La sustitución de Manuel Marchena no permitirá al PP controlar “la Sala Segunda desde detrás” sino que, por el contrario, servirá de pistoletazo de salida a las recusaciones de los magistrados que constituyeron la Sala de Admisión y la consiguiente nulidad de la instrucción de Pablo Llarena en la causa del Procés.
El portavoz de los populares en el Senado, Ignacio Cosidó, se vio obligado a enviar un whatsapp a sus compañeros para responder a las críticas que el pacto para nombrar a Marchena como presidente del CGPJ había suscitado tanto en la opinión pública como en círculos del propio partido. En ese mensaje se decía que, poniendo a Marchena, el PP controlaría “la Sala Segunda desde detrás”.
La sustitución de uno solo de los componentes de la Sala concede a las defensas de los imputados un nuevo plazo para recusar a los magistrados no sustituidos por motivos anteriores a la sustitución. La cuestión es importante porque la última decisión que tomó Marchena en la causa del Procés contaminó a todos los magistrados que componían la Sala de Admisión.
La confirmación y la revocación del Auto de conclusión del sumario es un trámite propio de la fase de instrucción, y por esa razón no la puede acordar la Sala de Admisión sino la Sala de recursos.
A la información a la que ha tenido acceso Diario 16, acerca de que a Pablo Llarena se le olvidó acordar el Auto de incoación de sumario en la causa del Procés, se le une ahora el no menos sorprendente hecho de que el Auto de confirmación del sumario tenía que haberlo acordado la Sala de Recursos al tratarse de un acto propio de la instrucción, y no la Sala de admisión liderada por Manuel Marchena que es, sin embargo, la que tiene que juzgar.
Por esa razón, Ignacio Cosidó se equivocaba cuando intentaba convencer a sus compañeros de partido sobre que el PP controlaría “la Sala Segunda desde detrás” a pesar de la salida de Marchena de la causa del Procés. Ocurrirá justo lo contrario, perderán el control.