Hoy millones de madrileños acuden a las urnas para elegir la nueva composición de la Asamblea de Madrid. Lo normal en cualquier proceso electoral. Muchas menos personas, unas decenas, esperan con los dientes afilados el momento en que poder extrapolar el resultado final al resto de España. En la derecha mediática lo vienen haciendo en los últimos días y en el PP también. ¡Error! Ni si gana la izquierda, el gobierno estatal estará a salvo, ni si ganan las derechas llega el momento de defenestrar al gobierno estatal. Las situaciones no son tan sencillas, ni las mentes tan estúpidas aunque algunos pretendan que sí.
El ayusismo inilustrado se ha intentado exportar, aunque es algo que ocultan, con evidente fracaso. ¿Recuerdan a los ayusistas de Albacete o al ser ese que dirige el PP en Castilla-La Mancha que ha copiado palabra por palabra lo expuesto por la musa del libertinaje madrileño? Intentaron hacer lo mismo en la región manchega y deben estar escondidos. ¿Recuerdan cuando desde Madrid se quiso crear polémica porque RTVE no retransmitió el espectáculo de Nacho Cano en nochevieja? La mayoría de españoles ni lo recuerdan y los medios que intentaron crear polémica han escondido los artículos para no sufrir más vergüenza. Si lo analizan con profundidad, cualquier tipo de populismo o trumpismo ha dejado de motivar a la mayoría de españoles. Otra cuestión es que Miguel Ángel Rodríguez va a intentar, llenando a los medios de euros, hacer un Aznar 2.0. Que surta efecto con Isabel Díaz a la cabeza es más complicado. El centralismo madrileño, especialmente el psicológico, no es exportable desde hace años (en el PSOE intentaron colar nuevos “viejos profesores” à la Tierno Galván en otros lares y nada).
Como los doxósofos, tertulianos y opinadores, básicamente, residen en Madrid o Cataluña, se produce un sesgo cognitivo centralista que les impide analizar con amplitud de miras lo que sucede. Dentro de las propias regiones suele darse ese centralismo mental –así la sevillanía, el valencianismo, el toledismo…-. Lo mismo sucede con los asesores áulicos, que piensan que trasladar mensajes o campañas desde EEUU a España funciona porque sí. El contexto y lo psicológico es fundamental a la hora de trasladar mensajes. Y si a los madrileños les hace gracia la libertad de tomar cañas –que está por ver si les hace gracia-, el resto de España los miran como si fuesen gilipollas (los valencianos pensarán que eso es nada comparado con el esmorzaret, o los granadinos con las tapas). Por ello hay que tener cuidado con ciertos intentos de extrapolación de resultados regionales al resto de los españoles.
Ayer mismo el toledano sin tempo Juan Carlos Girauta –lo de sin tempo es por si le han sufrido en los vídeos que publica sin saber llevar el compás- escrutaba, en no se sabe qué vísceras, ni de qué animal, la derrota del sanchismo por la victoria inapelable de Díaz. En la dirección genovesa del PP también han advertido que la victoria en Madrid supone el primer paso hacia la Moncloa. Como agitprop está bien, pero como análisis es torpe. Primero porque Díaz ya gobernaba en Madrid y no viene a cambiar nada. Segundo porque la desaparición de Ciudadanos y la fusión con el PP era más que obvia tras las elecciones gallegas y catalanas. Tercero porque, pese a quien le pese, dos más dos nunca suma 4 en política. Cuarto porque Pablo Casado no tiene la cara de alma en pena de Díaz y no cuela su discurso libertario. Vamos que no tiene ni pizca de gracia. Si se fijan bien, mientras que los demás dirigentes nacionales han participado activamente en la campaña madrileña (Santiago Abascal no ha parado en toda ella al saber un activo para su partido), al pepero le han tenido escondido hasta los medios de comunicación. De esto último se infiere que, siguiendo el análisis extraviado del toledano sin tempo, de perder perderían todos los dirigentes nacionales, sean del PSOE o de Vox. Algo que cualquier ser racional sabe que no es así porque la historia ha demostrado sobradamente que esa premisa es falsa.
Si gana Díaz, lo más probable, Pedro Sánchez seguirá como está porque no habrá cambios en la composición de la cámara sobre la que asienta su cargo ejecutivo. Los medios de la derecha van a intentar que se le señale, eso es obvio pero ¿acaso no llevan así desde que se hizo cargo del gobierno? ¿En qué se va a distinguir esta campaña de las demás que lanzan semana tras semana? Lo que quieren es que caiga cuanto antes porque, si le da tiempo a recibir el pastizal europeo, intuyen que la situación mejorará –incluyendo la vacunación de la mayoría de españoles- y ya no se ven tan capaces de derrotarle de “manera normal”. ¿Influirá algo? Siempre influye algo pero más en un sentido de legitimidad de los actos internos que por la derrota en sí. Juegos de poder al fin y al cabo.
