Ha habido suicidios colectivos épicos a lo largo de la historia, como el que realizaron los judíos ante el asedio de años en Masada, o el suicidio de Numancia. Los ha habido de diversas sectas religiosas como el de Jonestown en la Guayana. Pero nunca, como está sucediendo en España, se había presenciado de manera tan clara y pública un suicidio colectivo de un partido/movimiento político.
Podemos en su histeria por ganar el relato, por su ensimismamiento mesiánico o por un doctrinarismo populista mal entendido está suicidándose a ojos de todos sin importarle lo más mínimo. Aunque como sucede con los suicidios colectivos, realmente no son conscientes de estar llevando a cabo un ritual de muerte sino de trascendencia de lo material hacia lo espiritual. Y en ese mundo del espíritu absoluto es donde se van a quedar todos colgados durante años.
Tras el fracaso colectivo de la investidura de Pedro Sánchez, en Podemos están intentando ganar el partido cuando ya ha terminado con una más de sus campañas mediáticas y de redes sociales. Quieren ganar la batalla del relato cuando ya han tomado la cicuta que les está entumeciendo el cuerpo. Una batalla perdida de antemano, no por carecer de medios al servicio de sus consignas y relatos, sino porque el hastío ha hecho presa de la ciudadanía. Dirán que en el PSOE están hablando del tema, sí, pero lo hacen porque son el grupo mayoritario y están explicando los posibles pasos a dar. Están presentando futuros escenarios en los que ya no habría miembros de Podemos en el gobierno por haberlo rechazado. Porque, esto es importante recordarlo, en Podemos rechazaron los cargos sin programa y a los diez minutos sus jefes estaban diciendo que sí, que para agosto o septiembre les parecía bien. Tras confirmar que habían cometido un grave error público y a la vista de todo el mundo (hasta sus socios de coalición miraban hacia abajo avergonzados), intentaban agarrarse a lo que habían rechazado un momento antes. En buena lógica el PSOE ha cerrado esa puerta porque si no valía antes de la votación, tampoco lo vale después de no haber posibilitado la investidura.
Las redes de trolls y activistas tuiteros de Podemos se han lanzado contra Carmen Calvo a la que acusan de manipulación de los documentos de la formación morada. Se quejan quienes suelen manipular los datos ahora de que les han pagado con la misma moneda, en una campaña desquiciante de frustración ante la visita de la parca. Incluso, la jurista Victoria Rosell increpa a Calvo por no haber ofrecido Igualdad a Podemos, diciendo que mienten en el PSOE, cuando hasta Alberto Garzón ha reconocido que, mediando para desatascar la situación, consiguió que Adriana Lastra la incluyese. Un nuevo trago de cicuta es lo que supone atacar ahora, nuevamente, otra vez, a quien le pides negociar “en serio”. Porque parece ser, como expresó Irene Montero, que antes no debía ser muy seria la negociación.
Podemos en su histeria por ganar el relato, por su ensimismamiento mesiánico o por un doctrinarismo populista mal entendido está suicidándose
Cuando la bohemia burguesa negocia debe ser que todo es friendly (les gustan los anglicismos) y divertido, lo que demuestra que están en política sólo por los cargos y no las personas, o que todo lo hacen pensando que están en una serie de televisión donde el guionista puede cambiar la historia a su gusto. Y no, ellos y ellas que presumen de conocer la historia, deberían saber que el devenir histórico no espera a nadie y si se echa el borrón ahí queda y no cabe rectificación. Desde su visión pequeño burguesa en Podemos se han creído realmente que son una élite, una vanguardia superior a los demás partidos y las personas. No es un problema de esencias sino de clasismo. Cuando Ione Belarra dice que “hay cosas que sólo puede hacer una ministra de Podemos” está confirmando esa creencia de estar por encima del resto de los mortales, de haber sido tocados por el hado de la Historia para la transformación. Y realmente, más allá de la mentalidad pequeño burguesa, son incapaces de realizar un análisis material sobre el contexto histórico. Para más inri amenazan con convocar a las masas contra Sánchez y el PSOE, ¡cómo si pudiesen reunir algo más que los cargos de la propia formación! Lo dicho, un clasismo pequeño burgués.
