Es momento de recordar una anécdota de hace unos año. Cuando Javier Arenas iba con su atril-mitinero portátil recorriéndose Andalucía todos los días, intentaba conseguir el apoyo para el PP y poner en un aprieto al gobierno del PSOE. En parte lo consiguió y ha sido el único pepero, hasta la fecha, en ganar unas elecciones andaluzas. Nunca gobernó, pero puede decir que sí ganó. Lo que más le molestaba en aquellos años eran las palabras que, de tanto en cuanto, dedicaban sus compañeros de partido a Andalucía mostrando un desprecio notable a la región. “Me han jodido un mes de trabajo” solía comentar Arenas y así era.
Hoy cuando es más que posible que Juan Manuel Moreno Bonilla pueda lograr vencer en unas elecciones, la segunda que lo haría el PP, aparecen los políticos del PP para despreciar nuevamente a Andalucía. Estará pensando el presidente de la Junta si le van a fastidiar al final la victoria porque ha sido pisar Granada y Alberto Núñez Feijóo meter la pata. El que nos vendían los medios de derechas como el gran tapado para reflotar España no es más que un político pepero que acaba desmereciendo a Andalucía. Y no porque quiera dejar aquella región como un páramo, como él ha hecho en Galicia, sino porque es más cuñado que Pablo Casado. Y eso que éste había dejado el listón muy alto.
No se le ocurre al presidente pepero otra cosa que señalar a Granada como una ciudad fea. Más fea que su pueblo, claro. Porque en el mundo no hay nada más bonito que su pueblo. En realidad todo el mundo siente orgullo de su pueblo y cree que es lo mejor, pero cuando viaja no va metiendo el dedo en el ojo despreciando la belleza de otros lares. ¿En qué cabeza cabe citar a Bill Clinton y su éxtasis ante la puesta de sol a los pies de la Alhambra para señalar que es más feo que la que se puede disfrutar en Finisterre? Seguro que en el yate de Marcial Dorado se ven atardeceres espectaculares, pero no hay que ir a Granada a despreciar. Más cuando no venía a cuento hablar del tema.
Si a Feijóo le gusta su pueblo y los atardeceres en Finisterre, es algo completamente subjetivo. Señalarlo para dejar mal la ciudad en la que estás dando un mitin es de un nivel de memez superior. Teniendo un gusto mínimamente estético, igual una puesta de sol en la Alhambra no está tan mal como para ser despreciada. Y no vale decir que es de las más bellas, la puya ya la has dejado. Poco se puede esperar de personajes que llevan llamando incultos, vagos y demás lugares comunes a los andaluces. Por no hablar de las chanzas que hacen con el acento. Siguen viéndolos como personas que se la pasan de la Feria de abril al Rocío, de los Carnavales de Cádiz a la Feria de Málaga y como un lugar donde ir de vacaciones.
Hoy Elías Bendodo estará pensando que mejor no traer a ningún dirigente de más allá de Despeñaperros. Que igual baja Isabel Díaz Ayuso y se sorprende de que haya un Corte Inglés, haya cines y teatros y hasta tengan metro-tranvía en algunas capitales. El resto de contrincantes deben estar deseando lo contrario, porque cada vez que hablan los foráneos son votos que ganan los demás. Arenas ya lo sufrió y a ahora Bonilla está a punto de descubrirlo. Con lo que le ha costado tapar mediáticamente los casos de corrupción en Almería, para que cualquier mequetrefe le chafe el negocio.