En la parte de Podemos está por ver si la dirección de Yolanda Díaz se asienta o se le lanzan a las canillas para hacerle caer antes de las siguientes elecciones, toda vez que Pablo Iglesias ya va camino de su salida de la política activa. ¿Será el hundimiento de Podemos-IU? A día de hoy, cuando el ambiente está enturbiado en ese espectro, afirmar algo con cierta seguridad es más cuestión de brujería. Podría darse el caso de aumentar sus expectativas de voto o, como parece que sucede en Madrid, caminar hacia la extinción. Haciendo ciencia ficción ¿qué impide que la salida de Iglesias no sea un inicio de la concentración del voto en el PSOE con lo que aumentaría su número de escaños? En principio es una posibilidad, que no duden intentará utilizar a su favor el camarlengo monclovita Iván Redondo. Vox, por su parte, ni perderá, ni ganará en sí nada. Si no les dejan estar en el gobierno (según Iván Espinosa de los Monteros esta vez podrían pedirlo), saben que desde fuera controlarán mejor a Díaz y siempre podrán recurrir a la “derechita cobarde”. Como desde el principio se plantearon el camino político a medio-largo plazo, ganar o perder un escaño, no les inquieta. Realmente donde aspiran a comenzar a arañar escaños es en otras regiones, en esas donde harían mucho más daño al PP de lo que suponen en Génova.
Ahora bien, en el caso de que ganasen las izquierdas –algo que ninguna encuesta refleja realmente-, ¿estaría el cuello de Casado menos a salvo de lo que está en la actualidad? No. Realmente las ganas que existen desde varias regiones del PP y de buena parte del establishment mediático y empresarial de cambiar de dirigente no tienen nada que ver con las elecciones madrileñas. Si recuerdan, Esperanza Aguirre se lanzó a por Mariano Rajoy pero el resto de dirigentes regionales lo impidieron. Lo mismo pasaría con Díaz. Pero si fuese otra persona la sustituta clara, no duden que caerá, gane quien gane.
¿Reforzaría al gobierno una victoria por la mínima? Algo, pero contando con el aumento de la campaña de demolición que vienen haciendo en algunos medios sería casi inapreciable. Vox seguiría a lo suyo porque va a otro ritmo. Y el resto de España seguiría como está en estos momentos. En realidad las tendencias generales no varían en demasía con este tipo de elecciones. Miren cómo en Andalucía venció el trifachito pro primera vez y a la hora de la verdad Sánchez se llevó el gato al agua. Pensar que las personas, al menos las mayores de 40 años –que son el núcleo duro de los votantes-, cambian de preferencias de un día a otro es ilusorio. Ahora están volviendo muchas que se marcharon del PP, pero como pueden volver muchas al PSOE. No ha sido de un día para otro sino que han tenido que pasar unas cuantas elecciones y casi tres años. La desaparición de Ciudadanos ha sido clave para que el PP gane votos, pero ¿le garantiza ganar todas las elecciones? No. Entre otras cosas porque, por ejemplo, mucho votante naranja puede acabar en Vox o en el PSOE en según qué regiones. En la Comunitat valenciana se dividirá entre las dos derechas, pero en Castilla-La Mancha o Andalucía podría dividirse entre PP y PSOE. Pero esto es algo que nada tiene que ver con las elecciones madrileñas sino una dinámica que inauguró Albert Rivera y su colega toledano.
Hay que tener cuidado con extrapolar lo que sucede en un contexto, con lo que sucede en otro porque entre las diversas variables que intervienen, muchas no son asimilables. De esto deberían saber bastante en Podemos que lo ha sufrido en las propias carnes. Se está en un momento de reconfiguración del sistema español de partidos. Un proceso de autopóiesis sistémica en el que se expulsa lo que es materia orgánica desechable por muerta o inútil a nivel global. Lo que suceda en Madrid afectará a los madrileños sin duda, pero a nivel global su afectación será mínima. Como han demostrado las elecciones catalanas, donde Vox es la primera fuerza de la derecha estatal, un aumento de cierto partido no tiene por qué tener réplicas en otros lugares. Ni la victoria de Salvador Illa puede servir para que Ángel Gabilondo repita victoria, ni la derrota del PSOE significará perder próximas elecciones. No todo en esta vida es Madrid, ni lo que hagan en Madrid pese a que los medios sí lo creen. Normal que luego se sorprendan con una mayoría absoluta como la de Emiliano García-Page.