En su vano intento de aparentar ser lo que no es Pablo Casado ha cometido, nuevamente, un acto de felonía contra el pueblo español y el gobierno de España. Si ya cuando terminó el confinamiento tuvo la osadía de reunirse con los embajadores de la Unión Europea –quienes graciosamente aceptaron la invitación y no dijeron nada- para pedirles que controlasen los dineros que fuesen a entregar al gobierno o, casi mejor, no le diesen ningún euro, todo con la finalidad de derrocar a Pedro Sánchez provocando la asfixia económica, ahora vuelve a entablar conversaciones “de Estado” con embajadas extranjeras. No es que sea malo que un opositor al gobierno dialogue en sí con embajadores o dirigentes de países extranjeros, que no lo es. El problema es lo que se trata en esa reunión y el momento de hacerla.
Por ejemplo, si Casado desease ir a ver al jefe del Vaticano podría hacerlo siempre y cuando no fuese en un momento en que haya una disputa entre el gobierno y la iglesia católica respecto a la renovación del concordato. Si existe un problema entre la República saharaui y el reino de Marruecos donde el gobierno está trabajando junto a la ONU para solventar un problema generado hace 45 años y en el que tiene voz por ser la potencia colonial que aún conserva el territorio y no la administración sobre él hasta que haya un referéndum, Casado no puede verse con la embajadora marroquí. Y menos tratar temas referentes a la relación de la dictadura alauí con la UE, con España y con el territorio saharaui. Eso en otros tiempos hubiese sido considerado alta traición y el cuello del presidente pepero hubiese sido quebrado por el garrote vil. Una felonía propia, entonces, de un felón.
Los intentos por aparentar que puede ser presidente del gobierno del opositor Casado, los cuales miran en muchas ocasiones más a lo poco que queda a su derecha que hacia el propio gobierno, le llevan a cometer imprudencias y felonías. Quiere, ya que todo el mundo es consciente de estar ante un mequetrefe aprobado de aquella manera, que le vean como un posible relevo de Sánchez. Por ello no duda en acudir a ver a Angela Merkel para que apriete en las negociaciones contra el presidente del gobierno, a ver si con suerte acaba provocando su caída sin percatarse que apretar al presidente es apretar al fin y al cabo a España. Por mucho que la palabra no se le cae de la boca, tanto como para intentar que España sea suya o del PP nada más, sus actos, que son los que importan, señalan que tan sólo persigue el poder por el poder importándole los españoles un higo. Sólo quiere el poder para entregarlo a la fracción dominante que le apoya y hacer que las oligarquías que llevan dirigiendo España en la sombra sigan haciéndolo con mayor libertad. O liberticidio, según se mire.
Casado vuelve a cometer felonía contra su propio país y es tan estólido que lo publicita en todas sus redes sociales y hasta envía nota de prensa sobre el asunto. Si antes de ayer se le veía entregado a la rancia monarquía española –que quiere en propiedad de la derecha-, ayer se entregaba a la alauí del vecino Marruecos. Se reúne dice Casado para hablar sobre la lucha contra el tráfico de personas en el estrecho… Igual no ha leído el ABC en los últimos tiempos, pero eso es algo que obtuvo ya el gobierno español hace tiempo junto a la Europol, después de sospecharse que el propio gobierno marroquí estaba detrás de la permisividad con las mafias y el negocio de más de 160 millones de euros anuales. Justo ahora que hay un problema con la inmigración y en el Sáhara Occidental, Casado va a hacerse la foto con la embajadora de una dictadura, sin llevar soluciones pero sí cometiendo alta traición. Cuando miente es menos peligroso que cuando actúa contra los intereses de España.