El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y la canciller alemana, Angela Merkel, se reunieron en el palacio de Meseberg en Alemania, el cual en tiempos de la RDA fue utilizado como guardería infantil y hoy está reservado a las visitas internacionales. Ambos dirigentes estuvieron charlando sobre varias cuestiones de importancia internacional y regional, como la contribución de Rusia a la seguridad energética europea, el conflicto sirio, el acuerdo nuclear con Irán y la guerra arancelaria de EE.UU.
Respecto al proyecto de gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2, una iniciativa, que busca mejorar el suministro energético de Rusia a Europa occidental, ha recibido críticas internacionales, algo con lo que no están de acuerdo Merkel y Putin. Según el portavoz oficial del Kremlin, Dmitri Peskov, durante el encuentro se enfatizó la naturaleza «exclusivamente comercial» del proyecto. Capitalismo puro y duro según los políticos rusos. Putin aseguró a Merkel que Rusia concede una gran importancia al desarrollo de la cooperación en beneficio mutuo con Alemania. «Rusia contribuyó y sigue contribuyendo a la seguridad energética de Europa», declaró el presidente, agregando que su país «siempre ha sido un proveedor fiable». Peskov posteriormente puntualizó que «las partes consensuaron que el proyecto debe completarse». Una vez que se obtengan los restantes permisos de construcción de países europeos y se concrete el proyecto, se espera que se duplique el suministro actual de gas natural por esa ruta.
El presidente ruso afirmó que el Nord Stream 2 mejorará el suministro de gas hacia Europa y aseguró a Kiev que el gasoducto «no obstaculiza la posibilidad de que el suministro de gas ruso siga llevándose a cabo a través del territorio de Ucrania». Dando a entender que existe una distensión con el conflicto ucraniano. A este respecto ambos dirigentes «lamentaron que el proceso de implementación de los Acuerdos de Minsk esté totalmente estancado. Por ello, Putin y Merkel han querido mostrar su preocupación por la incertidumbre sobre la prolongación de la ley sobre el estatus especial de la región de Donbás, al Este de Ucrania, un elemento «bastante importante» de los Acuerdos de Minsk, que pronto expirará.
Otro tema en que hubo sintonía de opiniones entre ambos dirigentes es el relacionado con el giro experimentado por EEUU en materia de comercio internacional. En este sentido, Putin y Merkel afirmaron que «el comportamiento imprevisible» de algunos países en la política arancelaria puede tener consecuencias negativas para toda la comunidad internacional. La actitud del presidente Donald Trump, que ya le ha llevado a un fuerte conflicto comercial y financiero con China, más allá de filias y fobias, no gusta ni en Berlín, ni en Moscú. Esa política de defender lo suyo pero queriendo que los demás se plieguen a los deseos del Imperio podría tener réplica desde la UE y Rusia si no cambiasen las tornas.
En cuanto a Irán, el presidente ruso dijo que «es extremamente importante» preservar el acuerdo nuclear con Teherán avalado por el Consejo de Seguridad de la ONU, que está encaminado a reforzar la seguridad regional y global y el régimen de la no proliferación nuclear. Merkel se mostró de acuerdo en este tema con el líder ruso y agregó que todas las controversias en torno a este asunto se pueden arreglar mediante el diálogo. Peskov resumió el encuentro entre ambos dirigentes como «una conversación muy útil y oportuna para sincronizar los relojes sobre toda una serie de temas de actualidad».