Hay magníficos autores capaces de escribir novela, muchos menos capaces de compaginar novela y poesía, poquísimos incluso manejan el arte de la novela y el ensayo (como Juan Manuel de Prada o Mario Vargas Llosa) y existe otra rara avis capaz de manejarse entre distintos tipos de literatura con sobriedad y solvencia. Este caso es el del autor que nos ocupa en estos breves párrafos, Daniel Múgica. Después de asombrar al mundo con su última novela de la que ya informamos, el autor se atreve a intentar penetrar en las estanterías de los más jóvenes al ofrecernos una novela de cariz juvenil. Al menos esa es la pretensión del autor, pero no se ha de olvidar que la buena literatura acaba siendo patrimonio de todas las personas que disfrutan de la lectura, del gusto por la posesión (por un instantes si cabe) entre las manos de un mundo por descubrir, por el placer de pasar páginas sintiendo con deleite el papel.
Mr. Smile es la apuesta de escritor vasco, como hemos dicho, por la literatura juvenil. Y como no podía ser menos en alguien tan dado a imaginar escenarios y personas, a pensar en utopías o mundos mejores (no en vano ha mamado el socialismo desde pequeño), se ha decantado por lo fantástico como mejor método de transmitir valores que hoy parecen desaparecer en la vorágine capitalista donde todo se compra y se vende, incluso las almas. Frente a esto se rebela, cual Albert Camus, el autor para defender que lo fantástico no está reñido con lo cotidiano. En ese sentido recuerda un tanto a J. R. R. Tolkien y su trilogía del Señor de los Anillos, no tanto por la aparición de elfos, sino por avisarnos de los peligros de la oscuridad que hoy cubre la faz de la Tierra. Múgica nos advierte del peligro más apremiante que nos acecha en esta época, la destrucción de la propia naturaleza mediante la batalla que se presentará entre el bien y el mal. Tema, por otra parte, recurrente en el propio autor vasco.
No piensen que es un libro de salvar la Tierra o del típico ecologista coñazo (que diría el admirable Forges), no, es un libro que pretende que las personas tomen conciencia de la relación intrínseca que existe entre el ser humano y la naturaleza a la que domina y somete. Esa comunión entre ser humano como dominante y naturaleza como dominada contiene su propia dialéctica que indica que la destrucción de la segunda lleva a la aniquilación del primero, pues no deja el ser humano de ser natural. La inmanencia de la relación es de antagonismo pero en el sentido de enemistad. Esto que expresado así puede asustar a los jóvenes, empero, no es el lenguaje, ni la trama empleada por el autor. Bien al contrario, Múgica consigue plasmar un lenguaje cercano al que manejan en la adolescencia pero con la suficiente calidad para motivar a esa lectora o ese lector joven a inquietarse por el arte de leer. Como suelen ser las obras del vasco, Mr. Smile está bien escrito.
Encontrarán en el texto ecos de lecturas juveniles y fantásticas, no es Múgica un autor que oculte sus influencias. La aparición de elfos, de dragones, de reyes oscuros, de enanos y demás seres mitológicos es producto de ese poso lector que lleva el escritor dentro, incluso para referenciar nombres y lugares pertenecientes al comic, como el título de Guardianes de la Vía Láctea. Un uso de lugares comunes que sirven al autor para enganchar a aquellos que ya sean avezados lectores, o para guiar en la búsqueda de siguientes lecturas. Palabras como Thanatos, Yocasta o Memento, que no vamos a descubrir qué significado o función tienen en la novela, añaden al universo creado por Múgica ese tono clásico. Si usted es adulto y disfrutó con Momo, La historia interminable o similar, este libro les encantará. De ahí que siendo literatura juvenil, no deja de ser una novela con la magnificencia que se le ha dotado a lo largo de los siglos.
La historia de un adolescente, esquimal para más señas y que tiene su importancia el serlo, su amiga y un grupo de distintos seres que se les van acoplando a lo largo de un camino, que no deja de ser una prueba vital para todos ellos también contiene el valor del trabajo en equipo. Mejor dicho incluso, el valor de ser partícipes de una comunidad de iguales donde los líderes o los héroes, eso que en lo clásico como en la política actual caen en el pecado de la soberbia, no existen en sí. Hay personas más o menos que pueden ser elegidos por una especie de destino, pero no son nada sin el conjunto de compañeros y compañeras que les acompañan. Interesante, además, que Múgica incorpore a una mujer (Kesuk) como “cooperante necesaria” de la trama, pues existen muchos que presentan o bien a mujeres como heroínas, o bien a hombres como héroes, o bien a ambos juntos pero todos reproduciendo los valores propios del hombre. En este caso Múgica potencia las virtudes propias de la mujer en sí sin necesidad de hacerla similar a un hombre. Son iguales y distintos a la vez sin que ello sea ni bueno, ni malos.
Una buena novela fantástica que encierra realmente un tesoro que podría tener futuras aventuras. Al menos el final del mismo nos abre la puerta a esa posibilidad. Un libro para regalar a su hija o hijo adolescente para que desconecte por un rato de cualquier engendro electrónico al que se encuentre enganchado y pueda utilizar la cabeza para imaginar más allá de las letras impresas en una edición bien cuidada por Almuzara respecto a lo material y con una muy interesantes ilustraciones de la joven Tina Fernández. Mientras muchos escritores y escritoras se esconden en la novela histórica (aunque existen genios del tema como Emilio Lara o, cómo no, Stefan Zweig) para ocultar sus carencias, Múgica opta por cambiar el registro mostrando la misma brillantez en la novela fantástica. Les dejamos con una cita que refleja tanto del autor: “El amor, hijo de la libertad, era el mayor sentimiento que existía”. Si leen el libro sabrán el porqué.
Aquí les dejamos la entradilla de la propia editorial: “Los padres del joven esquimal Smile han desaparecido. Acompañado de su amiga Kesuk, ambos descubren unas extrañas huellas a la salida de su casa. Siguiendo ese rastro, la pareja llega hasta un iceberg, en cuyo tobogán descienden para acabar en la sala de un trono. Han sido trasladados a un planeta mágico, a años luz de la Tierra, llamado Memento. En la sala les espera la reina Urina, una elfa blanca; el hada Magüa; un gigante de piedra, Karku; y un arácne, un ser de cuatro piernas y cuatro brazos, el general Perawan. Allí Smile sabrá que sus padres son los Vigilantes, los magos que protegen el sistema solar de la Tierra, y que han sido secuestrados. Con la ayuda de sus nuevos amigos, Smile y Kesuk saldrán en su rescate. A la partida se unirá la princesa elfa Altea y la enigmática ninfa Pétalo, y habrán de enfrentarse a todo tipo de criaturas fantásticas que no imaginarían en la peor de sus pesadillas. Y sobre todo, deberán combatir a un poderoso enemigo que ha renacido para vengarse. El único que podría vencerle, si no perece en el intento, es Smile, el chico de la sonrisa eterna”.