La política tiene estas cosas, vas hablando de los periodistas como “hienas” y acabas cuidando de las “hienas” existentes en el propio partido político. Rafael Hernando deja de ser portavoz del Grupo Parlamentario y pasa a ser el presidente del Comité de Derechos y Garantías del partido. Digamos que el perro policía del PP, cargo que le viene al pelo porque será él quien tome la decisión de expulsar, sancionar o suspender de militancia al que se vaya de la lengua o esté imputado por corrupción.
Paradojas de la vida, Hernando igual tiene que realizar la primera de esas suspensiones con Gabriel Amat, cuya instrucción ahora parece que sí avanza, tanto como para que el juez de instrucción le haya dado 5 días para enviar información o le manda a los cuerpos policiales. El gran amigo de Hernando en Almería, a donde acude para pasearse cuando el cacique se lo pide, se las verá con su pupilo a no más tardar. ¿Sentirá placer o pena el ex-portavoz? A saber porque en política los cariños y los afectos están atravesados por las cuotas de poder. Al menos el nuevo presidente, Pablo Casado, le ha dejado un huequito por los daños causados.
Eso sí, no piensen que han dejado a la zorra el cuidado del gallinero, le han puesto un perro de presa de la ex-secretaria general, María Dolores Cospedal. Juan Ignacio Echániz estará junto a Hernando para que no se le vaya la mano con unos, o se muestre timorato especialmente cuando toque advertir o fulminar a personas cercanas a la “chiquitilla”. Echániz, ese médico al que sus compañeros de profesión quieren tanto en Castilla-La Mancha que si le tuviesen que operar a vida o muerte, apuesten por lo segundo. Destruyó todo lo que pudo y más la Sanidad en tierras manchegas, precarizando la situación de los miembros de la Sanidad hasta tal punto que aún hoy no se han recuperado pese al esfuerzo del gobierno de García-Page.
Al menos parece que Hernando sale mejor librado que sus compañeros andaluces (aunque él sólo sea un cunero). Javier Arenas, como se preveía, queda de senador raso y con la puerta entreabierta, salvo que las elecciones europeas lo impidan. Allí, en Bruselas podría tomarse algo con Puigdemont, pero tomar el sol y lucir esa tez morena un poco menos. Juanma Moreno Bonilla, pese a arrastrarse buscando el perdón, va a salvar de momento la cabeza porque las elecciones andaluzas se antojan cercanas. Él sí que hubiera aceptado un puesto en la ejecutiva, pero no se lo han ofrecido y queda a expensas de sacar un buen resultado en Andalucía. No va a tener la suerte de Mari Mar Blanco que ahí sigue después del trabajo que no ha realizado en su vida dentro del partido. Pero ya saben todos y todas quien es.
Realmente, a Hernando se le echará de menos. Con unas portavoces como Dolors Montserrat y Adriana Lastra el parlamento ganará en no se sabe bien qué, pero pierde gracia, ingeniosidad y mala leche. Al menos queda Irene Montero (en cuanto sus niños salgan adelante, que parece que sí) y en menor medida Juan Carlos Girauta, cuyo estilo es más de chulo de barrio que de mordaz. Ahora tendrá que contar cómo expulsan a unos y otras por corrupción y será gracioso volver a escuchar que si hienas, que si serpientes, pero el Parlamento pierde juego.