Da igual el medio que se consulte, en todos hay alguien echando chispas por los ojos debido a la Amnistía. Tras superar la primera fase antes de poder aprobarse (quedan las enmiendas del Senado y la vuelta a la Cámara Baja) y contentar a quienes le tienen atrapados por los dídimos, Pedro Sánchez piensa avanzar aún más lejos. Si les parece que la amnistía es una felonía, una bajada de pantalones o la mayor traición que han contemplado los tiempos, no es nada con lo que este dictadorzuelo maquillado piensa hacer.
Hace unos días Javier Portillo avanzaba que ya tenían pensado en Moncloa, pues los números les dan, proponer la modificación del sistema electoral. La LOREG quedará abandonada y se aplicará un nuevo sistema, que encajará con la Constitución, con la única intención de aplicar lo que en el argot de la ciencia política se denomina gerrymandering. En el uso primigenio del concepto era tan solo modificar las circunscripciones electorales para adaptarlas a supuestas mayorías de cierto partido. En un sistema mayoritario tiene sentido y en uno proporcional se pierde un poco el efecto de la manipulación. Además, la Constitución no permite cambiar la circunscripción electoral provincial (descontando las dos ciudades autónomas).
Se modificaría el número fijado de dos diputados fijos por provincia para pasar a uno y el resto repartirlo entre otras provincias con más habitantes. De esta forma la provincias menos pobladas (Segovia o Soria, por ejemplo) perderían un diputado que pasaría a otra circunscripción electoral. Esto se podría hacer también de una forma sencilla y acorde a la Constitución, como es aumentando a 400 diputados. Pero según se ha conseguido saber de fuentes del entorno monclovita la revisión electoral sería un poco más profunda. Se trastocarían otros parámetros y se vendería como un nuevo mecanismo para que voto valga igual (una falacia política porque todos los votos valen 1).
Sánchez quiere aplicar un procedimiento similar, aunque no tan rígido porque no puede, al que ha implementado dentro del PSOE para anular cualquier atisbo de democracia. Ante la subida del PP en intención de voto, ahora desde Moncloa se pretende variar algo el acceso al sistema político —por cierto, el bienqueda de José Luis Rodríguez Zapatero ya hizo una primera revisión para acabar con las agrupaciones electorales de ciudadanos y con la sencilla entrada a las elecciones y luego se vende como el rey de la democracia— para favorecer supuestamente a su partido.
Según cuentan tiene al geógrafo Jaime Miquel trabajando en todo ello junto a otro grupo de asesores en Moncloa. Intentar perpetuarse en el poder aunque pierda las elecciones si es que le da para pactar con quien haga falta. El problema en todo esto es que, como ya ha demostrado una y otra vez la ciencia política (no la geografía, ni la filosofía, ni la doxología) es que a cambios sistémicos se responde con cambio en el comportamiento.
Por ejemplo. Si en una provincia antes había cinco escaños en reparto y ahora se pasa a seis quien votaba a un partido, que no era su principal referencia, porque el suyo siempre quedaba fuera, en esta ocasión puede cambiar su voto al preferente porque puede haber opciones de conseguir escaño. Sean votos de Sumar (o lo que quede en ese momento), de Junts o de Vox. Ningún partido puede estar seguro de contar con la misma cantidad de votos. Y puede que pensando cargarse a Alberto Núñez Feijoo se acabe teniendo peor resultado. Es lo que tiene jugar a la política ficción.
De todas formas esto, que es tan solo un proyecto más de esos que Sánchez va pidiendo a unos exhaustos trabajadores monclovitas (a ver si hacen una inspección de trabajo porque las jornadas son, en muchas ocasiones, de más de catorce horas), no es más que muestra palpable del carácter autoritario del presidente del Gobierno. Un mierdecilla con los poderosos y un tirano con los débiles. Ha acabado con la democracia interna del PSOE, está colocando a todos los amigos y parientes, los posibles candidatos futuros, se entrega a la ultraderecha catalana, pacta con países enemigos de España y solo piensa en mantenerse en el poder controlando todas las instancias que pueda a cualquier precio. Ahora toca el cambio del sistema electoral pero como es poco menos que un mastuerzo (y sus principales asesores más) errará como ha hecho en diversas ocasiones. Esa es la suerte de los españoles.