El 27 de febrero es el Día de la Independencia de la República Dominicana. A diferencia de otros países que celebran sus fiestas patrias conmemorando la liberación de los españoles, Dominicana rinde homenaje a sus héroes que crearon un Estado tras liberarse de la invasión haitiana.
Durante la ocupación del territorio por parte de Haití, Juan Pablo Duarte creó la sociedad secreta «La Trinitaria» y planeó un golpe de Estado en contra del gobierno vigente en ese momento. El 27 de febrero de 1844, Juan Pablo Duarte y el resto de «La Triniatria» lograron la independencia de la República Dominicana como Estado soberano. Francisco del Rosario Sánchez lideró a los rebeldes en la toma de la Fortaleza de Ozama, en Santo Domingo, mientras Matías Ramón Mella disparaba el conocido como «trabucazo de la independencia» y Sánchez izaba la nueva bandera tricolor mientras gritaba: «¡Dios, Patria y Libertad!».
Actualmente, en el Día de la Independencia, es la fecha señalada para que el presidente de la República Dominicana pronuncia un discurso de rendición de cuentas ante todo el pueblo. Este año, Luis Abinader ha mostrado sin ningún tipo de eufemismo cómo se está aplicando «el cambio» que prometió a través de un nuevo estilo de gobernar cuyo cimiento principal es aumentar el bienestar del pueblo a través de la racionalización humana de los datos macroeconómicos.
Cuando Abinader habla del pueblo, no se refiere sólo a los que viven en el país, sino que no olvida jamás a los millones de familias dominicanas que tuvieron que emigrar al extranjero, principalmente a Estados Unidos y España. La diáspora es un elemento fundamental para República Dominicana, sobre todo a nivel económico por las remesas de dinero que envían mes a mes desde sus países de origen. Por eso, el actual presidente sabe que es el principal elemento social y que el gobierno no se puede olvidar de ellos, como, tristemente, ya ocurrió en el pasado.
«Respecto a nuestra diáspora, es para la política exterior del gobierno una prioridad, por lo que una de nuestras acciones ha sido mejorar la labor del Instituto de Dominicanos y dominicanas en el Exterior», dijo Abinader, quien, además, manifestó que los acuerdos firmados con el Banco Nacional de Desarrollo y Explotación (BANDEX) sirven para conceder préstamos y facilidades bancarias para la diáspora. Esta medida tiene eficacia no sólo para los dominicanos en el exterior, sino que son un aporte importante para un crecimiento de las exportaciones. Es decir, una especie de quid pro quo en el que valorar el potencial que la diáspora tiene para el crecimiento económico y el sostén social de República Dominicana.
Este punto fue potenciado el pasado mes de enero cuando el Banco de Reservas abrió una oficina comercial en Madrid, lo que acercó su país a la diáspora.
Abinader tiene conciencia plena de que el crecimiento económico de República Dominicana puede ser fortalecido por la diáspora y así lo demuestra por sus resultados. Las contribuciones fiscales de los dominicanos en el exterior fueron mayores que las de la población autóctona en cuatro de la seis principales categorías tributarias. De ahí que el compromiso asumido por Abinader tenga un componente económico, evidentemente, pero también humano, porque son muchas las familias que dependen de lo que sus parientes les envían desde el extranjero. El presidente lo sabe y, en consecuencia, es consciente de que debe actuar, de que debe hacer ver que, a pesar de la distancia física, el gobierno también está con ellos.
Haití y la comunidad internacional
Uno de los desafíos a los que se está enfrentando Luis Abinader es al incremento de la situación de crisis en Haití. Tal y como hemos publicado en diferentes ocasiones en Diario16, el presidente dominicano, en cualquier foro internacional en los que ha participado y en los que participará, ha hecho continuos llamamientos a que para solucionar la grave situación en la que se encuentra Haití, la comunidad internacional debe tomar cartas en el asunto, no dejarlo sólo en manos de República Dominicana.
«En cuanto a la política exterior multilateral, es importante resaltar el impacto que ha tenido el activismo de República Dominicana en la Organización de las Naciones Unidas frente a la situación haitiana. Las posiciones expuestas por la representación dominicana en las asambleas de la ONU y en las sesiones del Consejo de Seguridad y otros organismos internacionales han sido enfáticas sobre la necesidad de sentar las bases hacia una mayor ayuda para Haití y la creación de una fuerza internacional, de apoyo a la Policía Nacional haitiana y de persecución a las bandas criminales que lo azotan», dijo el presidente dominicano.
Además, hizo un llamamiento a la unidad política, en la que no caben los populismo ni el electoralismo. «República Dominicana en todo lo relacionado con Haití y sus crisis, debe tener una posición unificada o del más amplio consenso. Debe enviar un solo mensaje, a partir de los postulados iniciales de la política exterior: no hay ni habrá solución dominicana a los problemas de Haití; los problemas de Haití deben resolverse en Haití, mediante una fórmula de corresponsabilidad compartida, que no excluya a los haitianos, pero que garantice el compromiso de los que más deben y pueden, entre los países más desarrollados», afirmó Abinader.
