La izquierda española no puede volver a fracasar ante el desafío que la corrupción del Partido Popular ha planteado al pueblo. Es imposible, el pueblo no puede permitirse una decepción más de los partidos que, teóricamente, tienen la obligación moral, ética e ideológica de defender a los ciudadanos frente a los abusos del poder.
La sentencia del Caso Gürtel ha abierto en canal a la política española y, lo que es más grave, a nuestra democracia. Posiblemente esta sea la mayor crisis que los españoles hayamos vivido desde los casos de corrupción en los que estuvo implicado Alejandro Lerroux (Estraperlo y Nombela). El daño que ha hecho a la democracia española y a su pueblo la corrupción, en general, y la del Partido Popular, en particular, no puede resolverse a través de la resistencia numantina de M. Rajoy con la excusa de que son «varios casos aislados» o de que la condena al PP es civil y no penal. Parece ser que hemos pasado a otra fase más para justificar el no asumir responsabilidades políticas en este país. Primeramente, se justificó con que la imputación —ahora llamada investigación— no era causa para dimitir porque había que respetar la presunción de inocencia. En segundo lugar, cuando ya había condena, se dijo que no se dimitía hasta que las sentencias fueran firmes y sin posibilidad de recurso. Ahora hemos pasado a una tercera fase en la que el PP no asume su condena en la sentencia de la Gürtel por haberse lucrado con la trama corrupta porque se trata de una condena civil y no penal.
Rajoy no puede permanecer un minuto más en Moncloa. La sombra de la sospecha es demasiado grande. Su nombre aparece en los Papeles de Bárcenas, es decir, en la contabilidad B que en la sentencia del Caso Gürtel se acredita su existencia.
Rajoy aparece vinculado a una de las cuentas que el ex tesorero del Partido Popular tenía abiertas en el Dresdner Bank de Suiza:
El Partido Socialista Obrero Español ha dado el paso que se le llevaba reclamando desde el mismo momento en que Pedro Sánchez ganó las primarias a Susana Díaz: presentar una moción de censura. Sin embargo, todo indica que para que se expulse a M. Rajoy del gobierno es necesaria la tan añorada y reclamada por el pueblo unidad de la izquierda. ¿Volverán a anteponer sus intereses partidistas al bien común? Nuestra historia más reciente está llena de ejemplos del cainismo del progresismo español, ya sea por planteamientos ideológicos dogmáticos, ya sea por la torpeza de los líderes al pactar con partidos conservadores/liberales en vez de con sus aliados naturales.
El pueblo español no se puede permitir un fracaso más de la izquierda porque la alternativa es muy peligrosa para los ciudadanos e, incluso, para el propio sistema democrático.
La propuesta de Sánchez de crear un gobierno provisional del PSOE antes de convocar elecciones no es la solución esperada. El secretario general socialista vuelve a cometer un error con ese planteamiento puesto que no desmonta a Rivera. ¿Por qué no lleva Sánchez su proyecto hasta el final de la legislatura? ¿Tiene miedo a que Ciudadanos no le apoye? En este momento histórico que está viviendo España no se puede estar al servicio de los caprichos de Albert Rivera sino a las necesidades del pueblo. El líder del partido naranja quiere elecciones inmediatas para que la ola de apoyos nacidas del discurso de nacionalismo español extremo durante el Procés catalán no baje. Ciudadanos sabe que su discurso vacío y su falta de empatía hacia las necesidades del pueblo por estar al servicio de las élites financieras y sus intereses.
Por esta razón es fundamental que la moción de censura se presente con el fin de gobernar hasta el fin de la legislatura y poder desbloquear todas las iniciativas que el PP y Ciudadanos han vetado o frenado, en concreto, desmantelar la obra de M. Rajoy cuando tuvo mayoría absoluta en la X Legislatura y devolver al pueblo todo lo que le hurtó, medidas que sólo sirvieron para incrementar la desigualdad entre el ciudadano de a pie y las élites. El mejor ejemplo de ello lo tenemos en el incremento de un 60% del número de millonarios desde el año 2.008 mientras el pueblo sufría las consecuencias de la crisis.
La izquierda no puede entrar en juegos de dogmatismo absurdo. Hay que unirse. Pedro Sánchez tiene la obligación de no caer en la trampa de Ciudadanos quien ya ha amenazado con apoyar la moción de censura si M. Rajoy no convoca elecciones, lo que indica que, una vez que el presidente no llame a los españoles a las urnas, planteará la misma condición a Sánchez.
Ha llegado el momento de la izquierda y, para ello, la moción de censura tiene que tener los apoyos suficientes, es decir, 176 escaños, tal y como indica el artículo 177.5 del Reglamento del Congreso de los Diputados: «La aprobación de una moción de censura requerirá, en todo caso, el voto favorable de la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados». A la hora de la redacción de este análisis las posturas podrían ser las siguientes:
Queda en duda la postura de Ciudadanos que, finalmente, dependerá de si se cumplen los anhelos de poder de Albert Rivera. Sin embargo, el PNV volverá a ser clave, como lo ha sido en la aprobación de los Presupuestos. Pedro Sánchez tendría asegurados 175 escaños, es decir, a falta de uno para lograr la mayoría absoluta. Por el lado del NO nos encontramos a los partidos satélites del PP.
¿El pueblo perdonará un nuevo fracaso de la izquierda? Después de años de ver cómo el PSOE se plegaba al establishment o cómo no hacía una oposición dura sólo porque sería estéril ante la mayoría absoluta del PP; después de las decepciones de Podemos, la ciudadanía no aguantará más porque se quedarán sin una opción política en la que depositar su confianza, sus sueños, sus anhelos y sus esperanzas.
La izquierda no puede dejar en bandeja el gobierno de España y el futuro del pueblo en manos de alguien como Albert Rivera. Si Sánchez logra ganar la moción de censura tiene la oportunidad de gobernar para la ciudadanía, de demostrar que el PSOE y Podemos son una opción viable para devolver al pueblo dignidad y derechos y, sobre todo, de desmontar a Ciudadanos, el verdadero rival porque el PP ya es historia.