Tal y como establece la Constitución Española el Gobierno cesa en cuanto se celebran Elecciones Generales (art. 101) y queda en funciones. Por lo tanto, toda capacidad de iniciativa legislativa desaparece de sus funciones quedando solamente la mera administración de las cosas. Un dato importante y que han debido olvidar columnistas en busca de fama o de soltar bilis (en ocasiones coinciden) al hablar de la Amnistía. Sea o no sea constitucional, sea o no una medida de gracia, jamás podrá plantearse con rapidez desde el propio Gobierno en funciones.
Los tiempos en la política son importantes y en lo legislativo mucho más. Supóngase que Pedro Sánchez, como ser amoral que es, pacta conceder la Amnistía (mediante cualquier eufemismo que se le ocurra) a los secesionistas fugados de la Justicia, en ningún caso podría hacerlo antes de ser nombrado presidente por el Congreso. No cabe el decreto-ley, ese que tanto le gusta y del que ha abusado pese a no existir excepcionalidad o urgencia en lo que legislaba, porque el Gobierno está cesante y sin esa capacidad. Podría tramitarse, de urgencia si lo desean, a través del Congreso que sí tiene sus funciones en vigor, pero supondría estar varios meses, pocos pero varios, tramitándolo. No coinciden los lapsos temporales.
Carles Puigdemont exige desde Waterloo que primero la medida de gracia, los millones y una virgen antes de pactar. Sabe que es imposible. Posiblemente sea una medida de presión. O es idiota, algo que no cabría descartar tan alegremente. ERC está subido al mismo barco. Pero, y este pero es importante, deben jugársela a que tras conceder los votos para hacerle presidente Sánchez cumpla con su palabra. Aquí pueden poner todas las risas que quieran porque si algo ha demostrado Sánchez es carecer completamente de palabra y de ética. Su palabra no es que se la lleve el viento sino que no llega salir de su boca y ya ha desaparecido.
La jugada, muy probable, sería decirles a los secesionistas que sí que les va conceder la amnistía hasta llegar a Jordi Pujol; que va a haber un cambio de estatuto de autonomía (para contentar a ese cáncer nacionalista cobarde que es el PSC) con indicación del referéndum; que les va a dar 200.000 millones de euros (sabiendo que no los tiene); y que conseguirá que el rey Felipe de Borbón baile una sardana desnudo en cualquier playa que elijan de Cataluña. No va a cumplir nada en realidad. Cuando tenga el poder si te he visto, no me acuerdo. Como ha hecho con el PNV (son tan idiotas estos vascos que han reconocido que les ha tangado pero ahí siguen insistiendo), con Podemos y con quien se ha cruzado en su vida con él (los más infantiles los militantes que creyeron que habría más democracia interna en el PSOE).
Si hubiese una ley de amnistía, o como se llame, se tramitaría por Ley Orgánica y tardaría ni se sabe porque el PP la bloquearía en el Senado (para eso tiene mayoría absoluta allí) el tiempo suficiente para que Sánchez diga que no es culpa suya, que son los otros los que quieren destruir España y, mientras tanto, seguir subido en el Falcon fardando por todo el mundo con sus gafas de sol. Tranquilamente una ley se puede demorar dos años en el parlamento y así lo hará. Una vez sea investido tiene todo el tiempo del mundo para hacer y deshacer. Total, no hace mucho decía que gracias a ÉL Cataluña ya no era un problema, ¿por qué habría de empezar a serlo ahora si sigue ÉL al frente del mejor gobierno del universo? Salvo que le embistas los secesionistas, Sánchez engañará a Puigdemont. La lógica legislativa está de su lado.