Como se dijo en un artículo anterior, hay que evitar dar publicidad a Vox utilizando su nombre, a pesar de la crítica que se les pueda hacer. De ahí que se use para el titular el calificativo que están comenzando a utilizar muchas personas en las redes sociales, verdadero caldo de cultivo del partido de extrema derecha. No se asusten entonces y piensen que hay un nuevo partido o plataforma electoral que se llama así. Entrando en la materia del artículo, asombra comprobar cómo el efecto de Vox no sólo no se ha calmado como algunos sociólogos y politólogos aventuraron, no sólo no bajan sino que en muchos de los sondeos de opinión que se vienen publicando los ultras aumentan su número de potenciales votos. Si se tiene en cuenta que ahora la mayoría de las empresas poseen datos anteriores para definir los perfiles y sonsacar del voto oculto aquel que se dirige hacia las huestes de la extrema derecha, es un buen momento para preguntarse ¿por qué ese voto se mantiene y aumenta en la mayoría de España?
Hasta el momento se sabe que en Cataluña y en Andalucía el voto a la extrema derecha aumenta. Se dan dos salvedades como son Galicia y País Vasco donde no obtendrían representación pero sí se observa un aumento del voto. Insuficiente pero aumento, al menos en las encuestas. ¿Hay tantas personas de extrema derecha en España? Seguramente muchos de ustedes conozcan a personas que votan a Vox y que, más allá de su tendencia de derechas, no sean personas con una personalidad autoritaria, ni contrarios a la democracia, ni franquistas en sí. Por eso es curioso que ese voto siga subiendo a la par que el PP fagocita a Ciudadanos. Evidentemente, el voto a Vox es un voto perdido por el PP, pero también hay mucho cabreado que ha votado (según el CIS) como mecanismo de protesta. ¿Cuáles son las causas de ese aumento del voto?
Hipótesis 1. En España hay más nostálgicos del franquismo de los que se piensa. Sin duda hay muchos nostálgicos pues una dictadura, sea del tipo que sea, no se sostiene tan sólo con represión sino que el componente ideológico es fundamental para sostener todo el entramado autoritario. Esa ideología difundida por los aparatos ideológicos en el Estado deja impregnadas consciente e inconscientemente a muchas personas, las mismas que ahora pueden sentirse atraídas por el movimiento de extrema derecha y que han transmitido parte de esa cultura a sus descendientes. Aun así, esta tesis es la que mantendría alguien como Miguel Urbán, nunca se han manifestado esos nostálgicos en la misma cantidad en que Vox suma votos.
Hipótesis 2. Hay muchas personas de derechas cansadas de la derechita cobarde. Siendo una mera hipótesis, es verdad que muchas personas pueden haberse sentido huérfanas de más mala leche durante los años del moderado en las formas Mariano Rajoy. Esta hipótesis es la que mantendrían en la actual cúpula del PP y de ahí su giro al aznarismo y a la bronca permanente. El problema es que, por mucho que agiten la bandera de la libertad (habiendo sido los promulgadores de la ley mordaza), en ningún momento desde el partido ultra han hablado de las cosas que hace el PP. Por mucho que exista una maraña de voces que hacen complicado escuchar alguna, el discurso de Vox en estos instantes está muy definido y saben perfectamente a quién se dirigen sus bravuconadas. Xenofobia, guerra cultural, defensa de la unidad de España sin autonomías y turbocapitalismo. En el PP hay voces que pueden defender cosas parecidas, pero no en su cúpula. Algo que tampoco extraña pues son bastante incultos. Y ahí está el problema del PP, que tiene una capa dirigente que no gusta entre sus posibles votantes.
Hipótesis 3. Blanqueamiento del partido por parte de los medios de comunicación de la clase dominante. Sin duda no hay más que blanqueamiento por parte de los medios de comunicación de derechas, incluyendo a El País, como sucedió en el período de entreguerras en Europa en el siglo XX. A la clase dominante, sin duda, Vox no les molesta porque comparte completamente los postulados del capitalismo globalizado y precarizador que está implantándose como ideología dominante. Los capitalistas saben perfectamente, porque lo han probado en países periféricos de Europa como Hungría, que el autoritarismo y el capitalismo son compatibles. No les asusta y les puede servir una extrema derecha como instrumento de viraje del sistema hacia sus posiciones (de derechas evidentemente) y así destruir cualquier intento de rebelión desde la izquierda. De hecho, si se fijan, el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos es bastante moderado y que la agenda política hay virado hacia esas posiciones más hacia la derecha es culpa no de un cambio de mentalidad dentro de la sociedad sino del miedo generado en la élite política anterior. El blanqueamiento ayuda y es instrumento de la clase dominante para favorecer a la extrema derecha.
