Albert Rivera ha decidido que con sembrar el odio desde los púlpitos que le brinda el establishment que ahí le ha puesto no basta, sino que hay que realizar acciones, confrontar, generar violencia entre el pueblo catalán. Por ello ha acudido con sus conmilitones de Ciudadanos a quitar lazos amarillos, eso sí, seguido de una gran cantidad de medios de comunicación para que recogiesen la “gesta” del dirigente de derecha ultranacionalista. Parece ser que los lazos amarillos son una ofensa a la nación española o algo así y hay que acabar con ellos pues son la muestra de una invasión por parte de los independentistas de la calle. Una calle que sólo es suya, rememorando a Manuel Fraga.
Le molestan los lazos amarillos a su vista española; le molestan los lazos amarillos a su corazón español; le molestan los lazos amarillos a su visión homogeneizadora bajo el águila imperial; le molestan los lazos amarillos porque más que presos querría ver humillados, expulsados y hundidos en la miseria a los políticos independentistas. Pero no a los que están en prisión solamente sino a todos. O picando piedra en el Valle de los Caídos. Eso le encantaría sin duda. Por eso ha lanzado una campaña para quitar los lazos amarillos en cualquier lugar del mundo, no sólo en España. Así sea dentro de propiedades privadas, lo cual es delito, pero especialmente en la calle. Porque la calle es suya y de quien él decida, haciendo gala de un autoritarismo mayor que el que dice atacar.
Por eso se hace caso de cualquier bulo o mentira que se difunda desde medios parafascistas (principalmente). Y es comprensible que sea molesto ver tanto lazo amarillo porque desde Ciudadanos no han respondido con más democracia, con más foro público, sino con violencia, porque esa violencia nutre sus filas y les vale para proclamarse salvapatrias. Tampoco le va a la zaga Inés Arrimadas, otra que se las da de leída y no lo demuestra, que es más viborilla aún que Rivera y más ultranacionalista. Ambos quieren quitar todos los lazos porque les molestan pero sin percatarse de que con esa acción no sólo generan violencia (simbólica y real) sino que están pisoteando la democracia. Es una actitud completamente antidemocrática. Y lo mejor es que afirman el dúo naranja que la “violencia no se puede nunca justificar en democracia”.
La calle no es de nadie y es de todas las personas, no sólo para transitar sino también para expresar sus preferencias, debatir y denunciar lo que se cree es una injusticia. Como Rivera y Arrimadas habrán acudido a Londres, como buenos liberales que dicen ser, sabrán que existe en Hyde Park una esquina donde las personas pueden realizar un “mitin” y dialogar con los demás, Speakers’ Corner se llama. Eso mismo son las calles de todo el mundo, o al menos deberían ser. Tras sufrir una dictadura de casi 40 años (esa que quieren revisar en Ciudadanos, como hace Toni Cantó), en España la calle es símbolo de denuncia y democracia. Expresarse no sólo es sano, sino necesario. Y los lazos amarillos, se esté o no de acuerdo con lo que expresan, son una demostración de esa denuncia democrática. Les guste o no a Rivera y Arrimadas.
De ello se infiere que quitarlos y alentar que se quiten es una actitud de poco respeto al otro, al diferente, al que piensa diferente. Es una actitud antidemocrática y totalitaria donde sólo se permite una expresión y un pensamiento único. Y cuidado que si no le gustan los lazos amarillos podrían contrarrestar con mil fórmulas. Pero no les interesa a Rivera y Arrimadas confrontar, debatir o consensuar, quieren destruir a los independentistas de la misma forma que destruyen los lazos. Como querrían hacer con los que ellos y ellas llaman populistas, y que las personas normales catalogan de gentes de izquierdas. El poso ideológico de Ciudadanos es tapar la violencia sistémica y agigantar la social. Para ellos la calle no existe como lugar democrático, sólo sirve para que los VTCs circulen por ellas y para que los manteros (“esos harapientos” deben pensar) desaparezcan de allí. Porque lo que no les gusta debe desaparecer. Es la negación de cualquier condición al otro antagónico. Es la negación del ser. Sólo les valen los números y las identidades intercambiables. Sólo les sirven las personas como mercancías (piensen en los vientres de alquiler).
Los lazos amarillos serán cansinos, denunciarán algo ilógico o lo que se quiera (salvo que los pongan donde se impide el paso o el disfrute de los demás), pero son expresión viva de una posición sociopolítica de la mitad de los residentes en Cataluña y como tal completamente respetable y combatible sin violencia. Si los argumentos no sirven, y en Ciudadanos llevan sin argumentos desde que se formaron, si el debate no sirve, si la confrontación simbólica no existe, si sólo se quiere guerra y muerte, entonces mejor que hablen los tanques. Pero como son más las personas que quieren diálogo y democracia habrá que señalar a los que quieren tanques, y Rivera, Arrimadas, Girauta o Villegas los quieren.
PD. Por cierto señor Rivera y señora Arrimadas ¿qué opinan de la agresión recibida por el compañero de Telemadrid por parte de su turba de quita-lazos? Incluso si hubiese sido de TV3 la acción habría sido deplorable y fascista. Cualquier trabajador de cualquier medio es sólo eso un trabajador o trabajadora. Pero como a ustedes tampoco les gustan los trabajadores sino que son más de capitalismo igual les parece bien que se les pegue. El odio y la violencia generan violencia y ustedes en Ciudadanos la están generando.