Ciudadanos –los de a pie- y empresarios murcianos reclaman insistentemente desde hace años la mejora de las comunicaciones ferroviarias entre la Región de Murcia y Madrid. Y no les falta razón, sobre todo después de comprobar personalmente “la tortura” que supone desplazarse en tren entre ambas capitales. ¡Qué suplicio!
La desesperación del viajero aparece entre Albacete y Murcia, donde el usuario aumenta su estupor al encontrarse en la zona del embalse de Camarillas, un auténtico punto negro que retrasa considerablemente el viaje en ambas direcciones.
Camarillas supone que la unidad ferroviaria que circule en ese tramo tenga que reducir notablemente la velocidad ya que las vías reflejan el Tercer Mundo a pesar de que en estos momentos se intenta arreglar esta grave deficiencia para, al menos, intentar acortar en una media hora el trayecto entre la comunidad madrileña y la murciana.
Paralelamente asistimos a la controvertida llegada del AVE a Murcia, que en pura lógica tendría que discurrir por este mismo trazado y no por Cuenca y Alicante, que es el resultado del acuerdo firmado hace ya varios años entre los políticos que gobernaban Madrid, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana y Murcia, a saber, Alberto Ruiz-Gallardón, José Bono, Eduardo Zaplana y Ramón Luis Valcárcel, todos ya fuera de la política. Sin duda, un acuerdo nefasto asumido por Valcárcel frente a las presiones ejercidas por los restantes “barones” de la época. Así nos va.
Por tanto nos encontramos con un doble perjuicio derivado del poco peso político de unos y la prepotencia de otros al imponer sus tesis. Un peso político que, en el caso de Murcia, sigue siendo patente en otras muchas carencias, véase por ejemplo el agua, con la firma del Memorándum del Tajo que nos limita los trasvases argumentando mayor seguridad jurídica para los regantes, quienes ahora soportan estoicamente la mayor sequía de los últimos años sin que desde Madrid pueda atisbarse nítidamente la elaboración de un plan que sirva para atajar este problema.
Espero que esta desidia política no finalice con la agricultura murciana, uno de los sectores económicos más relevantes de la región. En caso contrario nos disponemos a ver la inevitable desaparición de numerosos cultivos exportados a Europa por las principales empresas hortícolas de la Comunidad de Murcia.
El tiempo apremia.