El famoso bulo sobre la posibilidad de que la empresa Indra manipule las elecciones generales circula estos días nuevamente. Una vez más nos vemos en la obligación moral de desmentir ese bulo e intentar hacer comprender a la ciudadanía que ni hace el recuento, ni puede modificar los datos de los votos efectuados. Indra tan sólo hace una recopilación de las actas de resultados, por tanto, ni participa en el recuento, ni modifica las actas que se envían los diferentes juzgados y a la Junta Electoral Central. Todo es un bulo, antaño de frustrados, hoy de neofascistas.
El problema viene porque los periódicos en virtud de la economía del titular, la impericia de sus redactores o, directamente, la ignorancia sobre cómo funciona el sistema suelen repetir que el “contrato para el recuento” se ha adjudicado a Indra. Y eso es falso. Lo que se adjudica a Indra es la recopilación del recuento realizado en las diferentes mesas para poder ofrecer unos resultados provisionales a la mayor rapidez posible. Ni más ni menos. Ni Indra participa en el recuento, ni los datos de las actas pueden ser manipulados por la empresa. Así que los partidos que se sientan perjudicados, o se puedan sentir perjudicados, que busquen a los culpables en su propia formación y no en una herramienta informativa. Porque eso es lo que hace Indra informar con rapidez.
El recuento lo hacen los ciudadanos y ciudadanas que han sido elegidos a tal efecto para presidir y ejercer de vocales en las distintas mesas electorales. En unas ocasiones ayudados por los interventores de los partido, en otras no porque es el presidente de la mesa quien decide si participan sólo los miembros de la mesa o los interventores. ¡Ojo! Los interventores no los apoderados que cumplen otra función bien distinta. Así pues, son esas personas quienes recuentan los votos de las más variopintas formas. Y son esas personas las que firman las actas de resultados que pueden ser o no impugnadas por los representantes de los partidos. Como se observa Indra ni aparece.
Indra, a través del representante de la Junta Electoral, sí recopila los datos que están presentes en esas actas que el presidente o presidenta de la mesa lleva al Juzgado donde se depositan para su verificación y envío a la Junta Electoral. Por tanto las actas ni son tocadas por la empresa. Cuando le llega el acta al representante del Estado envía mediante forma electrónica (antes era por teléfono) el número de la mesa y los datos de la votación. Que van sumando electrónicamente los datos que luego se van ofreciendo desde el ministerio del Interior públicamente. Por tanto para manipular una elección deberían estar conchabadas cientos de miles de personas, la mayoría de los partidos y los jueces.
Indra podría manipular los datos mediante algún algoritmo. Esa posibilidad cabe en esta era informática. Pero los datos ofrecidos chocarían con, uno, los datos que tienen los propios partidos políticos gracias a sus redes de apoderados y, dos, con los datos de las actas que tiene la Junta Electoral Central. Sería un ridículo espantoso para la empresa intentar manipular los datos porque en menos de una hora saldrían los prebostes de los partidos a denunciar la manipulación. No sólo sería ridículo sino algo propio de idiotas, indocumentados y estúpidos porque no tendría ningún sentido ya que la Junta Electoral ofrecería los jurídicamente válidos a los dos o tres días. De ahí que el bulo sea de una falsedad tan grande que asombra que incautos aún sigan creyendo que es posible la manipulación habiendo personas de tantos partidos, tantos ciudadanos y tantos jueces implicados en el recuento. La próxima vez que alguien le pase el bulo no tenga piedad de él.