Es curioso como la estupidez humana en España alcanza límites increíbles, principalmente entre la clase política, la cual no nos merecemos de lo pobre que es. Resulta que a Teresa Cunillera se le ocurre insinuar que habría que dar pasos concretos para que no se vulneren los Derechos Humanos de los políticos catalanes presos para que salten todas las hordas irracionales que pululan la política del odio española. Es más se comienza a hablar de indultos por aquí y por allí. Y uno se para a pensar ¿para indultar a alguien tendrá que ser juzgado antes y tener sentencia firme? Da igual, la derecha carpetovetónica, especialmente la naranja que suelen sumar pocos dedos de frente, salta a decir que Pedro Sánchez está en manos del secesionismo populista y malvado y quiere indultar a los presos. Cuando sólo ha pedido empatía con el pueblo catalán, es más ha dicho que “sólo se pronuncia sobre realidades y no sobre hipótesis”.
Cualquier ser humano digno de tal nombre y que no se encuentre abducido por el odio al contrario, como les pasa a Ciudadanos y PP (y a algunos secesionistas), entendería que tras más de un año en prisión preventiva sin haber matado a nadie, sin haber violado a nadie, sin haber cometido pederastia y sin haber vaciado la caja de todos y todas, debería estar en libertad hasta que llegue el juicio. Tanto con los Jordis como con ex-consellers. El juez Llarena haciendo uso de un recurso excepcional se está cebando con personas que veremos si en su momento, incluso, pueden ser penados por lo que se les acusa. Si tan claro lo tiene el juez, con tantas irregularidades en su nombramiento que hace sospechar de su rigurosidad e imparcialidad, ¿por qué no ha fijado fecha de apertura de juicio?
Son muchos los juristas que no ven el delito de sedición. Y como la subversión del orden constitucional no existe en nuestro código penal, pues ya me dirán sobre qué les van a condenar. Malversación de fondos públicos que al no habérselos llevado casi no tiene ni años de cárcel. Lo que le fastidia al juez Llarena es haber sido muy torpe y que se le hayan escapado un montón de políticos a los que quería meter en la cárcel para hacerse acreedor de una medalla con pensión o una calle en su pueblo como defensor de la España eterna e imperial. Le molesta que Carles Puigdemont le chulease y se fuese a Europa Central, donde le han dicho que no, que sedición parece que no hubo. Pero que el ex-president, Rovira y demás le hayan chuleado no es motivo para que se esté cebando con los demás.
Porque parece haber mala intención y no respetar los derechos humanos el tener en la cárcel a personas durante más de un año. Cercenando sus derechos, el de presunción de inocencia especialmente, ese que tanto enseñan desde el PP cuando se les pilla robando, lo que busca Llarena no es Justicia, sino oprimir e infundir miedo en el secesionismo catalán. Ser secesionista o independentista no es delito. Puede ser una rémora del pasado visto cómo está el mundo, pero jamás un delito. Claro que para rémoras la monarquía que defienden día sí, día también los mismos que meterían en una dama de hierro a los políticos presos. Sí, es que son muy de Santa Inquisición.
Lo mínimo, habiendo mecanismos de control, es que los políticos presos estuviesen en sus casas a la espera del juicio. Si fuesen realmente cristianos, como lo es Oriol Junqueras por cierto, tendrían compasión y algo de perdón. Pero realmente el cristianismo que sienten es el del odio y la quema de brujas, no el del amor de Jesús. Así pues poco se puede esperar de la derecha española más que soflamas contra cualquier movimiento político. Porque al ser un problema político requiere una solución política. Esto no es que Junqueras ha recibido sobresueldos, como han recibido en el PP. Esto es sobre la aspiración legítima de un grupo de personas a tener un Estado propio. Tan legítima como es que el resto no quieran tenerlo y seguir formando parte de España. Y desde la derecha quieren reprimir, como siempre han hecho, esa aspiración en vez de canalizarla bien mediante una reforma constitucional, bien mediante un referéndum. La derecha los quiere humillados y en prisión. Por eso más que indultar hay que liberar.