El que fuera asesor económico de la Casa Blanca, el ex ejecutivo de Goldman Sachs Gary Cohn, dimitió la semana pasada de su cargo por estar en contra de las políticas arancelarias de Donald Trump. Apenas ha pasado una semana de este hecho y el presidente de los Estados Unidos se ha dado prisa en decidir que el sustituto al frente del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca sea Larry Kudlow, un hombre que conecta a la perfección con Trump tanto desde un punto de vista político como personal, compartiendo con él una personalidad dura y un afán de protagonismo, además de un historial de enfrentamiento con los medios de comunicación, salvo con los que son propiedad de Trump, donde, en el pasado, presentaron programas de televisión.
Kudlow fue asesor del presidente durante la campaña y fue pieza clave en el diseño del plan fiscal. También ha sido crítico con los aranceles pero Trump, a diferencia que con Cohn, acepta que haya discrepancias. Para entender el perfil económico del nuevo asesor económico de la Casa Blanca sólo hay que decir que ya ocupó altos cargos durante la administración Reagan.
Este nombramiento llega en un momento duro para los Estados Unidos por las decisiones de su presidente. Por un lado, tenemos el importante retroceso de los republicanos en Pensilvania, donde han perdido más de 20 puntos respecto a las elecciones de 2.016, un toque de atención de que en la América más civilizada el efecto Trump o el voto de castigo contra Hillary Clinton está retrocediendo.
Por otro lado, tenemos la propia situación económica provocada por las decisiones de corte proteccionista adoptadas por Trump en los últimos días al imponer aranceles a productos o materias primas como el acero o el aceite y que colocan a los Estados Unidos en la antesala de una guerra comercial. En referencia a este punto también es importante el dato de las elecciones en Pensilvania puesto que, precisamente, en este Estado es donde se encuentran las empresas acereras con su centro neurálgico en Pittsburg.
A todo lo anterior hay que sumar las bravatas de Trump respecto al muro de México, la minusvaloración del anuncio de Putin de su nuevo arsenal nuclear o las dimisiones de altos cargos de inmigración por las mentiras que desde la Casa Blanca se difunden acerca de los migrantes.
Este hecho viene, sobre todo, por el enfrentamiento del presidente con las autoridades de California, un Estado que se ha declarado insumiso frente a las medidas xenófobas de Trump. La tensión ha llegado a tal extremo que las propias autoridades locales avisan a los inmigrantes ilegales cuando va a haber redadas, tal y como ocurrió a finales del mes pasado en Oakland, cuando la alcaldesa, Libby Shaaf, realizó ese aviso. La reacción de la Casa Blanca no se hizo esperar y comenzaron una campaña de difamación contra la alcaldesa repitiendo en todos los medios que tuvieran a su alcance que la acción había costado que más de 800 indocumentados habían logrado escapar. Desde el director de inmigración hasta el propio fiscal general de los Estados Unidos se unieron a esa campaña. Sin embargo, uno de los jefes de inmigración de San Francisco no estuvo por la labor de seguir una campaña basada en datos falsos y dimitió para no perpetuar cifras engañosas.
Esta es la América de Trump que cada vez se parece más a la de Francis Underwood.