Como andan en la derecha en eterna pelea por ver quién es más de derechas, el PSOE de Pedro Sánchez ha aprovechado para hacerse con la centralidad del tablero político, mandando allende los extremos a Ciudadanos. Las 110 propuestas presentadas por el candidato a la presidencia del Gobierno son una clara apuesta por la moderación, el apoyo al empresario productivo y tecnológico, algunas cláusulas sociales que dignifiquen la vida de las personas y una fuerte internacionalización del país. Un programa que casi hubiese firmado Albert antes de ser Alberto Carlos, pero que permite al PSOE acercarse a un amplio espectro ideológico.
Ya ha advertido, como pueden ver en el video adjunto, Sánchez que este programa va más allá de las ideologías. O lo que es lo mismo, es un programa desideologizado que le permite recuperar a personas que se entienden de centro, incluso centro derecha moderada, y que las personas a su izquierda se animen a centrar el voto en el partido socialdemócrata. Un programa de amplio espectro, muy del gusto de Iván Redondo, que le lleva ser atractivo desde el centro derecha moderado hasta gran parte de la izquierda. Un programa de centro con mirada a uno y otro lado. Un programa de la diversidad. Un programa que representa a la perfección la ideología y la forma de ser del propio candidato. Un programa a su medida para obtener una mayoría absoluta o casi. Así lo han diseñado los estrategas de Sánchez y así se ha presentado.
Medidas para todos los gustos, mucha política pública en sí, sin reforzamiento ideológico para que pueda ser aceptado tanto por errejonistas como ex-naranjas. Para personas mayores y gentes más jóvenes. Para gays, lesbianas, trans o heteros. Para altos y bajos, navarros y andaluces. Un programa transversal, light, pero que contenta a todo el mundo, desde los poderosos hasta los que pasan penurias. Un programa para ganar unas elecciones y gobernar con la suficiente libertad para pactar con unos y otros y que encajen dentro del programa.
También un programa que le quita algunas banderas a Podemos (lucha contra la ludopatía, el ingreso mínimo vital, MENAs, etc.) y que apuesta por el emprendimiento, esa autoexploración encubierta del neoliberalismo (lean a Byung Chul-Han o a Göran Therborn), como mecanismo de competitividad a nivel internacional ya que, es obvio en el programa, que se apuesta por los tratados y acuerdos comerciales internacionales. Un programa de centro abierto para que quepa toda esa “España unida” de la que ha hablado Pedro Sánchez en su intervención. Un programa para un candidato. Un programa para vencer y convencer ante el jaleo que hay a derechas e izquierdas del PSOE. Un programa que simboliza la estabilidad del único partido que tiene una idea clara de España, aunque pase de lado el tema candente de la derecha trifálica, que puede servir a todos para convivir en pluralidad. Una España mirando a lo europeo y no al ombligo como demuestra el último apartado.
Todas son medidas a discutir, a evaluar, a deliberar sin cerrar nada concreto porque son conscientes de que habrá que dialogar y mucho si se logra gobernar. Recupera muchas medidas ya propuestas en 2015 siendo conscientes que los programas, en estas elecciones (como en otras), van a tener poca cabida más allá de propuestas tipo estrella. Nada sólido para tiempos donde lo fugaz se confunde con lo urgente. Un programa ideal para la sociedad del espectáculo en la que se está. Un programa que apunta a debates sin concretar. Más bien un programa de intenciones más que de acciones ya que, son conscientes en la cúpula del PSOE, que igual no hay dinero para algunas si no es mediante un consenso generalizado. Pero esas intenciones son muy diferentes a las de la “emergencia nacional”, el “despilfarro” pero llenándose los bolsillos ellos y sus amigos, o los del “procés inacabable”.
Han hecho, guste más o menos, unas propuestas de la diversidad y las buenas intenciones para ganar con una amplia mayoría. Adaptados al meollo mediático y laxo en el que vivimos, las propuestas son sencillas y abierta para no tener que explicarlas y así puedan caber liberales, socialdemócratas, nacionalistas y populistas. Una reducción de principios drástica que se encamina a que el PSOE sea el partido de todo el mundo. Ha presentado Pedro Sánchez lo que tenía que presentar para ganar las elecciones con la más amplia mayoría que pueda. Para que la estabilidad se obtenga del debate y el diálogo a derechas e izquierdas. Cuando el niño de Suárez habla de concordia seguro que no tiene en cuenta algo así como lo presentado por el PSOE de Sánchez. Mientras otros ondean banderas como única garantía de llenar las tripas (las mentales y las reales), el PSOE pretende paliar los daños de la crisis anterior y preparar a España para el capitalismo global. Ni más, ni menos.
La única pega que se le puede poner es que ha sido un acto excesivamente centrado en Pedro Sánchez, sin los símbolos del partido que representa. Demasiado individualista. Lo que puede ser bueno o malo según vengan dadas. También ha sido un acto sin referencias a la ética socialista y la doctrina. No tenía mucho tiempo y se ha centrado en hablar para captar a esa mayoría que se busca, pero alguna referencia no hubiese estado mal, porque en algún momento ha dado la impresión de que el PSOE y la clase trabajadora le molestan. Impresión y único aspecto negativo dentro de un acto que estaba destinado a mantener el gobierno y tener las manos libres para los pactos postelectorales que sin duda habrá. Un programa para ganar España y no hundirla como quiere la derecha. El programa que toca en el contexto actual.