El año pasado se jugó que la afición rojiblanca se acordase de sus ancestros. Salió bien parado por los cuatro fichajes de relumbrón aunque el soufflé eufórico bajó un poco con la llegada de Clemencio Lenglet, un rodillas raras que este año sí es DAO. Este año ni con suerte podría insuflar euforia con la llegada de fichajes, salvo a aquellos que esto les parece el FIFA y están encantados cambiando cromos todo el día. Nada anima a los rojiblancos, ni Cardoso, ni Baena, ni cualquiera que se les ocurra a todos esos insiders que acaban acertando alguna porque han dicho 60 nombres —esos llevan a día de hoy—.

La presunción de todo el mundo es que, quitando los dos fichajes que parece que están encarrilados —parece ¡eh!, porque reales no son ninguno quedando flecos y estando un Gil detrás de una negociación—, llegará el jubilado de todos los años —un tipo simpático para el sector más simbolista o encantado con los gestos pero no con el juego—, el rodillas raras para competir con Clemencio, el descarte de Mendes o cualquier otro amigo de la dirección deportiva —en realidad de Gil porque eso de dirección deportiva no existe en el Atleti— y, con suerte, un cedido de algún equipo serio por el que se pagará poco y tampoco se esperará nada de su rendimiento. Actuar en las carencias más claras del equipo, ni lo piensen.

Sin embargo, sí hay un aspecto en que la afición rojiblanca tiene puesta toda su ilusión: las salidas. Visto que el marido de Erika —el cobarde incapaz de quejarse de un arbitraje pero que mete caña a los compañeros— ha renovado y no parece que le vayan a mandar a tomar… vientos, hay salidas que son más que necesarias. Seguro se van tres, dos jubilados el Witselsaurio y el amor de las milfs rojiblancas, Azpilicueta, y el Reilindo. También tiene visos de salir Riquelme, nombre que aparece en todas las operaciones como intercambio. Pero hay más que la afición desea y ahí es donde Rubén Uría debe insuflar emoción.

Igual este año se marca un Xusep y se va de vacaciones unos días, las anchoas y demás ya le han dejado el dinero suficiente para comprarse una C15, dejando a Nacho Donado al mando. O igual se jode y se queda todo el verano. Lo que sí debe entender es que ya no interesan los fichajes. Los puede decir de pasada si quiere, lo que quiere la afición son salidas. Comenzando por Gustavo López, alguien que nadie entiende qué hace en el plantel de entrenadores. También en esa lista se encuentra Rodrigo De Paul, al que algunos defienden porque ha jugado quince partidos buenos de más de cien. Puerta para otro del clan argentino, Nahuel Molina de quien se duda si tiene dos pies derechos o dos izquierdos.

Como no van a fichar a nadie o a algún jubilado posiblemente Galán no salga, pero podría y en su lugar poner a uno del filial que sea zurdo. Con eso se cubre el expediente más que suficiente, aunque no sea defensa, ni sepa qué es un balón, con ser zurdo vale y que no sea Lino. Total igual tiene un horóscopo que no gusta al cuerpo técnico y no juega nunca o donde no debe. Otro que debe salir, si es que pueden, es Saúl quien sigue perteneciendo al Atleti, como pertenece y debe salir Lemar aunque no se lo crean. Salidas, no como las que le gustan a Ábalos, sino de jugadores —la lista es más larga de lo escrito—. Eso sí que ilusiona. Nada de mercado de fichajes sino mercado de salidas, de ventas, de «que te pires», de «deja de manchar las rayas canallas»… Rubén ya sabes, tienes trabajo para ilusionar a la afición.

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