidad del pueblo.
El PLD gobernó a base de un endeudamiento salvaje por encima de las propias posibilidades del país y lo dejó en una situación, no de bancarrota, pero con unas obligaciones de pago que están retrasando las posibilidades que Abinader anunció que tenía el país cuando llegó al Palacio Presidencial en agosto de 2020.
«Es preciso señalar, para que el pueblo dominicano se entere, que la política de endeudamiento indiscriminado practicada por los gobiernos anteriores generó obligaciones de pago del capital en nuestra gestión por un monto de 4.767 millones de dólares. Y si a esto sumamos los intereses de dichos préstamos, el monto que nuestra administración ha tenido que pagar de deudas que no ha contratado, y en medio de la peor crisis que jamás hayamos vivido es de un total de 7.340 millones de dólares. Para que quede claro, cerca del 60% de la deuda que hemos tenido que contratar ha sido para honrar compromisos asumidos por otros gobiernos. El pasado que hoy nos pide explicaciones, son quienes tienen que darlas», afirmó Abinader dando un ejemplo de transparencia y, además, de reclamar la asunción de responsabilidades por parte de los culpables. Esa situación era insostenible y cualquier otro presidente la habría aprovechado para implementar políticas de recortes sociales que iban a afectar al estado del bienestar del pueblo.
Un informe del Fondo Monetario Internacional demuestra cómo Abinader está reduciendo deuda en porcentajes inéditos en el mundo y ha colocado a República Dominicana muy por debajo de los niveles de países como Estados Unidos, España, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, China, Japón, Canadá, Brasil, Colombia, Argentina o Costa Rica.
En concreto, según el FMI, cuando Luis Abinader llegó al poder, los niveles de deuda pública de República Dominicana se situaban en el 71,5% del Producto Interior Bruto (PIB). En 2022 ese porcentaje se ha reducido significativamente al 59,4%, con una previsión del propio FMI de que, en 2024, esa deuda se haya reducido hasta el 56%.
Estas cifras suponen miles de millones de dólares que repercuten en el pueblo dominicano y que dan muchas más herramientas para que el Estado invierta en políticas sociales que ya están siendo implementadas y con un resultado positivo de aplicación inmediata.
Por otro lado, el hecho de tener que pagar menos intereses en un escenario de incremento de los tipos de interés por parte de los principales bancos centrales del mundo y de una inflación desbocada a nivel mundial, no sólo en República Dominicana, tiene como consecuencia que el Estado disponga de más recursos económicos.
Los datos del FMI también demuestran lo que ha sido la gestión de los gobiernos de Leonel Fernández y de Danilo Medina. Cuando el PLD llegó al poder en 2004, los niveles de deuda de República Dominicana estaban en un 34,3% y, tal y como indicamos anteriormente, se situaron en un 71,5% cuando abandonaron el Palacio Nacional.