La crisis migratoria que Europa lleva viviendo desde hace unos años está provocando que la reacción por parte de la derecha se base en el populismo más absoluto y en la pretensión de infundir el miedo entre los nacionales de cada país donde llegan los miles de seres humanos que se juegan la vida para no morir por la guerra, el hambre o la persecución. Los argumentos ya nos los sabemos: «vienen a quitarnos el trabajo», «llenarán las calles de delincuencia», «propagarán enfermedades», etc., etc. Todas estas proclamas no son más que falacias miserables de quien cree que con ello sacará rendimiento político. Siempre eran una minoría muy localizada. Sin embargo, la nueva derecha, la que se presenta como una versión 3.0 del conservadurismo tradicional, no hace más que utilizar los viejos argumentos para intentar sacar rédito electoral.
Sin embargo, la realidad que nos dan las cifras oficiales es muy distinta de la que nos quieren vender tanto Pablo Casado como Albert Rivera. A lo largo del año 2018 han llegado a España, aproximadamente, 28.000 migrantes por distintas vías. En 2017 salieron de nuestro país un total de 367.878 personas. Por tanto, los seres humanos que han llegado a España apenas supone un 10% de los que marcharon el año pasado. ¿Vienen a quitarnos el trabajo? Evidentemente, no. Se trata de la utilización en versión siglo XXI del principio de orquestación de Goebbels: «La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas», unido al principio de la exageración y la desfiguración: «Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave».
La derecha europea, con Matteo Salvini, Marine Le Pen y Viktor Orbán como referentes, han ganado mucha popularidad entre sus pueblos utilizando estos principios de la propaganda contra los inmigrantes que llegaban a sus fronteras o que ya vivían en sus países. Parece que los líderes del conservadurismo español quieran subirse a ese carro, incluso utilizando la manipulación y la mentira como herramienta para crear ideas populistas que calen en el pueblo de tanto repetirlas.
Cerrar las fronteras no es la solución, además de ser un comportamiento inhumano. No obstante, ¿cómo Albert Rivera y Pablo Casado pueden respetar los derechos humanos de las personas que llegan a nuestras costas o intentan saltar la valla de Ceuta o Melilla, cuando sus respectivos partidos han conculcado los derechos de los españoles? Tanto el Partido Popular como Ciudadanos, principalmente el primero porque ha gobernado, tienen en sus programas medidas que van en contra de los derechos del pueblo español.
Ya hemos visto cómo el PP de Rajoy, durante su gobierno y con la coartada de la crisis, conculcó derechos de la ciudadanía en materia laboral, vivienda, igualdad, lucha contra la violencia machista, educación, sanidad, libertad de expresión, libertad de prensa, etc., todos ellos reconocidos por la Declaración Universal de Derechos Humanos. El partido de Albert Rivera también va por el mismo camino. Por ejemplo, en su proyecto de mercado laboral, además del contrato único, quieren recuperar el despido por amortización del puesto de trabajo, es decir, que la empresa podría despedir un trabajo sólo con la eliminación de su puesto de trabajo. Por otro lado, el partido de Rivera cada vez se va «lepenizando» como cuando publicó un vídeo sobre las okupaciones ilegales de viviendas con el siguiente mensaje: «Proteger a los españoles. Preservar la convivencia». ¿Qué diferencia hay entre estas palabras y el reparto de alimentos de Hogar Social «sólo para españoles»? Las propias medidas solicitadas en el Parlamento para terminar con el nacionalismo catalán, vasco y gallego y dejarle sin voz son un atentado contra la libertad política que debería haber en cualquier democracia.
Si la derecha conculca los derechos humanos de los españoles, ¿cómo van a respetar los de los inmigrantes que llegan a nuestras costas? Si hay prensa que se encarga de transmitir esos mensajes populistas con el fin de conseguir prebendas presentes o futuras, lo tienen más fácil para generar un enemigo donde no lo hay.
Ahora nos encontramos con un gobierno, el de Pedro Sánchez y Carmen Calvo, que está actuando buscando el respeto a los derechos de cualquier persona del mundo al ofrecerles un lugar, un puerto, donde poder atracar y no abandonarlos para que mueran ahogados en el Mediterráneo. Esto está generando durísimos ataques por parte de la derecha. ¿Salvar vidas es causa de enfrentamientos políticos y más entre los que se vanaglorian de ser practicantes de una religión que, precisamente, proclama el amor al prójimo como algo prioritario?
Otra cosa es la regularización legal que se quiera o se deba personas para esas personas que llegan a nuestros puertos. No se puede dar una solución basada en cerrar las fronteras porque eso lo que genera es violencia por parte de quien está dispuesto a jugarse la vida para no perderla. Lo que discuten quienes aprovechan el miedo al diferente no es el tratamiento legal que se aplique a esos seres humanos, sino que ponen en cuestión que un gobierno sea digno con su responsabilidad con la raza humana porque no cierra las fronteras, ni pone muros más altos, ni aumenta la plantilla de Policía y Guardia Civil, ni manda a la Armada para evitar que alcancen nuestras costas.
El primer derecho humano que está reconocido por la ONU es la vida, por tanto, provocar con muros, vallas o cerrando las fronteras que miles de personas mueran en el Mediterráneo ya es una conculcación de los mismos.