En España hay dos fracciones de clase que se pelean entre sí por tener la hegemonía del bloque en el poder, o como se dice vulgarmente el establishment. Por un lado, los financieros. Por el otro, los energéticos. Ambos con relaciones accionariales, pero con intereses en muchas ocasiones divergentes, aunque con un interés común: ganar las luchas que se producen en las relaciones sociales y de reproducción. Ana Botín intenta desde hace un tiempo poner un pie a cada lado de esas dos fracciones del capital para jugar con ambas barajas y así mantener su poder. Si ya consiguió quedarse, de formar presuntamente fraudulenta, con el Banco Popular gracias a los buenos oficios del Gobierno, tampoco desestima que un cambio político la deje fuera de plano.
Por ello no es nada descartable que en la reunión de este mismo fin de semana del Club Bilderberg intente hacer de intermediaria entre Albert Rivera (energéticos principalmente) y Soraya Sáenz de Santamaría (financieros). Al fin y al cabo son los dos peones políticos que desde el establishment apoyan para gobernar España, no hay nada más que ver lo que dicen los medios de comunicación “comprados” por el poder de ambos. Incluso se han producido despidos por hablar mal de la ex-vicepresidenta. Más complicada será la tertulia entre Juan Luis Cebrián y Botín ya que esta última ha maniobrado todo lo que ha podido para conseguir que le decapitasen en el grupo Prisa. Entre ricos estas cosas se guardan para el futuro y, como pueda, Cebrián se lo hará pagar.
En el plano político, que es el que interesa en este artículo, es evidente que con un PP que debe elegir sucesor de M. Rajoy, desde la dirección del Banco de Santander interesa que Ciudadanos y PP tengan una cierta rivalidad pero sin llegar a imposibilitar que ambos sumen la mayoría parlamentaria que permitiría al establishment español y europeo desmembrar España para entregárselo a distintas empresas y fondos de inversión. Algo que ya han ido haciendo con lo inmobiliario de los bancos rescatados, por ejemplo. En vez de darlo a las personas que tienen necesidad, después de gastar 60.000 millones de euros nada mejor que venderlo a precio de saldo a fondos de inversión. Unos fondos que están, por otro lado, ligados y vinculados a bancos custodios y bancos “normales”. En la reunión de este año en Turín (Italia) del Club Bilderberg, Botín podrá establecer esa alianza a futuro de Rivera y Sáenz de Santamaría. ¡Todo en favor de la acumulación de capital!
Albert Rivera, en esa reunión, parece que va a ser ponente en la mesa sobre populismos en Europa. Nadie mejor para hablar de eso pues encarna el populismo gestado por el propio establishment para enfrentar a los anticapitalistas de derechas (que haberlos haylos) y de izquierdas. Intelectualmente, se entiende, Rivera no ofrecerá nada analítico, ni de enjundia, ya ha demostrado que no da para más. Eso sí, seguramente se lo hayan escrito, porque con decir Venezuela y peligro populista en ese tipo de reuniones no basta. Si fuese lo suficientemente honrado hubiese presentado una ponencia que dijese “El populismo soy yo”, o “El populismo es malo, pero aquí estoy yo para acabar con él”. Sinceramente, Rivera no acude a Bilderberg por sus dotes intelectuales (de las que carece), sino porque es el niño bonito del establishment y hay que pasearlo y darle una pátina de respetabilidad. La que no tiene en España y que, tras la moción de censura, va a ir perdiendo. Con un gobierno socialdemócrata y un PP a cuchilladas a todas horas, poco espacio le va a quedar en la agenda a Ciudadanos. Salvo los muy fanáticos y aquellos medios claramente comprados en favor de Rivera, nada o casi nada.
Eso sí, Ana Patricia Botín, que en estos momentos debe tener cierta congoja por el cambio de gobierno, insistirá, seguramente, a Sáenz de Santamaría y a Rivera que la operación del Popular no tocarla. No vaya a ser que, como venimos diciendo en Diario 16, se descubra la verdad y la quiebra que tenía el Banco de Santander. Así que nada mejor que garantizar el apoyo desde El País a las acciones políticas de estas dos personas como hasta ahora, aunque a Sánchez le pasen la mano por el lomo un poco, que siempre hay que guardar buenas relaciones con el presidente del gobierno, aunque piensen que es tonto como dicen en ciertos corrillos.
Para el resto de españoles y españolas sólo decir que atentos a lo que se puede jugar España en la reunión de este año. Se va a hablar del problema de Italia y, según nos cuentan, del “problema español” con la llegada al gobierno de Sánchez. Quien de momento no ha dado que hablar al formar un gobierno de tecnócratas (el mismo error que M. Rajoy, por cierto).