La mayoría de medios de comunicación se han quedado en lo superficial. Han explicado que PP y los cuatro de Ciudadanos se han abstenido en la votación de condena del franquismo. Y lo han hecho para su escarnio y humillación personales sin duda. Pero hay algo más, algo mucho más siniestro, más elaborado por una mente que se mueve bien en las triquiñuelas y en el lodo de la oscuridad como es el portavoz senatorial Ignacio Cosidó. Sí, el mismo del mensaje sobre el control de la Justicia por detrás. Mediante una enmienda, una sutil enmienda, querían el PP y su socio de derecha extrema Ciudadanos acabar con la gran mayoría de los partidos políticos que hay en España. Una ilegalización en toda regla para hacer del Estado y las instituciones representativas su coto privado. Algo muy propio del estilo de Pablo Casado.
“El Senado insta a prohibir cualquier Fundación o Asociación que glorifique el Nazismo, el Fascismo, el Comunismo y todas aquellas ideologías populistas que fomentan el enfrentamiento entre ciudadanos” han escrito en el punto dos del articulado de la enmienda como pueden observar en la imagen adjunta. Dirán ustedes que no dice partidos políticos, y es cierto, pero un partido no deja de ser una asociación política y ahí es donde se encuentra la clave del asunto. La prohibición de asociaciones y partidos fascistas y el resto de los que no les gustan. Porque no hay nada tan sencillo como calificar de populista a quien sea necesario para ilegalizarle. O decir que como hay marxistas en tal o cual partido, son peligrosos rojos que piensan llevar a España a la pérdida de los valores universales y la destrucción de la raza, y por ello ilegalizar.
¿Qué partidos entrarían en esa prohibición? Izquierda Unida claramente por tener al PCE dentro de sus filas. Y como son comunistas a ilegalizados. Da igual que sean hijos del eurocomunismo y por tanto críticos del estalinismo, del maoísmo y demás regímenes atroces que no respetaban los derechos humanos. Para alguien del PP los rojos son los rojos y se ilegalizan. Tiene suerte el PSOE de no tener ya más que un puñado de marxistas porque le pondrían en esa lista también. La incultura de los conservadores, producto del franquismo heredado, asimila marxismo a comunismo y mil males más. Podemos estarían en un segundo lugar por ser populistas y enfrentar a unos ciudadanos con otros. Da igual que el enfrentamiento sea entre el pueblo (la mayoría) y la casta o establishment (la minoría), es suficiente para el PP para ilegalizarles. Y claro también estarían los catalanes ERC y PDeCAT pues son populistas, enfrentan a las personas y, además, tienen ideas nacionalistas. Así que ilegalizados también. Y no digamos EH Bildu que es el peor de los peores males que existen en el parlamento. El PNV, empero, tendría la soga al cuello según se moviese. Así se habrían liquidado a casi toda la izquierda y a los que les molestan.
No es de suponer que se atreviesen con Ciudadanos pues están protegidos por el poder económico pero cabrían también en esa (in)definición de populistas. Albert Rivera es único para hacer populismo, del sistema sí pero populismo, y enfrentar a personas. Lleva haciéndolo desde que entró en política hace muchos años. Enfrentar a catalanes, a partidos entre sí, a españoles con españolas y todo lo que se le ponga por delante pues concibe la política en términos simplistas y binarios: amigo-enemigo. Con esto el PP tendría casi lo que quiere el bipartidismo perfecto por ilegalización de los enemigos. Con todo y aunque parezca chusco, lo que revela este tipo de enmiendas y proposiciones es el autoritarismo propio de los partidos del sistema, de la clase dominante, ante el peligro de que la escisión entre ciudadanía y clase política lleve a un abandono y deslegitimación mayor de lo político, generando nuevos mecanismos de participación democrática y, quién sabe, si rebeliones contra el propio sistema.