Creerse por encima del resto ya es un mal negocio en política. Pasa bastante en la actual clase política trufada de títulos falsos. Pero pensar que siempre se tiene la razón en virtud de tener más títulos es tan estúpido como mirar las bancadas del resto de partidos. Hay de todo, como en botica, pero en el PSOE no se carece de personas preparadas y que piensan tan bien o mejor que las personas de Podemos, dentro y fuera del parlamento. Incluso en el PSOE hay personas que siguen siendo fieles al análisis materialista en su diversas variantes, algo olvidado en Podemos, que son más de la diversidad, lo populista, lo espectacular y el centralismo democrático.
Si se fijan en la imagen que ilustra este análisis verán a Pablo Iglesias sonreír junto a los miembros de la patronal con los que se reunieron poco antes del pleno de investidura. Por eso es complicado creerse que desde la CEOE les vean como un peligro. Hace tiempo que dejaron de serlo para pasar a ser una marioneta más de la clase dominante. Ese Pepito Grillo necesario para fortalecer al sistema, porque mientras habla y habla y pide cargos vende la revolución. La clase dominante, gracias a Podemos, se ha comido al insustancial 15-M.
Y cuando todo falla aparece Juan Carlos Monedero para que el suicidio tenga algo de épica o de sustancia intelectual. Insiste el politólogo en afirmar, cual augur habiendo destripado un ave en el altar sacrificial, que todo esto es para acabar con Podemos. Que la única intención del resto del mundo es acabar con ellas y ellos que son el faro de la Historia. Desde el lunes pasado ya no hace falta matar a Podemos, se ha suicidado y lo confirmó en la segunda votación de la investidura. Y quien esto escribe no es dudoso de no haber denunciado las diversas campañas contra Podemos, pero la clase dominante se ha dado cuenta de que no son más que fuegos de artificio, de los hijos de la pequeña burguesía disfrutando de su momento rebelde. Monedero vuelve a la retórica de que el establishment está detrás de todo y que Sánchez se ha entregado. Si se le pregunta, aunque lo hace él mismo en su mismidad, ¿por qué no aceptaron los cargos que estaban encima de la mesa, que eran sociales? Porque, nos intenta manipular, al final el resto de los ministros y Sánchez no les dejarían hacer cosas de la bohemia burguesa. Hacer como Carmena que era todo publicidad y pocas medidas es sencillo y quedas bien, algo que no hubiesen impedido los demás ministros porque es una forma de gobernar muy extendida. Carmena se entregó a los poderes inmobiliarios y bancarios como habrían hecho los de Podemos, pero esto no lo puede reconocer Monedero.
Hoy es cuando hacen falta las voces de Ramón Espinar o Teresa Rodríguez pidiendo reflexión y debate. Callar un tiempo para poder resituarse. No cuando lo hicieron porque suponía hacer ganar el relato al establishment mediático. Si queda alguien sin haber tomado la cicuta en el suicidio colectivo de Podemos, es el momento de pedir reflexión, pensarse para saber qué se quiere ser. De momento Garzón amaga con ir por su camino, pero sólo amaga, y son muchas las voces que en privado piden cambiar. No haber aceptado los cargos ofrecidos no ha sido bien visto por numerosos altos cargos de Podemos, de esos que no están todo el día en televisión, ni en las redes, pero sí que piensan y se conectan en otras redes con más personas. Algún analista habla de mesianismo en el PSOE con Sánchez, algún otro de cerrazón de Calvo, Montero y Lastra; cuando en Podemos son mosaicos (de Moisés), prima la ideología líquida propia de la bohemia burguesa. Ensimismados están suicidándose pensando que es el mejor camino. Sólo les queda un antídoto que es la solución programática. Que se olviden de cargos porque si no los quisieron en el pasado, no estarán en el futuro. Todo lo demás, sin necesidad de recurrir al errejonismo, es un camino hacia la muerte, hacia un suicidio colectivo que no tendrá nada de épico, ni de histórico. Podemos será una nota a final de libro por la incapacidad de sus dirigentes.