Fuente: CAM

En España, más allá de todos esos liberales que hablan del peligro del comunismo, existen dos tipos de mentes paranoicas, de mentes que propenden a la manía persecutoria, que sienten que todo el mundo está contra ellos: el sanchismo y nacionalmadridismo. Tantos unos como otros ven en cualquier declaración, en cualquier demostración de la verdad, de la realidad una conspiración en su contra. Todo debido, entienden, a la envidia porque son los mejores, los que nunca hacen trampas, los que siguen la senda de bien —aunque en realidad no son más que encarnaciones del Mal absoluto—, los que son más patriotas que nadie pues representan a la verdadera España.

Del sanchismo casi no merece la pena hablar. Son tantas las pruebas en su contra con sobrinas, metidas de mano en la bolsa pública, colocaciones de familiares y mala gestión —cargarse la Casa Árabe con enchufados es la última— que no merece la pena ni contar sus paranoias de la ultraderecha, los bulos y demás estupideces que pronuncian cuando aparecen en los medios de comunicación. Paradójicamente, por si no lo tenían claro, existe una clara alianza entre sanchismo y nacionalmadridismo. Ahí tienen la persecución al Atlético de Madrid desde el ministerio de Educación y el CSD de Uribes «el genuflexiones florentinas», mientras que los insultos racistas del Bernabéu siguen sin ser sancionados o los mecheros tirados al campo del filial barcelonés del Mal han quedado en multa.

En el nacionalmadridismo tienen una paranoia desde hace décadas. De hecho, lo ha afirmado él mismo, Florentino Pérez siempre se ha quejado de que la prensa le trata muy mal. Toda la prensa persigue al Real Madrid y los aficionados se lo han llegado a creer. Lo mismo que con el sanchismo. Sugus en un lado y en otro. De hecho, hasta tienen ejércitos de troles y de estúpidos ocultos machacando a quienes osan criticar a sus poderosos amos y señores. Miren si estarán obsesionados que achacaron la pérdida de los conciertos y demás eventos en el Bernabéu a una conspiración de aficionados del Atleti. No miraron al palco buscando al chapucero —aquí no tenía cláusula de salvación como obliga a establecer en los contratos públicos bordeando la ley— que les vendió una moto que no tenía. El Atleti o el negreirato son los culpables.

Eso sí, la mayor paranoia es que la prensa no es del Real Madrid. No hace falta carecer de inteligencia para saber que si no se hace lo que manda su florentineza se puede perder el trabajo, por ello se entregan con fruición y genuflexiones exageradas a expandir el nacionalmadridismo.

Pues aún así aparecen entrevistas de nacionalmadridistas que se quejan de ser minoría en los medios. Se dice que en los medios siempre hay uno del Mal, otro del Barça, otro del Valencia y otro del Sevilla, ergo cuatro antimadridistas.

En Gol, que eran los más abiertos, han llegado a tener a dos o tres moderados del Madrid como tertulianos del Atleti. ¿Dónde están los críticos?

Picu, Medina, Cazón, Barbero y demás periodistas que suelen cubrir la información del Atleti no son reclamados ni en los medios del propio grupo empresarial. Imaginen para que llamen a Gómara, Zimmermann y otros de medios no nacionalmadridistas —los tres que existen—. ¡Cómo pueden decir que son minoría! Por cierto, dicen que Florentino no les paga el sueldo. ¿Seguro? Porque publicidad de empresas del grupo ACS aparecen en todos los periódicos nacionalmadridistas, más lo que se tiene una participación. De hecho, Pérez utiliza esa publicidad para atacar a sus enemigos deportivos y políticos. Que no cuenten historias, la realidad es la que es, pese a sus paranoias.

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