La actual secretaria de Ordenación del Territorio y Políticas de Vivienda del PSOE, Beatriz Corredor, va a desempeñar el doble cargo de presidenta y directora de la Fundación Pablo Iglesias. Por designación personal de Pedro Sánchez, la ex-ministra en el gobierno de Rodríguez, ocupará los cargos que antes tenían José Félix Tezanos e Ibán García por una cuestión de ciertas incompatibilidades pues la fundación recibe fondos públicos. Sorpresa para todas las personas que estaban en esos cargos y para los que conocen y han utilizado los magníficos archivos e instalaciones de la Fundación socialista. Lo curioso es que nadie haya dicho nada públicamente. A nadie le ha extrañado. Ni nadie lo ha criticado cuando hay mucho que criticar. Evidentemente, los nombramientos (en el caso de Sánchez excesivos) en la Fundación Pablo Iglesias tienen un cariz interno al PSOE, pero no por ello dejan de tener una repercusión que va más allá de lo orgánico de los y las socialdemócratas españolas.
Antes de nada hay que afirmar que las capacidades de Corredor para cuestiones jurídicas y relativas a ordenación del territorio no se pueden ocultar. Están ahí y serán los expertos quienes puedan debatir si está más o menos acertada en ese ámbito político. Ahora bien para dirigir la Fundación Pablo Iglesias no se le conocen capacidades, ni una vida “intelectual” previa. No ha destacado en el campo de las Ciencias Sociales y la Humanidades. No es una “histórica del PSOE” (milita desde 2003). Es un encargo de su amigo Sánchez y ella no le hace el feo de desestimarlo. No se puede culpar en sí a Corredor por hacerse cargo de una Fundación sumamente peculiar porque haya vaciado Ferraz el secretario general.
Y es ese sentido peculiar de la Fundación Pablo Iglesias por el que causa sorpresa el nombramiento de Corredor y, más sorpresa aún, el encargo de Pedro Sánchez de hacer de ella un centro de ideas para el PSOE. Tras haber cerrado las Fundaciones que se dedicaban a esas cosas, ahora quiere el secretario general trasformar la esencia de la Pablo Iglesias. Y lo único que puede conseguir es destrozar el buen trabajo de años y el prestigio entre los investigadores patrios y foráneos que tenía la Fundación. Son miles quienes han utilizado los archivos históricos de la fundación para tesis doctorales, libros, ensayos y otros medios de divulgación. Son miles quienes han acudido a las charlas con algunos de los más grandes pensadores internacionales sobre las más diversas cuestiones. Son cientos de miles quienes han visitado las exposiciones sobre el PSOE, la II República, la Memoria Histórica, el exilio, etcétera. Y son miles de personas las que han leído y leerán (esperemos) las revistas científicas que están bajo la tutela de la fundación.
Hace más de un año ya se avisó de error que podía suponer quitar a Alfonso Guerra, quien fue su verdadero factótum (en la sombra y al frente de la misma) desde su creación por Tezanos. Aunque es verdad que tanto el presidente del CIS como García tenían méritos para seguir con la labor que había logrado mantener y prestigiar Guerra (sin olvidar a Rafael Simancas). Pero intentar hacer de ella un think tank y poner al frente a alguien que no destaca (ni tiene porqué) en el ámbito de trabajo de la fundación, ni de la posibilidad de montar un centro de ideas, supone llevar la fundación al desprestigio. Últimamente, en cierto sentido, ya habían intentado algo así con un libro titulado Teoría Política del Socialismo en el siglo XXI, el cual es infumable y carente de cualquier perspectiva científico-política. Vamos que lo que se escribe no tiene nada que ver con la Teoría Política. Si el camino a seguir es ese, malo para la fundación, quien ha llegado a publicar obras y textos de Erik Olin Wright (uno de los mayores expertos en el estudio de las clases sociales), Philippe Van Parijs, Ludolfo Paramio, Julián Casanova, Francisco Rubio Llorente, Nicos Poulantzas, Henri Weber, Ralph Milliband, Victoria Camps, Amelia Valcárcel, Celia Amorós, Alberto Reig Tapia, Sidney Tarrow, Raimo Väyrynen, Norberto Bobbio, Carlo Roselli, Charles Tilly, Jon Elster, Michael Taylor, Rafael del Águila, José Antonio Marina, Elías Díaz o Antonio García Santesmases. Por no decir que cuando nadie lo hacía, la Fundación Pablo Iglesias ya daba la batalla contra la violencia patriarcal (que se decía en aquellos años).
La Fundación Pablo Iglesias tiene cuatro revistas de investigación en Ciencias Sociales que ya están asentadas en el mundo científico español y latinamericano. Cuadernos de Alzate (dedicada a temas vascos), Letra Internacional (de contenido más cultural), pero especialmente Zona Abierta y Leviatán (la primera más social y la segunda más filosófica si quieren verlo así), verdaderas “biblias” de los mejores debates intelectuales sobre la socialdemocracia. Posiblemente junto a la revista Sistema, las únicas revistas del panorama español abiertas a muchas voces del mundo de las Ciencias Sociales y la Filosofía para debatir y traer ideas de otros lugares. Un ejemplo. Para leer a Nicos Poulantzas en su debate en el Partido Comunista Francés sobre la dictadura del proletariado y el Estado en 1979 sólo se podía consultar Zona Abierta (para los desconocedores de la historia y su importancia, digamos que supuso una verdadera quiebra y el abandono de muchos intelectuales, sus repercusiones a nivel intelectual duraron años).
¿Está capacitada Corredor para llevar una labor así? No. Podía haber pensado, si quería una mujer, en Amparo Rubiales o la propia Cristina Narbona que conocen perfectamente el ambiente investigador y así mantener el prestigio. La Fundación Pablo Iglesias, mal que le pese al secretario general, actualmente trasciende (por fortuna) lo que es el espacio político del PSOE. Cuidar y proteger todos esos archivos de la Historia de España. Todas esas colecciones y revistas de muchísimo prestigio, el alto nivel intelectual de ponentes y escritores sólo se puede conseguir si conoces el medio. Si tienes pasión por ese tipo de trabajo que busca trascender lo meramente político del día a día. Transformar la Fundación Pablo Iglesias en un think tank no sólo es un error, sino que puede acabar con el prestigio alcanzado durante años. El respeto al pasado debe estar presente también en la protección de las características especiales de esta fundación. Ahí está la memoria de cientos de miles de socialistas, la memoria del PSOE. El cual existía antes de Sánchez por increíble que parezca.