Entre los principales derechos humanos se encuentra el de la vivienda, es decir, un espacio adecuado en donde se pueda vivir protegido de las lluvias, el viento, el sol, en general de todo lo que de una manera u otra pueda perjudicar la salud de las personas. Sin embargo, no todos pueden contar con una residencia digna de su propiedad y en ocasiones, ni siquiera de alquiler.
Con el paso del tiempo se ha tornado más difícil adquirir un domicilio, debido al incremento del precio de los materiales de construcción, la pérdida de empleos que se produjeron durante la pandemia del Covid19 y otros efectos que han surgido con la demás crisis global.
En República Dominicana, el presidente Luis Abinader sigue poniendo su gestión al servicio del pueblo, facilitándole a los ciudadanos poder obtener su propia vivienda. Prueba de ello es la entrega de 144 apartamentos integradas en el Plan Nacional de Vivienda Familia Feliz.
Se trata de un modelo que ofrece facilidades a las personas de menos recursos económicos. Para ello, el gobierno dominicano destinó aproximadamente 2 millones de dólares en bonos a las familias que obtuvieron su hogar, de las cuales 32 estaban lideradas por mujeres.
Otro paso en positivo que dio el Jefe de Estado dominicano fue introducir dentro de los beneficiaros a 18 dominicanos de la diáspora. Este sector de población es muy importante para la economía dominicana y, en ocasiones, fue abandonado por las autoridades pasadas de Leonel Fernández y Danilo Medina. Esta situación, a día de hoy, va cambiando.
“Cuando visité Nueva York el año pasado asumí el compromiso con la diáspora de hacerles partícipes del Plan Nacional de Viviendas Familia Feliz, por lo que se puso en marcha la ejecución de la primera entrega de unidades habitacionales dedicada a los dominicanos residentes en el exterior”, afirmó el presidente Abinader en el acto de entrega de estos apartamentos.
Se podría pensar que la diáspora no tiene las mismas necesidades que los dominicanos que viven en la República Dominicana, pero se debe tomar en cuenta las consecuencias del COVID y la guerra entre Rusia y Ucrania, resultados que también están afectando a los países en donde ellos residen y, por consiguiente, sus posibilidades de obtener recursos también se vieron afectadas.
No obstante, a pesar de la situación de crisis que vive el mundo, los dominicanos residentes en el exterior son clave fundamental en la sostenibilidad económica de las familias dominicanas. Durante la pandemia fue uno de los principales sectores que aportó más ingresos al Producto Interno Bruto (PIB) a través del envío de remesas a sus seres queridos.
La entrega de viviendas a parte de este grupo de población no ha sido la única acción que, en aproximadamente sus dos años de gobierno, ha efectuado Abinader en favor de la diáspora. Es destacable que, además, eliminó el pago de 10 dólares de impuestos que tenían que costear al ingresar al país los dominicanos residentes en el exterior, ya que entraban en calidad de turistas, práctica que se realizó por décadas y fue reclamada por los involucrados para que se detenga, pero al parecer nadie quiso eliminarla, excepto Luis Abinader.
Las acciones en pro del pueblo dominicano no se limitan ahí. Con el Plan Nacional de Vivienda Familia Feliz, en los Altos de la Rivera, parte Este de Santo Domingo, se espera que se construyan 1.456 apartamentos más, que significará un domicilio para la misma cantidad de familias.
El pueblo dominicano sigue cosechando buenos frutos de manos del presidente Abinader. Pero, además, ha llegado la hora de que la diáspora reciba del gobierno dominicano al menos una aparte de lo que tanto ha aportado.