Realmente la primera opción del titular era “gilipollas” en lugar de “nesciente”, pero las buenas formas aconsejaban lo segundo. La realidad es que Pedro Sánchez puede haber cometido la mayor gilipollez de historia política (y van unas cuantas), ergo la calificación de gilipollas encajaría, o puede haber realizado la mayor genialidad de su mandato engatusando al independentismo catalán. Normal que el PNV esté con la mosca tras la oreja, pues ya ha catado al muchacho.

Genialidad

Comenzando por lo que puede ser considerado positivo o una genialidad, Sánchez y sus adláteres han conseguido que Carles Puigdemont se avenga a caminar por la vía de la Constitución y el estatuto de autonomía. Al menos eso dice lo escrito. A cambio le concederán una amnistía, salvar el cuello a algún colega y un piso en el valle de Arán. Porque la genialidad es que no le van a dar nada y Sánchez consigue la investidura. Sin descartar que se pida la euro-orden para meter en la trena al prófugo por terrorismo y proclamarse salvador de España. ¿No se lo creen?

La ley de Amnistía debe ser elaborada y trabajada durante unos meses en el Congreso. Hasta ahí la alegre muchachada de Junts tiene cierto control de los tiempos, pero contando con enmiendas que presentarán PP y Vox, se dilatará hasta el verano como poco. Una vez aprobada, que está por ver que todos voten sí, pasaría al Senado donde el PP tiene mayoría absoluta. Esto supone que alargarán en el tiempo el debate sobre la ley, a la que enmendarán hasta dejarla irreconocible porque para eso son mayoría. Puigdemont seguirá en Waterloo esperando las próximas navidades. Cuando llegué al Congreso deberá ser modificada, otra vez, para ajustarla a los deseos de los firmantes del acuerdo. A lo tonto casi dos años para aprobarla… Y en dos años igual ni Sánchez es presidente, pero sí habrán pasado las elecciones catalanas e igual todo es distinto.

El resto de ofrendas de su sanchidad tienen los mismos visos de ser aprobadas que la ley de amnistía. Ceder el 100% de la recaudación de impuestos, entregar dos bueyes en sacrificio a la moreneta y demás deseos secesionistas, como el referéndum consultivo (no permite otro la constitución) también serán alargados en el tiempo pues con los apoyos que cuenta Sánchez es complicado encajarlo todo jurídicamente. Ni sus colegas del Tribunal Constitucional serán capaces. Así que hasta dentro de tres años no habrá gran cosa pues, además, este tipo de contraprestaciones serán después de un diálogo con un relator internacional. ¿Será David Cameron? ¿Será algún friki? ¿Quién será, será? Y Sánchez presidente sin mover un dedo.

Gilipollez

También cabe la posibilidad de que quiera llevar todo a término. Entonces se está ante la mayor gilipollez política de la historia. Bueno, igual después de la entrega de España a los franceses de Carlos IV y Fernando VII. Nunca hay que desestimar una buena borbonada. La felonía se quedaría corta para tamaño acto de entrega por seguir dos años más en la presidencia del Gobierno, contaminando con el Falcon y con la posibilidad de acabar en la cárcel. Encabronar a un país entero lo han conseguido pocos, poquísimos, y él parece dispuesto a ello.

Engatusado por las élites independentistas del PSC y sus ramificaciones levantinas y baleares, se ha lanzado a conceder el estatuto de entidad política independiente a una región de España. Cataluña como posibilidad estatal es una aberración histórica (lean en recientemente publicado libro de Óscar Uceda, Cataluña, la historia que no fue, Espasa), un insulto a los españoles que allí viven y una nueva comedia donde los sentimientos y las manipulaciones adquieren categoría jurídica. ¿A quién se le ocurre recurrir a un relator internacional dentro de una democracia? Solo a un ignorante narcisista cuya personalidad debería analizarse por psiquiatras.

Tras esta gilipollez, que ya no puede ser borrada, está la impugnación de los preceptos constitucionales. Por mucho que digan que desde el PSOE están por la vía constitucional, la propia amnistía o la cesión de Hacienda es cagarse, con diarrea además, en las normas mínimas de convivencia que los españoles se dieron mayoritariamente. Se sabe que Sánchez de cabeza tiene lo justo, es pillo pero ignorante como él solo (estudió en la privada cuando estudiar en la privada era pagar por un título y le regalaron un doctorado, en la privada, hecho mayormente por otras personas, como reconoce en la propia tesis), por tanto no se le puede pedir tener un conocimiento del significado de la democracia (por poliárquica que sea), la ley o la ética. Un ser amoral, sin palabra, que lleva a la desigualdad entre españoles por puro narcisismo.

Ahora salen las huestes sanchistas a decir que ya se verá, que todo hay que estudiarlo. Bien, vale. Pero de tener una región calmada donde los secesionistas, enfangados en una constante pelea entre ellos y siendo vistos como los corruptos que son, son una minoría, cualificada si quieren, van a estar legitimados para seguir con la persecución del que opina distinto, la promoción de la secesión, el despilfarro en sus cosas de secesionistas y el abandono de las políticas sociales. Todo para seguir en el poder un completo imbécil de la política.

¿Qué será?

Siendo Sánchez quien maneja los hilos no se puede saber si será genialidad o gilipollez. Siendo claro que la UE va a pedir recortes, que ha aprendido de José Luis Rodríguez Zapatero que debe existir jaleo siempre para despistar al personal, que ha aprendido de los renovadores por la base de Balbás que todo el mundo tiene un precio en política y estando entregado a los independentistas del PSOE y los republicanos-largocaballeristas amargados, todo es posible. Incluso que esté dispuesto a cumplir lo acordado. Cuando se está ante un tipo tan narcisista, tan preocupado por él mismo, puede pasar de todo. Desde dejar tirado a Puigdemont y venderse como el salvador de España hasta provocar que las masas acudan a Moncloa a sacarle a hostias (no debería pasar esto último, por favor).

El problema en todo esto es que está esperando que le confirmen el cargo internacional pomposo que lleva buscando desde hace un año. Mientras tanto necesita seguir de presidente sin importarle nada. Por tanto, si la genialidad le posibilita el cargo, se reirá de los secesionistas. Si el aparentar ser demócrata en este mundo de postmodernos identitaristas le conviene, entregará hasta a su hija menor en matrimonio con un pariente de Puigdemont. Veremos en qué queda todo, pero oler no huele bien. Se está cagando en el convento español, comenzando por su propio partido, y le da igual todo. Se verá con las negociaciones con los peneuvistas. Salvo sorpresa de Pablo Iglesias, está el percal vendido ¿a cualquier precio?

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