Los resultados de las elecciones en Italia han significado el primer gran triunfo de los partidos de extrema derecha en Europa. También ha supuesto la confirmación de que la ciudadanía está harta de las opciones tradicionales y ha buscado soluciones en el único espacio político que, de momento, no les ha defraudado.
El crecimiento de la extrema derecha en Europa es la consecuencia principal de las políticas aplicadas tanto en los países como desde la propia UE desde la crisis de 2008, políticas que han incrementado la desigualdad porque se focalizaron en los factores macroeconómicos en vez reaccionar a las necesidades reales las respectivas ciudadanías.
Resulta harto complicado que haya un efecto contagio entre el resultado de las elecciones en Italia y la política de República Dominicana. El país caribeño suele tener más contagio de lo que ocurre en Estados Unidos que de lo que sucede en Europa.
Sin embargo, la desafección, el hartazgo y el cambio de paradigma del votante también está presente en la sociedad dominicana. El gobierno de Abinader puede estar haciendo reformas muy importantes, pero, como todo gobierno, siempre hay cosas que se dejan de hacer porque no se puede tener un gobierno para cada familia que, sin embargo, afectan a cientos miles de personas.
Para República Dominicana, los efectos del crecimiento de los partidos de extrema derecha en Europa no tienen un impacto ideológico. Sin embargo, en una situación de crisis económica y social, el país no es ajeno al cambio de paradigma político del mundo. Mientras en las décadas finales del siglo XX aún existía lo que se dio en llamar «la conciencia social colectiva», (Desarrollo sociopolítico de MDM con RPI-MC) las diferentes crisis económicas globales han provocado un escenario en el que en el imaginario del pueblo se ha pasado a una situación de absoluto individualismo que lleva a que las soluciones propuestas por partidos populistas calen con una eficacia aún mayor.
El fenómeno Meloni tiene su traslación en República Dominicana en la figura de Leonel Fernández quien, desde la oposición, está utilizando las mismas estrategias que los movimientos populistas globales para potenciar una figura sobre la que el pueblo puede entregar sus esperanzas.
Leonel Fernández ha aplicado una estrategia basada en el populismo y con las mismas estrategias que Meloni y el resto de los movimientos de extrema derecha europeos. Pero, sobre todo, Leonel está utilizando los mismos métodos que la campaña de Donald Trump en 2016 y en la actualidad de cara a volver a presentarse para 2024.
La estrategia de Leonel, al igual que el partido de Meloni, sobrevive gracias a la elección del momento como elemento para hacer oposición. No hay un objetivo concreto, es la polémica de turno la que mueve a Leonel, lo mismo que ha utilizado la ganadora de las elecciones en Italia para ascender desde un ridículo 4% hasta ser la opción política más votada.
Cualquier pequeña anécdota es utilizada por Leonel y su partido para crear una «crisis». Esta estrategia no tiene más opción que la de generar un escenario imaginario en el que todo va mal con el único objetivo que tapar los éxitos y los beneficios de las reformas de Luis Abinader.
Para frenar esto, la acción de gobierno debe ir orientada en una dirección contraria a lo que viene siendo tendencia mundial. Mientras en los países del G20 o las principales potencias de la OCDE se está yendo hacia un modelo de gobierno de arriba a abajo, independientemente del color o la ideología del gobierno de turno, Abinader cuenta con la ventaja de tener la capacidad para revertir la situación para así equilibrar la balanza.