Algunas de las comunidades cristianas de Siria (el 16% de la población) son de las más antiguas de la historia. Sin ir más lejos, la iglesia ortodoxa siríaca fue fundada por el mismísimo san Pedro. Hoy, gracias al apoyo de occidente, dicho de otra forma Estados Unidos y la Unión Europea, los yihadistas están comenzando a perseguir a esas comunidades históricas sin que nadie haya puesto el grito en el cielo (nunca mejor dicho).
Algunos medios, pocos, ya han señalado que se han producido numerosas manifestaciones por la persecución a la que se están viendo sometidos, aunque medio reconvertido como protestas por la quema de un árbol de Navidad. Bien al contrario, la quema fue el culmen de una serie de prohibiciones y de asesinatos que el yihadismo está cometiendo. Como sucedía en Iraq, la dictadura de Bashar al-Ásad permitía la libertad de culto de estas comunidades cristianas, tanto ortodoxas como católicas (como la iglesia maronita), algo que hoy ha desaparecido con la llegada de los yihadistas al poder en Siria.
Algún periódico español ya ha advertido que los cristianos sirios ven cómo la salida de un «monstruo» puede provocar la llegada de otro aún mayor. Pero no deja ser una continuación de la propaganda occidental-globalista pues la realidad es que allí, en Siria, los cristianos se están jugando el pellejo en la defensa de su libertad personal, la cual incluye la de culto. El papa Francisco, más allá de pedir la paz en el mundo como es lógico, ha pedido que ese respeto a la libertad se pueda plasmar cuanto antes en un gobierno plural. Algo que parece poco probable pues los yihadistas han comenzado a imponer la sharia a toda la población.
Los silencios sobre lo que ocurre en oriente no son de este conflicto alimentado por Estados Unidos y la Unión Europea desde hace años —sí, han sido el gran apoyo del yihadismo, como en otras ocasiones—, tampoco se comentan las matanzas de cristianos y de personas sin adscripción militar en las fronteras de Israel. Geopolíticamente parece que interesa que el yihadismo sea el elemento vertebrador en toda esa basta región. Aquellos tiempos en que la democracia liberal era vista como el summun, el fin de la historia, el mecanismo para la generación de riqueza, han pasado a mejor historia y ahora los halcones estadounidenses quieren y desean dictaduras de corte religioso.
Paradójica resulta la posición de la Unión Europea pues toda esta política internacional va encaminada a destruir, aún más, la posición europea en el mundo. Aunque vista la clase política que hay en todos los países europeos hoy en día se comprende que estén poniendo la soga para ahorcar a sus propias poblaciones. Masacrarán a los maronitas o a los siríacos y nadie dirá nada porque, al fin y al cabo, son cristianos y los cristianos son «no-seres» para la élite europea. Ya saben que ellos son más de adorar la cuenta bancaria, los chaletazos, los caballos o cualquier animal que las creencias religiosas europeas. Si creen en el águila bicéfala, el delfín alado o son islamistas son respetados y protegidos. Hoy, todavía no han comenzado las verdaderas masacres, cuando lleguen serán los gobiernos occidentales los culpables.