Gran preocupación entre los oficiales de la OTAN por el hecho de que, en el caso de que aumentara la tensión bélica entre Europa y Rusia, la fuerza militar más poderosa del mundo quedaría atrapada en cientos de kilómetros de atascos y embotellamientos. Los vehículos más ligeros quedarían atrapados tras los más pesados en las estrechas carreteras del este de Europa o los tanques caerían a los ríos, a los barrancos, porque los puentes no soportarían el peso.
Antes de una supuesta declaración de guerra, el aumento de la tensión representaría un grave problema para la OTAN puesto que tiene sus tropas desplegadas entre los países miembros de la Alianza que tienen frontera con Rusia y se verían obligadas a cubrir miles de kilómetros con unas infraestructuras que impedirían un despliegue acelerado, hecho que, viendo los antecedentes, podría ser aprovechado por Rusia para hacerse con el control de diferentes territorios en Lituania, Letonia, Estonia, por ejemplo. La OTAN hizo un simulacro para medir el impacto y, además de los problemas de tráfico, se encontraron con la burocracia que, por ejemplo, les obligaba a rellenar varias decenas de formularios para atravesar Alemania y Polonia. Dentro de ese ejercicio se planificó un tiempo de respuesta de dos semanas para un traslado desde Georgia hasta los países bálticos. Tardaron cuatro meses.
Varios generales de diferentes países han alertado a sus respectivos países y a la propia OTAN ante esta situación. La presión ha sido tan grande, sobre todo desde Estados Unidos, que los problemas de movilidad de las tropas en caso de un enfrentamiento armado entre Europa y Rusia estará en la agenda de la cumbre de la OTAN que se celebrará en Bruselas en las próximas semanas.
A todo esto, hay que sumar que los países del Este aún siguen manteniendo las fronteras y no les gusta que militares de sus países vecinos crucen su territorio olvidándose de que forman parte de una coalición internacional. En algunos casos siguen abiertas las heridas abiertas en la II Guerra Mundial.