Cada día se van conociendo más detalles de la posible futura composición del Gobierno de Coalición si se diese el caso de que ERC apoyase tal opción. Los republicanos catalanes están jugando sus bazas en el campo de lo simbólico pues necesitan no sólo separarse de los puigdemonts de la burguesía catalana del 3% sino justificar ante la sociedad secesionista el impasse del procés que está en la mente de la dirigencia de ERC. Eso está en negociación, con sus brindis al sol y los bulos de la prensa cavernaria incluidos. Pero la parte sustancial de la composición del Gobierno, que está en fase de cierre ya, tiene algunos matices que serán fundamentales para el devenir de la acción política posterior al posible nombramiento de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Ahí es donde el PSOE se juega algunas cartas políticas frente a Podemos (no frente a Unidas Podemos, ¡ojo!) y donde el coordinador de Izquierda Unida juega un papel fundamental.
Alberto Garzón anda estos días de promoción de su último libro (que no recomendamos su compra porque no aporta nada al debate, aunque él insista que sí, pues los datos ofrecidos y las conclusiones no son más que un refrito de lo que se viene escribiendo desde ¡¡¡1950!!! en los análisis sociológicos y politológicos empíricos) y por ello es de los dirigentes de la izquierda que más aparecen. Bajo la apariencia de una falsa modestia, pues ha mostrado su disposición a ser ministro, el dirigente de IU ha defendido el futuro Gobierno de Coalición apelando a la importancia de unir las siglas que representa a este proceso histórico (al menos hasta que llegue otro que será más histórico pues ya saben cómo funciona hoy en día lo de los momentos históricos, uno cada semana). Y en cierto modo tiene razón en la necesidad de la incorporación de alguien de IU a ese conglomerado de aspiraciones y deseos que será el posible Gobierno de la izquierda. Tiene razón en que IU debe tener presencia, no sólo por ser parte de Unidas podemos o cuestiones históricas de defensa de la clase trabajadora, sino porque es necesario un actor que sirva de unión entre ambas partes, PSOE y Podemos.
Hasta el momento se han negociado tres ministerios para Podemos que serán compartimentos estancos del partido morado, esto es, donde será Pablo Iglesias el que decida todo lo referente respecto a nombramientos y políticas a desarrollar desde su vicepresidencia y el resto del Gobierno que dependerá del propio Sánchez. En las últimas horas han deslizado fuentes socialistas que igual se podría aprobar un nuevo ministerio para un dirigente de IU, algo que es fundamental para el equilibrio que querría tener el PSOE en el Consejo de Ministros. ¿Por qué es fundamental? Siempre y cuando no sea para Yolanda Díaz o Enrique Santiago, el ministro o ministra de IU no debería estar bajo el brazo tutelar de Iglesias. ¿Por qué excluimos a Díaz o Santiago? Porque pese a militar en IU (el segundo incluso es el secretario general del PCE) están entregados completamente a Podemos. Sólo hay que escuchar a los dirigentes gallegos de EU para comprobar hasta qué punto no hace caso a su partido de origen salvo cuando lo necesita la gallega. O ver cómo el comunista ha sido más bien el quintacolumnista de Iglesias en la propia IU. Esto se sabe en el ambiente político y lo sabe perfectamente Garzón que ha dejado hacer.
Sánchez necesita a Garzón en el Consejo de Ministros (y si no fuese el malagueño de Logroño, bien podría valer la ex-diputada Eva García Sempere) para tener una voz a su izquierda que tenga un verdadero compromiso con lo que allí se decida. En Garzón encontrará Sánchez un duro aliado pero que no intentará hacerle la cama al menor roce. Como comunista de años, sabe del valor de la palabra dada y, personalmente, tampoco es una persona incapaz de acomodarse a lo que le manden siempre y cuando tenga el prurito de ser ministro. Garzón no torpedeará, ni irá a contar cosas a Iglesias como sí harían, dado el caso, los otros dos componentes de IU. Garzón no es que se vaya a callar las cuestiones que vea mal en el propio Consejo, no lo hará, pero sí es cierto que defenderá como si fuesen suyas las propuestas que plantee la parte del PSOE. Para es único y lo ha demostrado dentro de la coalición de Unidas Podemos. No le importa torcer las frases para defender lo que está apoyando, algo que no le asegurarán otros camuflados de IU, más leales a Iglesias que a su propia formación. Y esto que ustedes pueden ver como nimio y propio de peleas de egos entre políticos (esto segundo sin duda aparece sobrevolando la situación), es clave para el devenir cotidiano de un Gobierno formado entre partidos que hasta ayer se estaban matando y acusando de las peores cosas que puedan imaginar.
Dando por supuesto que el tema ideológico es inexistente en ambos lados de la Coalición, es necesario para Sánchez tener personas que defiendan al Gobierno de manera global. Se sabe, porque así se ha podido comprobar en niveles institucionales de nivel inferior (Autonomías y ayuntamientos) que en la formación morada son muy dados a alabar hasta el límite sus propuestas, mientras que las que parten del otro lado ni se hablan. Siempre intentando sacar un rédito, en muchas ocasiones personal, antes que un beneficio global y común. Pregúntele a Emiliano García-Page o a alcaldes actuales que han tenido o tienen coaliciones de Gobierno con Podemos y verán que esto es así en la mayoría de las ocasiones. Sin embargo, todas las personas de izquierdas pueden recordar como en esos mismos niveles institucionales, en las coaliciones PSOE-IU, la dirigencia de IU, como la del PSOE, más allá de venderse un poco que es normal, defendían la acción de gobierno en global. Por ello Sánchez necesita a Garzón en su Gobierno, para tener a alguien que no sea del propio PSOE que tenga la capacidad de defender la acción de Gobierno en general. Es más, si se dan cuenta en sus declaraciones de estos días, lo viene haciendo de forma soslayada, no vaya a ser que se enfaden en la calle Princesa, y no sólo privativa.
No será fácil, ni sencillo manejar la cantidad de egos, de un lado y otro, que se van a juntar en ese futuro y deseable Consejo de Ministros. Nada mejor para ello que tener a alguien como Garzón que con hacerle un poco de promoción de las cosas que escribe de vez en cuando, decirle que debe seguir repensando la izquierda y dejarle que haga alguna entrevista de vez en cuando como ministro tiene el ego más que cubierto. No va a pedir cosas muy de izquierdas, ni asaltar el palacio de la Zarzuela, pero sí va a defender a capa y espada la acción de Gobierno. Un contrapeso a Iglesias desde la misma posición es necesario para Sánchez. Que no le intente colar otros nombres porque tienen otras lealtades. Garzón es leal a sí mismo y a lo que le digan que lo sea y eso, dadas las circunstancias, es muy beneficioso para Sánchez en el manejo del campo simbólico que va a suponer el propio Consejo de Ministros. No habiendo ideología de por medio, lo simbólico será fundamental y ahí, Sánchez, debe tener algún aliado y nadie mejor que Alberto Garzón.