A partir del año 2.006 el Banco Pastor había potenciado una red de oficinas de representación en Latinoamérica que presuntamente no cumplían con la normativa de prevención de blanqueo de dinero. Ante la expectativa de un beneficio muy elevado, generado por las transferencias de dinero desde esos países a España, para después reenviar ese mismo dinero a paraísos fiscales, el Pastor relajó –por ser generosos en la calificación- sus controles sobre esas cuentas. Sólo cuando la OFAC –agencia de Estados Unidos para la materia- expidió una orden internacional para prohibir la ejecución de transferencias internacionales, el Pastor cesó en esa actividad. Parece que alguna de las cuentas estaba vinculada a la trama Gürtel. José María Arias, una vez decidió vender el Banco en 2011, dio orden de destruir toda la información relativa a los clientes afectados, unos 400. Por tanto, cuando el Popular compró el Banco Pastor y PwC revisó la documentación, nada extraño apareció.
En la Audiencia Nacional se sigue este asunto en fase de investigación. Todas esas actividades las había desarrollado el Pastor antes de su venta y sólo fueron conocidas por los directivos del Popular, cuando éstos iniciaron una investigación interna en el primer semestre de 2016 cuando fueron requeridos por la Audiencia Nacional para la presentación de documentación de aquellas operaciones de los 400 clientes que presuntamente habían utilizado hasta 2011 al Pastor para sacar el dinero de sus países y desviarlo a través del propio banco en España a esos paraísos fiscales.
Los directivos del Popular, obviamente, no encontraron la documentación que José María Arias había mandado destruir. Este asunto tuvo mucho que ver con el cese de Ángel Ron como presidente, dado que Arias estaba muy preocupado por la investigación que Ron había ordenado iniciar sobre el Pastor y sus actividades en América.
Arias decidió unirse a Antonio Del Valle, conocedor de esas actividades del Pastor en México –la oficina de representación del Pastor estaba ubicada muy cerca del palacete que ocupa Del Valle en el Paseo de la Reforma en Ciudad de México– y con Reyes Calderón, aparente beneficiaria de la salida de Ron: Del Valle le había ofrecido la Vicepresidencia del Banco. Arias hizo todo lo posible por obstaculizar la investigación interna y en La Voz de Galicia se jactó recientemente de haber impulsado la salida de Ron, al que acusaba de actuar por revancha. Curiosa revancha de un presidente que descubre que su colega, en el que había confiado para hacer una fusión había ordenado destruir cualquier rastro de los clientes que enviaban dinero a España para después reenviarlo a varios paraísos fiscales, con el consentimiento del Banco Pastor. Por cierto, ¿ha ordenado la Audiencia Nacional que se tome declaración a esos 400 clientes? ¿Responden esos clientes a titularidades reales? ¿Qué ganaba Arias y el Banco Pastor en todo esto?
Es curioso, además, que Emilio Saracho pospuso la puesta en conocimiento de los resultados de la investigación que Ron había iniciado, a pesar de que éste le comunicase por escrito los hallazgos de la investigación y su recomendación de ponerlo en manos de los tribunales.