Terminar definitivamente con la delincuencia en los países es una quimera porque no existe ningún método eficaz. Desde el comienzo de los tiempos ha habido delincuentes de todo tipo. Sin embargo, la globalización ha servido para que quienes viven de violar la ley obtengan refugios, sobre todo cuando se habla de la delincuencia de cuello blanco.
Está demostrado que la criminalidad no se elimina a través de la represión. El mejor ejemplo lo tenemos en Filipinas, donde su presidente, Rodrigo Duterte, inició una campaña de asesinatos selectivos que no ha servido más que para incrementar los niveles de violencia.
También está demostrado que la delincuencia, sobre todo la que afecta al ciudadano de a pie, se consigue controlar cuando desde los gobiernos se aplican políticas orientadas al bienestar del pueblo. El silogismo es sencillo: si una familia dispone de empleo, salario o pensión digna, no necesitará robar para poder sobrevivir. Esta premisa también es extensible a si los gobiernos promueven las herramientas necesarias para que, además de garantizar la subsistencia, exista un escenario de escalada en el nivel social, entonces no habrá que recurrir a los ingresos fáciles del narcotráfico o de la trata de personas.
Esto lo sabe muy bien el presidente de República Dominicana, Luis Abinader y, por ello, está realizando una gestión basada en una eficacia que no conculque la ética, los valores humanistas y los derechos humanos que ha logrado que las cifras de criminalidad en su país se hayan reducido en 2021 un 35% respecto a los datos de 2020.
Haciendo una extracción de datos vemos cómo los delitos más violentos, en los que se utilizan armas, están descendiendo de manera significativa. Los homicidios han bajado un 15%, los heridos por arma blanca un 83% o los heridos por arma de fuego un 43%. A esto hay que añadir que los robos de automóviles se han reducido en 2021 un 75%.
Abinader ha conseguido estas cifras sin aplicar un régimen represor y respetando las libertades y los derechos de la ciudadanía dominicana. En resumen, lo que hace cualquier dirigente democrático que se precie de tal nombre.
Para verificar la dimensión de estas cifras hay que compararlas con las de otros países. En España, por ejemplo, según los datos del Ministerio del Interior, el número de infracciones penales, desde el año 2020 a 2021, se incrementaron un 8,4%. Profundizando en los datos, vemos que los asesinatos se redujeron un 11,3%; los robos se incrementaron un 9% y los delitos relacionados con el narcotráfico también subieron un 10% en el último año.
Francia, por ejemplo, comunicó, a través de Gérald Darmanin, ministro del Interior, que en el último año se había producido un incremento de la delincuencia, destacando sobre todo el crecimiento de un 33% de los delitos relacionados con la violencia sexual, los robos de un 5% o de las estafas, con un incremento del 15%.
En Estados Unidos, además, registró recientemente, según los datos de la NHCS, un incremento del 30% de la tasa de homicidios, el mayor aumento en los últimos 100 años. Durante 2021 se registraron 20.658 muertes por armas de fuego y 40.358 heridos por la misma vía.
La lucha contra la delincuencia para garantizar la seguridad y la libertad del pueblo es una de las prioridades de Luis Abinader. De ahí que se haya iniciado un proyecto para la transformación de la Policía Nacional y una reforma sobre la seguridad privada. Además, se han realizado campañas muy potentes para intentar sacar de la circulación armas de fuego ilegales. El mejor ejemplo de ello fue «Mi país seguro», un proyecto piloto que en apenas dos meses logró sacar de la circulación casi un millar de armas ilegales.
Lo mismo se podría decir de la lucha contra el narcotráfico. Sólo en el último mes, la Dirección Nacional de Control de Drogas ha incautado importantes alijos de diferentes estupefacientes, como el conseguido aprehender el pasado 30 de enero en la provincia de San Pedro de Macorís y el Puerto Multimodal Caucedo.
Por todos estos datos, resulta sorprendente la reacción de algunos gobiernos al afirmar que República Dominicana es un país peligroso cuando, en realidad, los resultados de la gestión de la seguridad ciudadana que está haciendo Luis Abinader son la mejor muestra de que la labor de este gobierno está dando unos resultados espectaculares en apenas un año y medio desde que llegar al poder.