¿Por qué no empezamos a solucionarlo desde mañana mismo, 26-N? ¿entre todos, también ustedes, señores políticos? ¿volverán a ponerse de perfil una vez más, la enésima? ¿por qué por mucho que se aprueben leyes y se firmen pactos de Estado el papel mojado siempre huele a eso, a mierda? ¿por qué no entramos de una vez en esas mentes, en la de esos criminales machistas que agreden, apalean, denigran, avasallan, vejan y asesinan vilmente, y vemos que en el fondo no se trata más que de un problema cultural, de educación? ¿por qué en los colegios se enseña a derivar complejas fórmulas matemáticas desde niños y no a tratar a tus semejantes con respeto y en condiciones de escrupulosa igualdad? ¿por qué tras el necesario minuto de silencio en memoria de una nueva asesinada, siempre demasiadas, los poderes establecidos se miran aún con rostro de asombro? ¿con qué rictus se va a la cama ese juez que ha rechazado una orden de protección a una mujer que imploraba ayuda y aparece acribillada a puñaladas días, semanas o meses después? ¿qué ven en el espejo esos abogados que rastrean en la vida de una joven para intentar hallar alguna explicación exculpatoria a una denuncia por violación colectiva? ¿cuántos años tendrán que pasar para que los periodistas, nosotros, y los medios de comunicación en general dejemos de hacer de la equidistancia una bandera hipócrita de actuación ante un lacerante problema que requiere sobre todo compromiso social y ético como es el de la violencia machista? ¿por qué, una vez abandonada para siempre la indignante coletilla de “crimen pasional”, aún se mantiene la idea de que las mujeres “fallecen” o “mueren” sin más por violencia machista como si de una enfermedad natural se tratara? ¿por qué cuesta tanto decir que son asesinadas por terroristas sin escrúpulos ni enfermedad mental atenuante que valga? ¿por qué los políticos hacen política partidista con un asunto que es, o debería ser, política de Estado? ¿por qué siempre existen demasiados hombres que aún ven a las mujeres como algo más que el otro sexo con el que compartimos nuestras vidas, más bien una adversaria, una enemiga, alguien en quien desconfiar o a la que denigrar utilizando los resortes del poder que la milenaria sociedad machista les ha otorgado históricamente?
En fin, ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?
Responder mañana siempre será tarde, y acumulamos ya varios milenios de retraso.