Que Andalucía es una tierra de enormes contradicciones lo sabe hasta el apuntador. Que se lo pregunten a insignes andaluces como Luis Cernuda, Antonio Machado o Pablo Ruiz Picasso, sólo por poner tres ejemplos. Dicho sea de paso, los restos de ninguno de ellos reposan en la tierra que los vio nacer. Casi como les ocurre hoy, en claro paralelismo a aquéllos, a decenas de miles de jóvenes andaluces emigrados, con másteres en los bolsillos y repartidos por media Europa y Estados Unidos, que han tenido mil y un impedimentos para emitir su voto este 2-D, un día para la historia de Andalucía, España y la humanidad, parafraseando el lema del escudo oficial autonómico.
Este 2-D no dirime ya sólo si se vuelve a la política de bloques, de las derechas contra las izquierdas, o si se mantiene el statu quo
Pasado, presente y futuro de Andalucía se entrecruzan inexcusablemente con sus peculiaridades este domingo 2 de diciembre de 2018, un día decisivo para el devenir de Andalucía y también de todo el país, que mira de reojo estos resultados como el violinista al director de orquesta para saber qué tempo adecuado darle al acorde.
Este 2-D puede quedar registrado en los libros de historia casi como aquel 4-D de 1977 en que las calles más concurridas de esta tierra, la más poblada del país y la segunda más extensa, se llenaron de banderas blanca y verde cuando aún olía a pachuli y la caspa franquista se resistía a irse de nuestras seseras.
En una de las campañas electorales andaluzas más mediocres y grises que se recuerdan, un dragón de cuatro cabezas, un pollo sin ella a lomos de su corcel, una heroína de serie televisiva y una malvada bruja de la misma superproducción, una catedral argentina, un pescador sin caña, amén de un fantasma que ya puebla los parlamentos de media Europa llamado fascismo, han protagonizado los atriles mitineros, mientras los cabezas de cartel han terminado la campaña exhaustos, afónicos y hasta agradecidos de no tener que prometer a la ciudadanía andaluza más deseos incumplibles, o incluso directamente mentiras con mayúsculas.
Este 2-D no dirime ya sólo si se vuelve a la política de bloques, de las derechas contra las izquierdas, o si se mantiene el statu quo de un peculiar socialismo andaluz, aquí denominado susanismo, a derecha e izquierda del interfecto, apoyado en la muleta del nuevo neoliberalismo amable de Ciudadanos, como lo ha venido haciendo los últimos tres años y medio con relativo éxito para descontento de las masas populares más desfavorecidas.
Tras el cierre de los colegios electorales, se ventilará sobre todo la duda de si el citado susanismo mantiene las fuerzas necesarias para poder conformar un gobierno que se augura inestable y sin mayoría que la sostente o, por el contrario, pierde el poder por su flanco derecho, con la entrada más que probable de la ultraderecha por primera vez en un parlamento español desde la transición democrática. Y no solo eso, ya que, aunque ningún sondeo así lo prevea, VOX puede ser determinante incluso para configurar un pacto de fuerzas de derechas (PP-Ciudadanos-VOX) que ponga fin a cuatro décadas de socialismo en la tierra donde el paro sigue siendo un lastre estructural que mantiene a la región entre las más empobrecidas y con tasas alarmantes de toda la Unión Europea pese a su potencial económico.
En una entrevista en El País, la candidata de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, define así qué es el susanismo: “Un PSOE de segunda generación acomodado que no ha conocido la lucha sindical ni el franquismo, alejado de la clase trabajadora, sin ideología, que ha abierto de par en par las puertas a la derecha y que habla un lenguaje que nosotros no somos capaces de entender. El susanismo es incompatible con el socialismo”.
Protagonistas de la campaña: un dragón de cuatro cabezas, un pollo sin ella a lomos de su corcel, una heroína de serie televisiva y una malvada bruja de la misma superproducción, una catedral argentina y un pescador sin caña
Probablemente la instantánea que más quedará para el recuerdo de los andaluces de estos días de campaña, al margen de las ofrecidas por candidato del Partido Popular cantando a modo de verbena popular, abrazado a una vaca o a las puertas de un antiguo prostíbulo para denunciar corruptelas varias de ex dirigentes socialistas andaluces, sea la de una sonriente mujer embarazada junto a su número dos de un proyecto netamente andaluz. La fuerza parece acompañarles, aunque el líder popular diga que la república está de su parte junto a figuritas de La guerra de las galaxias. ¿En qué estarían pensando los asesores de campaña?
La última temporada del Juego de Tronos andaluz no ha hecho más que empezar a rodar. El guion sigue abierto a imprevistos de última hora. Y no son pocos los que pueden deparar los resultados de este histórico 2-D, para Andalucía, España y la humanidad.