No por menos anunciado deja de ser sorprendente la caída de los supuestos constitucionalistas, los de la pureza de sangre institucional, en las elecciones catalanas. Unos por estar camino de la desaparición, y por ende su camino hacia otras opciones políticas en no mucho tardar; otros por seguir por la senda de la insignificancia en ciertas regiones españolas. Ya Albert Rivera había aportado lo suyo al despiece de Ciudadanos, ahora Inés Arrimadas se ha mostrado incapaz de mantener lo obtenido, más en un lugar donde tienen memoria (con tantas elecciones para no tenerla) y recuerdan que no quiso presentarse a la presidencia de la Generalitat, pese a vencer las últimas elecciones, y que abandonó rompiendo sus propias palabras a los catalanes para buscar acomodo en Madrid. En el PP la desgracia es doble, se muestran incapaces de aumentar el voto y/o los diputados con la adenda de superarles la “derechita valiente”. Un fracaso más que apuntar en la cuenta de Pablo Casado.
Ciudadanos ya venía en declive desde hace tiempo y es casi normal el fracaso. Haber laminado a la ganadora de las primarias, Lorena Roldán, para situar a Carlos Carrizosa puede haber servido a muchos votantes para darse cuenta en qué se ha convertido el partido. Pero, se sospecha claramente, que de haber presentado Roldán los resultados no hubiesen sido mucho mejores. Peores es hasta posible porque, tras el cambio de chaqueta de la ex-candidata naranja hacia el PP, se ha demostrado que tampoco arrastraba mucho voto. Un hundimiento que se produce paradójicamente cuando Arrimadas había dejado de ser “la montapollos” y había adoptado el disfraz de mujer de Estado. Cuando era populista y unga-unga sacó sus mejores resultados, ahora que se presentan como un no-se-sabe-qué no-se-sabe-para-qué se hunden.
Algunos se acordarán del veto a Pedro Sánchez, que seguro ha influido porque, visto desde el entorno catalán, un gobierno PSOE-Ciudadanos habría sido menos condescendiente con los secesionistas que el actual gobierno donde hay un vicepresidente segundo pidiendo referéndums ilegales o solicitando indultos a personas que ha subvertido la ley. Es posible que ello haya influido. Como ha influido sostener al PP de la corrupción en numerosas comunidades autónomas, pese a que esto jamás lo aceptarán en Ciudadanos. Lo que si muestra la masacre en votos es que la formación naranja está en proceso de venta y liquidación. Hacia dónde viren los pocos muebles que les quedan se debatirá estas semanas y meses porque tampoco en el PP es que anden boyantes.
Nuevo fracaso de Casado
Golpe en toda la cara al PP de Pablo Casado. No sólo no han aumentado sus resultados sino que han bajado aún más respecto a las últimas elecciones. Con este resultado el PP muy mucho constitucionalista es casi un partido extraparlamentario en dos de las regiones más pobladas de España. Normal que a su presidente les guste disfrazarse de agricultor, de porquero o de pescador, el voto pepero cada vez más es un voto rural. Al mal resultado electoral hay que sumar que la entrada de la “derechita valiente” con 11 escaños supone un guantazo en toda la cara al mitomaníaco que preside en la calle Génova. Nuevamente, el partido ultraderechista les soba la cara delante de todo el mundo en unas elecciones regionales, con la proyección que eso tendrá en el resto de España.
Casado camina de fracaso en fracaso, salvo Galicia y porque allí no le han dejado meter mano, perdiendo elecciones una tras otra. Pese a gobernar en algunas regiones, en realidad, ha ido bajando en votos y escaños durante todas las elecciones que se llevan realizando desde 2019 a distintos niveles institucionales. Una constante caída que sus amigos de los medios de comunicación intentan tapar pero que es cada día más patente. Quien piense que en el PP no va a pasar nada, pese a la cara de tahúr del Mississippi que ponga su jefe máximo, por mucho que mañana comience a insultar a Sánchez, pese a que hagan gracietas todos los días, esto es un llamado a cambiar las cosas. Casado puede estar muy tranquilo porque su carguito está seguro pero concejales, diputados autonómicos o presidentes de diputación pueden estar muy nerviosos por perder sus cargos de aquí a dos años.
Mañana mismo, no lo duden, comenzarán a moverse las fuerzas subterráneas del partido para impedir que casado siga llevándoles a la bancarrota. Si hay tembleque por no vencer en elecciones, peor es que haya un partido que elección tras elección les esté quitando los puestos. Porque una cosa es perder pero aguantar tranquilamente en la oposición (como les sucede a los del PSOE de Madrid, que llevan años viviendo muy bien en la oposición) y otra es perder pero no poder estar ni en la oposición. Y no es culpa de la corrupción sino de la carencia de discurso de Estado, de los cambios de humor casi diarios, de un equipo que da pena y un dirigente máximo que es un hazmerreir, y de una derecha que está echada al monte y se aprovecha de un estado de ánimo político al que el propio PP ayuda a generar. Por cierto ¿eso de llevar de paseo a IDA y el alcalde de Madrid para ganar votos a qué iluminado se le ocurrió?
Como Al Capone hace muchos años masacró a sus oponentes mafiosos, ayer las catalanas y catalanes masacraron al constitucionalismo. Igual cerrar el constitucionalismo a los dos partidos de derechas; igual el establecer cercos y vetos (como en otro tiempo le pasó al PSC); igual no saber ni a qué se está; igual el poner palos en las ruedas a nivel estatal cuando lo peor de la pandemia estaba ahí; igual señalar como totalitarios a los demás; igual todo esto y la incapacidad de unos dirigentes políticos ha propiciado que los votantes hayan utilizado sus Thompson electorales para masacrarles.