No es comprensible que, por muchas mentiras que acaben escribiendo desde la Caverna, Albert Rivera siga con las concentraciones del odio y la posverdad. Cuatro actos y cuatro fracasos de público y de atención mediática. En Sevilla acudieron menos personas que las que pasean un domingo en el parque de María Luisa. En Barcelona ni los CDR aparecieron (esa era la intención provocativa de Rivera). En Alsasua se tuvieron que inventar que les tiraron piedras y botellas porque nadie acudió a insultar a un pueblo. Y ayer en Madrid, tras cambiar la fecha por las presiones del feminismo, han acudido menos personas que afiliados dicen tener. Cuatro amigos para una ciudad que tiene más de 3 millones de habitantes. El acto se ha celebrado en el centro de la capital y ni los curiosos han ido a escuchar las mentiras y el odio contra el presidente Pedro Sánchez del dirigente naranja. El “odiobús” de Rivera ha pinchado en Madrid.
Mucho cartel con “Stop Sánchez” levantado para hacer que las imágenes pareciesen con más asistencia. Tomas de televisión utilizando el ángulo preciso para que parezca que han ido masas. Porque la realidad es que Rivera ha fracasado otra vez. La gente le puede votar por el hastío que tiene por un partido podrido de corrupción, pero no le sigue como a él le gustaría. Bastante tiene con la adulación de la secta de dirige, donde todo es una exaltación del líder, como pasa en los partidos totalitarios, pero las personas de bien, la gente de la calle no le hacen ni caso porque lo ven como un mal menor, como el mínimo común divisor, no como un líder. Y eso en el fondo le molesta porque su ego no acepta tales humillaciones públicas. Por no atraer, no ha atraído ni a los medios de la Caverna que le jalean todos los días. Cierto que están en la misma campaña de destrucción del presidente del Gobierno, pero lo que se produjo en Madrid ayer es tan simple e insulso que no han podido sacar ni punta.
Simbólicamente, por cierto, el evento se ha desarrollado en la plaza de Isabel II, una monarca que salió huyendo de España por la fuerza del liberalismo (la Gloriosa de 1868) y el asco que le tenían los españoles y españolas, falleciendo en París en 1904. Por tanto él que es más liberal que nadie y más monárquico que la familia Borbón ha elegido una plaza muy propicia para el golpe de Estado que está perpetrando en connivencia con el establishment contra Pedro Sánchez. Lo único es que igual le puede pasar como a la monarca, que “salga por patas” de la política española del asco que le pueda producir a la ciudadanía. Y ese asco se gana por el uso intenso de las mentiras o posverdades y el continuo insulto. Lo que puede tener gracia contra enemigos imaginarios como los catalanes o los secesionistas o ETA (que no existe salvo en su imaginación), pero es muy mal valorado cuando se utiliza contra una persona. Ya le sucedió a Aznar, que supo frenar, pero Rivera tiene el odio a la España plural mucho más dentro que el señor de la guerra.
¿Qué ha dicho Rivera? Básicamente Pedro Sánchez es malo y el sanchismo nos lleva a romper España, a ser pobres y a que vuelva el terrorismo. “Lo que hemos conseguido en España durante los últimos 40 años está en riesgo si los Torra y Puigdemont manejan el poder junto a Sánchez; por eso tenemos que acabar con el Frankenstein en las urnas” ha expresado junto al pacto con los populistas de la izquierda radical de Podemos y los comunistas de Izquierda Unida que quieren acabar con la Constitución. Vamos que por culpa de Sánchez nos van a llegar las plagas de Egipto si no hay elecciones cuanto antes. Porque esa es la clave de bóveda de todo su discurso, elecciones. En Ciudadanos no saben vivir sin la tensión de las elecciones. Tres años estuvieron pidiéndolas en Cataluña y ahora, desde la llegada del PSOE al gobierno, las piden día tras día. Y no las piden porque sí. No, saben que detrás de esa petición hay una fuerte maquinaria del establishment que está preparada para acabar con Sánchez, Podemos y lo que se catalogue como izquierda.
En esta fase de la lucha de clases en que Sánchez, de forma moderada pero social, ha tomado el mando contra los privilegios de los poderosos, el establishment por medio de sus derechas (tiene tres) y algunos sociolistos no piensa retroceder en la batalla. Saben que se juegan sus millones en el saqueo que están perpetrando contra la gente de la calle, la gente decente, el pueblo, la ciudadanía. Y Sánchez representa desde su visión socialdemócrata parte de esa lucha por una vida más digna. Rivera conoce perfectamente que debe presionar, como está haciendo Vox por cierto, contra la cabeza de la rebelión de la ciudadanía para hacer caer todo el movimiento. Pensaron hace tiempo que sería Pablo Iglesias, pero resulta que le está tocando a Sánchez que aguantará porque el ataque es personal. Quien encabeza este ataque del establishment es Ciudadanos y su dirigente máximo pues son los representantes del Ibex-35 y el poder de la fracción financiera. De ahí que convocase con el lema fascista de Stop Sánchez. Un lema más propio de tiempos pretéritos donde se prohibía a las personas ser personas.
Quería ser el fürher de la avanzada autoritaria disfrazada de democracia, pero Rivera no tiene el apoyo de las masas. Por mucho que todas las mañanas Susanna Griso o Ana Rosa Quintana le lleven a la tele, y si alguna no puede ya está Ferreras para cubrir el hueco, Rivera no tiene el apoyo de la gente. Le votan por desprecio a la corrupción del PP nada más. Las personas decentes le tienen calado y saben que en el fondo de su ser es un dictadorzuelo de tres al cuarto. Y al igual que dirige Ciudadanos, como una secta con sus comisarios políticos, pretende dirigir España. Saben que la Ley mordaza sería una chiquillada con las pretensiones fascistas que hay detrás de Rivera, como los franceses han visto detrás de Macron y por eso se han levantado. Y el presidente francés ha utilizado los aparatos represivos contra los manifestantes. Eso mismo, o con más contundencia, utilizaría Rivera en el poder. Estamos ante el golpe de Estado al gobierno de Sánchez, ante la subversión de los valores democráticos, ante el intento de destruir a la izquierda española. Estamos en un momento crítico donde la clase dominante pretende domeñar al pueblo por rebelarse. Y a la cabeza política de esa acción se ha colocado Rivera.