A raíz del artículo de ayer ha habido cierta polémica, que en realidad estaba ya al borde de la calle, sobre los méritos contraídos por el Cholo Simeone y la normalización de que sea él quien decida cuándo y cómo se va. Esa decisión, empero, es lo que se pone en duda si no acompañan resultados y juego, que es lo que los que no tienen intereses espurios debaten. Al final existe un debate sobre el debate: «¿Se puede criticar al Cholo?» aquí todos dicen que sí pero…; «¿Se puede criticar a los jugadores?» también dicen todos que sí pero…; «¿Se puede criticar a la directiva?» aquí salen muchos más diciendo que sí pero…

La clave son los «peros». Se puede criticar al Cholo pero «sin hacer sangre del mejor entrenador de todos los tiempos». Se puede criticar a los jugadores pero «eso de silbarles está muy mal porque llevan la rojiblanca». Se puede silbar a la directiva pero… nadie lo hace y nadie protesta donde es más sonoro, salvo los de siempre que se acuerdan de la usurpación. Cuando menos no la han perdonado. El resultado es que el buenismo tontorrón de la sociedad liberal-autoritaria se traslada al terreno de juego. Rápidamente sale Javier Tebas a poner multas porque a uno le han llamado balón de playa, a una directiva les han llamado cabrones, a otro le dicen tonto y así en todos los partidos y medios de comunicación. Lo que se dice la aniquilación de todo pensamiento crítico… el sueño del Maligno y todos los que son como él.

Ese buenismo de las formas no es más que la demostración palpable de la incrustación de un procedimiento ideológico del sistema donde al que piensa críticamente se le agrede —se le puede agredir por el mismo hecho de opinar distinto y contra lo establecido, como diría Giorgio Agamben es un homo sacer—, y más si no se sitúa en uno de los dos bandos —prosistema ambos— en contienda y que sirven para canalizar las frustraciones que genera el propio sistema. «Es que los cholistas…», «Es que los anticholistas…». ¡Oiga que yo soy del Atleti, ni más, ni menos. No me metan en sus fregados ideológicos buenistas!

Lo mejor para combatir estas disputas es contextualizar los hechos. Simeone es sin duda el más laureado y más ganador entrenador que ha tenido el Atlético de Madrid en su historia. Los datos son los que son. Un 66,4% de victorias en los 742 partidos que ha dirigido. Desde los tiempos de Ricardo Zamora, años 1940-1941, no se lograba una racha tan larga de partidos sin perder (18 partidos). Sólo con Tomislav Ivić se conseguiría algo similar (18), con el añadido de mayor número de minutos de un portero sin encajar un gol como plusmarca mundial de Abel. Además el Cholo ha conseguido las tres mejores marcas de victorias consecutivas hasta dejarla en 14, paradójicamente en años en que tampoco es que se haya hecho gran cosa.

Si se contextualiza, ¿qué es más meritorio lo de Zamora o lo del Cholo? Hay que pensar que en los comienzos de los años 1940s, además del hambre, los traslados eran un martirio para los jugadores por unas carreteras infernales o en trenes desvencijados y con recorridos de un día. Pocos entrenamientos cuando se jugaba fuera de casa y poco descanso. No como ahora que llevan hasta a un tipo que les lee cuentos para dormir. O el porcentaje de Helenio Herrera del 50,45% de victorias entre los años 1949 y 1953 (111 partidos) con unos condicionantes algo mejores que lo anterior pero muy similares, sumándole el hecho de obtener las mismas dos ligas del Cholo, en este caso seguidas con la delantera de cristal, y ante bestias pardas como el FC Barcelona, el Sevilla, el Valencia y algo el Mal. Lo alcanzado por Helenio, sin competiciones europeas, ni buenas, ni de chichinabo, de tres títulos en esos 111 partidos tiene muchísimo mérito.

Algunos dirán que hoy se compite contra dos trasatlánticos, cierto, pero en una Liga donde dos tipos —Messi y el portugués— han estado haciendo entre treinta y cincuenta goles cada temporada jugada. Cuando Escudero o Ben Barek metían veinte goles, aguantando «hostias como panes», tenía mérito la liga, hoy la mitad de los equipos llegan entregados a los partidos con esos dos —algo como lo que sucedía a finales de los 1950s y los años 1960s con el Mal—. En estas ligas actuales el presupuesto es determinante para los resultados en el terreno de juego. Si tienes más presupuesto —algo a lo que ha contribuido el Cholo, sin duda— es más fácil que estés arriba. Lo que hoy sirve de más porque se dan puestos para Champions como churros. Antes o se ganaba o no se iba a la Copa de Europa. Y si quedabas cuarto ni UEFA jugabas. Hoy va a competiciones europeas hasta el sexto o séptimo.

Y llega la comparación, a veces odiosa, con Luis Aragonés. Como jugador ni a los cordones de los botines le llega el argentino. Cuyo paso por el Atlético de Madrid está bastante mitificado pues sólo estuvo tres años pero como formó parte del equipo del doblete parece que hiciese muchísimo. No, en cuanto vio el percal a Italia se marchó. Como entrenador, sin embargo, Luis sólo tiene un 45,63%. Pero claro, la situación no ha sido similar en sus carreras como entrenadores. Si bien el Cholo levantó un equipo muerto, por culpa del palco, la verdad es que ha estado acomodado mucho tiempo con eso de ser tercero y si se podía rascar algo más…

Luis se las veía y deseaba con arbitrajes infames —los de ahora son pellizcos de monja en comparación—, equipos bastante más duros —un Valencia con Kempes, un Bilbao o Real Sociedad con campos infames de charcos y con equipos aguerridos, un FC Barcelona de Cruyff, el Mal mangando como siempre, equipos con defensas graníticas y repartiendo estopa…—, más el comienzo del duopolio —Quinta del Buitre y otra vez Cruyff. Y al final del camino hay seis títulos por ocho, sin jugar muchas veces competición europea por los condicionantes ya esgrimidos anteriormente. Pues a Luis, con todas esas victorias, le caían hostias y broncas en cuanto se descuidaba. ¿Qué tenía más mérito? Porque algún trofeo se ha ganado porque le ha eliminado el Qarabag en Champions. Antes te echaba la Politécnica de Timisoara, pero era a eliminatorias y un día malo… había bronca. Hoy con liguillas es distinto.

Esos «peros» hay que contextualizarlos. Sin duda en una presentación es de inútil silbar a cualquier jugador pero tras un mal partido ¿también? Los buenistas se oponen a ello. Tampoco a los dirigentes porque… más bien ¿por qué no? Destruyeron el templo del Calderón —y sigue habiendo deuda y el equipo tampoco es que fiche superestrellas, que es lo que se prometió… y una vez metida— y ¿ahora hay que dar palmas por el Metropolitano por los juegos de luces, por el centro comercial, la piscina…? ¿Qué me dicen de la ciudad deportiva? Años y años viviendo del alquiler mientras que equipos como el Villarreal, el Osasuna, el Sevilla, el Betis, el Levante y cualquier otro, hasta de segunda división, las tienen desde hace años. ¿Ahora es guay? ¡Vamos hombre!

Ni buenismo, ni perder la memoria, ni dejar de valorar a cada cual según su contexto histórico. Que si se sigue esa senda te dicen que los penes lesbianos es comunismo y que cualquier demagogo de derechas es fascista.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here