La Comisión Ejecutiva Federal que saldrá del 40 Congreso del Partido Socialista Obrero Español no ha dejado indiferente a nadie. Nuevamente, al igual que pasó en 2017, las Secretarías tienen una visión directa de las intenciones de Pedro Sánchez y de cómo el «líder supremo» premia o castiga a la disidencia, a los leales y a los más leales. Con Sánchez nunca se sabe porque igual premia a quien le ha arreado y fustiga a quienes le fueron fieles hasta el infinito y más allá. El «pedrismo» es así, una oda a la aleatoriedad. Nada es lógico, salvo que beneficie a quien tiene al PSOE en una situación de «ordeno y mando» que jamás tuvo, ni siquiera en los años en los que Felipe González gobernaba con puño de acero, imponiendo pero haciendo creer a quien se le oponía que no era una imposición.
En este 40 Congreso, que quería ser de unidad pero que se ha convertido en el de la unanimidad y en el blindaje definitivo de Pedro Sánchez, han muerto el socialismo y hasta el sanchismo. Ya sólo queda el pedrismo y quienes se haya salido del guion han recibido su castigo. Quienes, desde la lealtad, fueron en algún momento críticos con las decisiones del líder supremo, pero en la intimidad y sin que trascendiera para que no le hiciera daño, también han sido castigados. Da la impresión de que en este PSOE pedrista ya nadie puede levantar la voz y el Partido Socialista siempre ha sido una formación en la que todas las voces, todas las críticas, todas las tendencias, todas las opiniones, eran tenidas en cuenta y respetadas. Ahora no, ahora lo único que vale es lo que el líder supremo diga o piense.
La nueva Comisión Ejecutiva Federal es un reflejo de esta nueva etapa. No hay más que analizar los territorios que han sido «premiados» y los que han sigo «castigados». El que más, Castilla-La Mancha, donde Pedro Sánchez ha pasado la guillotina y ha condenado a la insignificancia, incluso, a una de sus ministras.
Sánchez no perdona a Emiliano García Page por su oposición a la política territorial, al diálogo con Cataluña o a la financiación autonómica. Sin embargo, otros líderes también han sido críticos con estos temas. No hay más que ver cómo, el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, lleva años reclamando un cambio en la financiación. O cómo, Guillermo Fernández Vara, también ha tenido un posicionamiento muy claro en referencia la defensa de la unidad de España. Sin embargo, el líder extremeño tiene un sitio en la Ejecutiva Federal, mientras que Castilla-La Mancha no ha obtenido ninguna Secretaría y sólo dos Vocalías.
Por otro lado, tal y como adelantamos en Diario16, Sánchez ha metido al gobierno en la Ejecutiva, lo que es una clara señal de que pretende unir el destino de Moncloa con el del partido. Esto es un error muy propio de los líderes autoritarios, unir su destino al de su organización o al gobierno que lidera.
En la nueva Ejecutiva se mantienen nombres como Patxi López o Adriana Lastra, y no sorprende el ensañamiento de Sánchez con Carmen Calvo quien, tras recibir la mayor ovación del Congreso (hasta la salida en plan Donald Trump en la clausura del Congreso), ha sido despojada de la Secretaría de Igualdad. Será sustituida por Andrea Fernández, una joven de 28 años, diputada en el Congreso de los Diputados, pero que en un asunto tan sensible para el PSOE, no tiene trayectoria en el feminismo como Calvo. Tal vez, este nombramiento es el guiño que necesita Irene Montero para garantizarle a Pedro Sánchez la paz en Moncloa. Esta es la demostración de que Sánchez quiere tener controlado cualquier movimiento de disidencia dentro del feminismo después de lo ocurrido ayer, cuando se les aprobó la abolición de la prostitución pero se les negaron las enmiendas contrarias a la Ley Trans.
Todo para el líder y por el líder. Este 40 Congreso ha finiquitado al socialismo y al propio sanchismo. Ya sólo queda el pedrismo que no es más que la unidad basada en la unanimidad para mayor gloria de Pedro Sánchez.