Fuente: ATM web

Deslizado en párrafos de artículos anteriores ya se contó que había algún tipo de campaña contra algunos jugadores del Atlético de Madrid que se querían vender. Esos a los que los amanuenses tildan de «jugadores con mercado». Aquello que dijo Medina de los 200 millones de inversión netos, que la mayoría de las personas con cabeza y conocimiento del gilismo nunca creyó, quedó rápidamente en el olvido y las cuentas se deben cuadrar. Se podían gastar 60 o 70 kilos, eso se han gastado y por ello ha sido que han filtrado a los medios «oficiales» aquello de «plantilla cerrada… salvo si hay salidas». Lo de siempre, vemos.

El entrenador, como dijo en rueda de prensa, quiere más incorporaciones en puestos que él considera claves —el regateador y, posiblemente, otro mediocampista—, para ello tienen que salir jugadores y les toca a algunos que no gustan al Cholo Simeone, que pueden colocar fácilmente con algún amigo o intercambiar tipo «senderista luso». Para ello nada mejor que lanzar campañas de señalamiento en medios de comunicación, redes sociales o espacios rojiblancos filtrando aquello que interesa a cualquiera. Hoy a este del Twitch, mañana a los de Marca, al otro a los del streaming y posteriormente al insider de X. Se va creando de esta forma un caldo de cultivo para que la afición comience a coger asco a este o aquel jugador, a la par que se les vende el «gran fichaje» que se podría hacer si esto o aquel se van. Dejan ver que igual se lanzarían en un momento del mercado a por Gyokeres y ya tienen la campaña hecha.

Este año son tres los futbolistas que vienen sufriendo esa campaña de descrédito, esa campaña de dejar hacer a la redes sociales y los comentarios en los bares y chiringuitos de playa: Molina, Gallagher y Sørloth. A Molina le han puesto en la picota por ser extracomunitario, por lo que no podría venir el ¿Cuti Romero? —no le han hecho ni oferta seria al jugador— o cualquier otro inventado de la plaga de fichajeros que pululan por las redes. Era el más sencillo de atizar porque su calidad y sus prestaciones en el campo son desconocidas para la gran mayoría. Campaña contra el chaval en todos los espacios hasta que se le ha hinchado la vena o queda a la espera de decidir ir a un sitio que le guste. Se dice que al «Cholo le encanta y no quiere que se vaya», que a saber si es verdad —mientras tanto filtran que el hijo mediano del entrenador va a ser el representante del jugador para dar algún palo— y a otra cosa.

Con Gallagher ha sucedido tres cuartas de lo mismo. Desde el comienzo del período de fichajes, desde los amanuenses oficiales a cualquier espacio rojiblanco, se ha venido insistiendo con su salida para poder fichar a la «gran perla del fútbol» o a «ese jugador clave para el Cholo» porque tiene mucho mercado en Inglaterra y el chaval querrá ir al Mundial —obviando que Tuchel, actual entrenador inglés por si no lo saben, no es que se lleve muy bien con el chico—. De hecho se sigue insistiendo en ello, con menos ímpetu ahora —porque si no se ficha a un centrocampista el Cholo no le va a soltar—, pero dejando caer que igual es mejor que salga porque, total, también es un tuercebotas. No se puede olvidar que siempre hay que desprestigiar al jugador entre la afición.

Ahora llega el turno del tercer invitado, Sørloth. También desde el comienzo del período de fichajes se ha especulado con su salida para traer al «goleador de todos los goleadores», unos días con más énfasis, otros con menos. Su nombre aparecía en los diarios que todos ustedes conocen como posible salida para fichar más y mejor. Tras la llegada de Raspadori, de quien no se sabe si es salmón o salmonete todavía y culpa no tiene, las expectativas de la afición bajaron mucho. Las campañas para fichar delanteros de época no podían cuajar. Entonces, ¿cómo hacer que el noruego salga? Porque, esto es cierto, a Simeone los nueves puros no le gustan, nunca le han gustado —incluso se podría decir que los delanteros no le gustan, pero esto es subjetivo— y le han durado poco. Como no le han dicho nada al chaval… toca decir que está cabreado con el entrenador y bla, bla, bla.

Ayer mismo, Juantxito decía que le habían filtrado que Sørloth no tiene ningún problema, tipo Diego Costa de agarrarse a hostias, con Simeone, pero que traiga 35 si quiere salir. Mientras tanto, el jugador lleva aguantando un día de insultos, desprecios y el manido «quien no quiera estar que no esté» por parte de la gloriosa. ¿Se han fijado que los amanuenses habituales esta vez no han dicho nada? Campañita al canto que triunfa contra el pichichi en Liga de la temporada pasada.

De esta forma Miguel Ángel Gil Marín logra que la afición acabe siendo el mecanismo de presión para que salgan unos y otros. Es más sencillo decir al representante «mira la que tienen montada estos», «el chaval una temporada así no va a aguantar», etcétera. Ni él, con sus cuentas, ni el entrenador, en la mayoría de los casos, salen perjudicados cuando en realidad son decisiones técnicas/deportivas o económicas. Si esto de Sørloth sale ahora es porque Gil Marín ya tiene apalabrado un sustituto cedido con compra obligatoria el año que viene con su amigo Al-Khelaifi —tipo Kolo Muani o Gonçalo Ramos—, o porque va a trapichear con la Juve un intercambio, o porque quiere hacer caja y traer cualquier cosa rara que le ofrezcan las agencias amigas.

Todos los años hay alguna campaña así y lo peor es que si Molina da un pase a la grada, Gallagher mete un balonazo o Sørloth falla un gol cantado, la afición se les va a echar encima pues la campaña queda en el subconsciente y son culpables de no haber fichado a ese que jamás iba a venir. Siempre le salen bien las campañas y lo mejor es que participan alegremente todos sin percatarse de ello.

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