Cuando uno vive en el extrarradio no lo nota tanto porque está casi dentro, pero si alguien vive en lontananza observará que Madrid tiene una nube negra de pestilencia y contaminación (la famosa boina). Una contaminación que se genera principalmente por la utilización de medios de transporte de combustibles fósiles y algunos otros derivados industriales. Una especie de cámara de gas mortuoria a largo y medio plazo que ya se ha cobrado 3.000 víctimas en los últimos años. Una boina que genera enfermedades respiratorias, cardiovasculares, dermatológicas desde la infancia a la senectud. Un problema que desde el Ayuntamiento de Madrid quieren solucionar con los mecanismos a su alcance, el protocolo de movilidad aprobado. Un problema que evitan solucionar PP y Ciudadanos porque ellos y ellas son liberales (o lo parecen como se verá) y lo que prima es lo individual y lo capitalista.
La polémica la desató la viceconsejera de la Comunidad de Madrid y comunicadora del PP, casadista de pro, Isabel Díaz Ayuso, con un vídeo (ver más abajo) donde criticaba a Manuela Carmena y su equipo por querer impedir el tráfico rodado de automóviles por el centro de Madrid, a la par que reducir la velocidad a 30 km/h. Una crítica fundamentada en el “ataque ideológico” de Podemos y PSOE contra las vidas de las personas al decirles “cómo y cuándo han de moverse”. Pero que los madrileños y madrileñas no se apenen porque en un año el PP resolverá todo y traerá el maná de la libertad, seguirán con contaminación eso sí. Según avanza en el vídeo Díaz Ayuso se viene arriba y proclama que las izquierdas quieren “acabar con la libertad y la vida cotidiana en las ciudades”. En resumen, los diablos marxistas (o algo peor) quieren prohibir a las personas moverse. Incumplirían así el derecho a la libertad de movimientos. Y como ellas y ellos, los del PP, son más liberales que nadie en este mundo, defenderán la libertad de gasificar Madrid, de convertirlo en una cámara de gas de efectos retardados.
La verdad es que cuando alguien les escucha decir que son liberales comienza por creerles, aunque sea para poder debatir, pero se va dando cuenta que no, que no llegan ni a eso. Hablan de libertad sin saber siquiera qué puede significar (nadie les ha explicado que incluso hay tres tipos de libertad en el plano teórico). Hablan de opresión o de acabar con derechos haciendo una gradación donde arriba siempre está lo que a ellos y ellas se les ocurre en el momento. No pasan de ser unas personas que se han pasado algún libro de Friedrich Hayek por el lomo y poco más. John Stuart Mill, el pensador liberal por excelencia y escritor de uno de los más bellos ensayos sobre la libertad, estaría espantado al escucharles. Alguien que pedía libertad para cualquier persona para ser como quisiera, se asombraría de que Díaz Ayuso hable de libertad mientras en su partido se la niegan a los que piensan diferente. Se asombraría de que Martínez Almeida hable de libertad para usar el vehículo cuando se está acabando con la felicidad general, con la libertad vital de todas y todos.
Ni Robert Nozick, el gran anarco-liberal, estaría de acuerdo porque el Estado mínimo debe preservar la vida de las personas para que luego sean libres. Y eso es lo que pretenden los protocolos de tráfico, intentar preservar la vida y la salud de las personas que viven en grandes concentraciones urbanas. Si Díaz Ayuso quiere la libertad de moverse en su coche, debería entender que otras personas quieren tener la libertad de vivir, de no fenecer por los gases mortales de su tubo de escape. Pero como son hijos de José María Aznar, que comenzó siendo un negacionista del cambio climático hasta que un lobby le hizo cambiar mínimamente su postura, el mismo que decía que se tomaba las copas de vino que hiciesen falta antes de coger el coche y así matar a transeúntes u otras personas que fuesen en sus respectivos coches, se comprende que quieran aniquilar a los demás. Pero es que son muy pobres intelectualmente y por eso sueltan lo que sueltan por su boca. A nadie se le está quitando el derecho a moverse o desplazarse. Pueden salir a la calle y ningún policía les va a detener, ni les va a impedir cambiar de acera o entrar en otro barrio. La libertad de movimientos se refiere a eso, no a coger coches, caballo o bicicleta. ¿Se les impide ir de Serrano a Sol? No, pueden hacerlo andando, en bici, en autobús, en metro o subido en la espalda de alguien. Por tanto la libertad de movimiento no queda restringida. Lo que no pueden es ir en coche contaminando, como pasa en otras capitales occidentales y no-occidentales.
Ni tampoco las restricciones de tráfico impiden la creación de empresas en el centro o acudir a comprar. Debe ser que como tienen aparcamientos pagados por los contribuyentes no saben que la mayoría de personas acuden a trabajar en metro y autobús. Por cierto, un metro que está masificado y con amianto por culpa del gobierno del PP. Al centro la mayoría de personas acude en transporte público a comprar. Vamos al menos los que tienen esa posibilidad y no están en una situación precaria debido al austericidio del PP. Y tampoco saben que si alguien quiere montar un negocio en Madrid hay sitios mucho más baratos y con mejores condiciones que el centro, pero esto desde los tiempos de Ana Botella. Hablan desde el desconocimiento profundo de la realidad, hablan mediante procesos de ignorancia. Como les pasa a Ciudadanos.
A Begoña Villacís tampoco le gusta el protocolo de la izquierda, pero tampoco lo que dice sobre libertad extrema el PP. Ella cree que se deben tomar medidas. ¿Cuáles? Medidas que permitan coger el coche y no contaminar. La cuadratura del círculo que como no la tienen en la formación naranja no pueden decirla. El caso es que, realmente, piensan igual que el PP pero no pueden decirlo porque quedarían mal. Tampoco es que les importe mucho si las personas agravan un cáncer, si mueren de un paro cardíaco por constante inhalación de los gases derivados de los tubos de escape, si a una niña le sale una reacción alérgica en la piel por ese dióxido de nitrógeno. En un estudio reciente (El aire que respiras) la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES), con el apoyo de una aseguradora, han encontrado en los últimos años ha habido 93.000 muertes prematuras debido a la contaminación. De ellas 3.000 en Madrid capital. Unas muertes que a PP y Cs no preocupan porque ellos son negacionistas, porque hacen del uso del coche una forma más de dominación de clase, porque les da igual que mueran otras personas pues no son ellos y ellas… de momento.