La posición del presidente Abinader es una cuestión puramente estratégica de defensa hacia la paz en República Dominicana, porque sin duda evitaría enfrentamientos que, sin lugar a duda, se podrían producir por la memoria histórica del pueblo dominicano.
Hay que destacar y poner en valor humano que en la Republica Dominicana ya vive una cifra significativa de haitianos, que tienen derechos a sanidad, educación y trabajo, entre otras cuestiones. Esto demuestra el perfil humanitario en favor de ese colectivo que ha sido acogido y aceptado. A esto hay que sumar la consideración por parte del gobierno de Abinader de las situaciones sociales y laborales en las que, en algunos casos, estaban viviendo los haitianos en algunos centros de trabajo, fundamentalmente, de la agricultura y la construcción, dando paso al respeto de sus derechos fundamentales.
También hay que considerar que existen países cercanos que tienen capacidad para acoger a los haitianos que huyen de la violencia, la corrupción y el desgobierno que están provocando desesperación y extrema pobreza. Panamá, Colombia, Estados Unidos o Canadá, son algunos de ellos. Lo mismo se podría decir de determinados países europeos, fundamentalmente Francia, a quien le corresponde, más que a ningún otro, por responsabilidad y compensación histórica.
Una muestra de que República Dominicana no puede acoger a todos los haitianos ante una crisis es lo que se está viviendo con la guerra de Ucrania y Rusia. Todos los refugiados que salen de Ucrania se están repartiendo por toda Europa, es decir, no van todos a Polonia por ser el país fronterizo. Asumen la cantidad que pueden social y humanamente aceptar.
En la actualidad, República Dominicana tiene acogido aproximadamente al 10% de la población de Haití, manteniéndolo en términos sociales y con la intervención del presidente Abinader, incluso con un nivel humano mucho más aceptable que en los anteriores gobiernos, por lo que se podría afirmar que el país dominicano ya ha cumplido sobradamente con su responsabilidad humanitaria de acogida.
El presidente Luis Abinader ha demostrado ser un presidente que coloca las infraestructuras de las humanidades por encima de las infraestructuras de la economía, eso también se hace velando por los derechos fundamentales del pueblo dominicano y su diáspora.
Recuperación económica para el pueblo
En su rendición de cuentas, Abinader hizo referencia a los espectaculares datos económicos del año 2022, con un crecimiento económico del 4,9% lo que ha colocado a República en la vanguardia del crecimiento a nivel mundial, en muchos casos por encima de grandes potencias económicas.
«Todo lo hemos hecho gracias a los buenos resultados de las políticas de institucionalidad, de recuperación y estabilización de nuestra economía, del apoyo a la inversión productiva, a la mejora de nuestra red de infraestructuras, así como el impulso a sectores productivos tan importantes como el turismo, la industria y la agropecuaria», afirmó Abinader.
A diferencia de lo que ocurrió en la Unión Europea tras la crisis de 2008, el mandatario dominicano, durante sus dos años y medio en la Jefatura del Estado, ha tenido claro que los beneficios económicos de su gestión tenían que ser invertidos en el pueblo, en la ciudadanía y aplicados con eficiencia y sin despilfarro en las necesidades reales del pueblo.
Desde que Abinader accedió a la Presidencia en agosto de 2020, se han creado nuevos empleos en una cifra cercana al 10% del total de la población activa, se han subido los salarios mínimos. «Quisiera detenerme para señalar que esta importante mejoría tiene además otros aspectos que son parte fundamental de los objetivos de nuestras políticas de trabajo y del Plan Nacional de Empleo, me refiero a la reducción de la brecha de género y de edad que afecta a sectores vulnerables como son la mujer y los jóvenes […] Hoy, podemos anunciar con orgullo que tenemos la mayor cantidad de jóvenes con un empleo formal de la historia. Ahora bien, no es solo tener más empleos, sino también que las condiciones de estos sean más favorables para los trabajadores y sus familias. Al asumir la dirección de la nación nos encontramos con una realidad difícil: salarios muy deprimidos y una importante brecha entre el salario nominal y el salario real, esto es la cantidad de dinero que gana un trabajador y el costo de la canasta básica», afirmó el presidente dominicano.
La mejora de los datos macroeconómicos, con Luis Abinader, se ha traducido en políticas sociales que han impactado de manera directa en una mejora de las condiciones de vida reales del pueblo. «Para mi gobierno, una vivienda digna, es un objetivo necesario si queremos conseguir un desarrollo justo en nuestro país». Por esta razón, las palabras se han transformado en hechos y se han entregado, a través de diferentes planes del gobierno, cerca de 50.000 viviendas.