Tal y como se rumiaba el presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García Page, el gobierno quería hacer un trasvase Tajo-Segura para Semana Santa. Aprovechando el parón festivo y la constricción de las fechas, el golpe a las cuencas castellano manchegas está listo según hemos conocido de fuentes del ministerio de García Tejerina. A esta propuesta, sin luz, ni taquígrafos, se ha sumado Ximo Puig, president de la Generalitat Valenciana. Una traición en toda regla al compañero de partido que viene defendiendo, con toda razón a la vista de la situación hídrica de la cuenca del Tajo, que paren los trasvases hasta que haya un Plan Nacional del Agua. En esta situación Puig ha mirado por la solución sencilla en su región, seguir esquilmando el Tajo sin dar aprovechamiento a las desaladoras.
«La postura del Consell en apoyo a los regantes es clara: que se cumpla la ley y no se pierda más tiempo en atender la situación de emergencia de la Vega Baja y el conjunto de Alicante», ha afirmado Puig en referencia al reciente aumento de las aguas en el Tajo, con lo que este ya ha alcanzado el nivel establecido en el Memorándum de Entendimiento del Trasvase. Respecto al pacto nacional por el agua, el responsable del gobierno valenciano ha pedido al ejecutivo estatal «que no se avance de espaldas a los regantes de Alicante y del conjunto de la Comunitat Valenciana». En la apertura de la jornada por el Día Mundial del Agua celebrada en Alicante organizada por la Federación de Comunidades de Regantes de la Comunitat Valenciana (FECOREVA), a la que ha asistido, Puig ha presentado además el nuevo plan de la Generalitat para el aprovechamiento de los recursos hídricos, basado en la mejora en la eficiencia del consumo, la modernización de los regadíos y la reutilización de aguas.
«En los próximos cuatro años ya están previstas las inversiones directas y subvenciones a comunidades de regantes para la modernización, que ascienden a 150 millones de euros, de los que 60 millones se destinarán a las comarcas de Alicante», ha matizado el jefe del Consell respecto a la financiación pública. Con estas inversiones, en las próximas dos décadas se espera conseguir la reutilización de aguas regeneradas, un incremento de la capacidad de embalse y la modernización a través de las tecnologías de la información y optimización de la eficiencia hídrica de más de 100.000 hectáreas de regadío. Por último, Puig ha destacado la inversión de 153 millones de euros entre 2018 y 2021 para tratamiento de aguas depuradas, que «pondrá a disposición del sistema de regadío valenciano 60 hectómetros cúbicos de agua adicionales», ha subrayado. Solo este año, según el president, las actuaciones sobre 13 estaciones depuradoras aportarán 18 hectómetros cúbicos de agua regenerada, 10,5 de los cuales serán para las comarcas alicantinas.
En este sentido cabe destacar que aún esperan los barones regionales del PSOE, y eso que se les había prometido desde Ferraz tener el Plan casi a punto, que desde la Ejecutiva socialista se pongan a trabajar en este sentido. Cristina Narbona es muy partidaria de la utilización de las desaladoras y no de los trasvases, pero no todos piensan igual dentro de la ejecutiva socialista. García Page ya lo ha dicho por activa y por pasiva, “se acabó el tiempo de los trasvases”, es el tiempo de que las regiones que tienen menos agua históricamente, se pongan a trabajar en soluciones propias sin perjudicar los derechos de los ribereños del Tajo. No sólo es cuestión de agua desde desaladoras o de reciclaje, sino que adapten su estructura productiva a los medios realmente que se tienen.