Hipótesis 4. Algo mal está haciendo la izquierda. Sin lugar a dudas algo estará haciendo mal la izquierda cuando se permite que vire el sistema de valores políticos hacia la derecha. No es culpa de Gobierno en sí sino de ese global que es la izquierda política, intelectual y cultural. Cuando desde Vox se habla de guerra cultural saben perfectamente dónde están y contra quienes actúan. La izquierda, en los últimos tiempos, se ha engarzado a la postmodernidad más obtusa, más idealista y más inane. Encantados con la batalla por la hegemonía cultural, en cierto sentido mal entendida, que propuso Antonio Gramsci y que han desarrollado personajes como Ernesto Laclau, algunos movimientos ecologistas (especistas y veganos especialmente) o el mundo LGTB, han abandonado cualquier tipo de análisis materialista que tenga en cuenta los movimientos estructurales del sistema (lo económico no como número sino como sistema) y las consecuencias subsiguientes. En esa suma, que proponía el sardo, de luchas distintas se ha acabado por diluir la lucha verdadera de la clase trabajadora o las clases populares. No hay tontería del lenguaje performativo, de la invalidación del género, de la disolución de la clase trabajadora o del pesimismo antropológico del globalismo postmoderno macerado en las universidades estadounidenses al que no se sumen. Esto genera una imagen de la izquierda alejada de la lucha de clases y vinculada a rarezas o individualidades egoístas de todo tipo. ¡Si hasta están destruyendo al feminismo con tonterías queer!
Como es obvio cada uno de los que están leyendo este artículo tendrán su propia hipótesis. Algunas serán factible y pensadas, otras no. Pero es evidente, como sucede en Alemania donde la Grosse Koalition ha permitido la subida de la extrema derecha de Alternative für Deustchland al dejar todo el hueco de la izquierda abandonado (hasta la llegada de Die Linke). O como sucede en Holanda, Dinamarca y otros países europeos. El ejemplo de Francia es paradigmático en este sentido. La izquierda clásica (PSF y PCF) prácticamente ya no existe y aumenta el apoyo de la clase trabajadora al partido de Marie Le Pen. Más allá de los nostálgicos, teniendo en cuenta el apoyo de los medios de comunicación (sólo hay que ver los que se han juntado en la asociación de periodistas para acabar con el Gobierno), es necesario que la izquierda no sólo se sitúe a la defensiva (esto facilita la cosas a la clase dominante) sino que sea más atrevida, abandone todas las tonterías postmodernas y se ponga a la lucha de clases. Porque muchas personas que votan a Vox lo hacen porque están cansadas de esa guerra cultural de imposiciones, reaccionarias en muchos casos, y exceso de moralismo de la individualidad. La izquierda debe hacer pedagogía y no apología de inventos estadounidenses. ¿Piensan que EEUU difundiría esas ideas si pudiesen ser dañinas para el sistema capitalista? Evidentemente no. Mientras se ponen a la faena, ya saben, al moco verde ni agua, ni hacerles publicidad salvo las críticas.
Post Scriptum. Cabe hacer una precisión cuasi-metodológica. Si ustedes piensan que en la derecha ni se informan de los debates y teorías que se manejan en la izquierda están muy equivocadas. Bien al contrario de lo que suelen hacer algunas personas de esencia pura de izquierdas, que se autocalifican de intelectuales o analistas, los que están detrás de los políticos de la derecha, leen y analizan los discursos y teorías para poder justamente actuar al núcleo mismo del discurso. Estudian los movimientos y deseos de las clases trabajadoras para lanzarse sobre ellas y conquistarlas. Lo hacen sin inmutarse y con fiereza sabiendo perfectamente lo que dicen y por qué lo dicen. No piensen que son tan estúpidos… como algunos listillos que ejercen de asesores y no las ven venir.