La verdad es que el cambio en el asesoramiento del presidente del Gobierno no ha servido para mejorar. El mismo error que cometió con el camarlengo (Iván Redondo) lo ha vuelto a cometer en la entrevista en Antena 3 con Susanna Griso. Y eso que estaba saliendo, más o menos, bien de la misma. Salvo en la explicación de la inflación, que se ha ido por las ramas, en los demás temas ha tenido cierta solvencia. Pero ha tenido un par de errores puntuales y uno de estrategia que merecen ser comentados.
Respecto al tema del Sáhara, comenzando por el menos llamativo de los temas, las palabras de Pedro Sánchez son de una total sumisión a lo que digan en la Unión Europea y en EEUU. Admitió el presidente que no está haciendo sino lo que vienen demandando otros países como la potencia Imperial del otro lado del Atlántico y los poderosos de Europa, más Israel (como mosca cojonera). Con ello admite que la soberanía española, en un tema que tiene consecuencias económicas (gas de Argelia, posición de Mauritania) y trasfondo histórico patrio, está en manos de otros países. Esa subordinación, pese a que exista, no debe mostrarse.
Corrupción e impuestos
El otro tema menor es la corrupción del PP y la bajada de impuestos. Ha estado bien el presidente al señalar que el PP es muy de hablar de bajar impuestos pero esquilmar las arcas públicas con frecuencia inusitada. Le ha faltado hablar del capitalismo de amiguetes, pero tampoco se puede pedir más en una entrevista. Aprovechando las noticias de los últimos días ha querido hacer daño en lo corrupto. El problema es que en su propio Gobierno (ministerio de Salud) y en alguna comunidad autónoma de su máxima confianza (Valenciana) también hay cosas “irregulares” y algún imputado. En estos casos hay que tener cuidado que el viento cambie y el escupitajo lanzado te vuelva a la cara.
Y con los impuestos, lo más sorprendente, es que, siendo economista, no haya dado una lección de los impuestos verdaderamente eficaces en la distribución de la riqueza y los que no. Igual porque ha subido bastante desde que está en el Gobierno los que afectan por igual a todos los españoles. Bajar el IRPF y no los impuestos indirectos es hacer trampas en favor de los que más tienen, lo que pide el PP –con una fiscalidad baja, por cierto-. O los impuestos de otras administraciones. O las duplicidades que se permiten…
Vuelta al peligro antifascista
El verdadero error que puede pagar caro es la vuelta al presunto peligro antifascista y entregarle a Yolanda Díaz la mitad de un futuro gobierno. En un momento de la entrevista ha dicho Sánchez que la dicotomía electoral sería él y lo que representa la ministra de Trabajo o el PP y la ultraderecha. Una estrategia que ha dado resultado en… ningún sitio. El PSOE no capta votos con esa estrategia, es más incluso los pierde, por lo que insistir en dicotomías de ese tipo es de una necedad impropia para un presidente del Gobierno. Si él ve como ultraderecha a Vox, los “centristas” ven como ultraizquierda a Podemos y demás.
A esto súmenle que le ha entregado a Díaz todo el margen izquierdo sin pensar en ello. El PSOE puede (y debería) buscar voto por sus dos flancos. El más cercano a posiciones de clase, que es el que giraría en torno a la ministra, y el flanco más identitario que se situaría a su derecha y en su abstención. El PSOE necesita recuperar apoyos por todos lados, por ello no puede entregar estratégicamente un 5% aproximadamente del voto. Y menos en la esperanza de que él puede arrastrar de la abstención y la “derecha” sin problemas.
De esta forma, lo más probable es que se acabe perdiendo votos por dos motivos. El primero, existen muchas personas que no están de acuerdo con los pactos que viene realizando el PSOE (ERC, Bildu, Podemos…) y si ya el presidente dice que los repetirá, acaba empujando a esos votantes hacia la inmovilidad (abstención) o el voto a opciones más a la derecha. Segundo, el discurso globalista ha terminado con la desaparición de partidos socialistas porque, obvio para cualquiera con criterio político, es asumible por los liberales. Quien esté asesorando a Sánchez, le está llevando por un camino sin salida. Eso sí, la chupipandi de las JJSS y el pepiñismo puede tomarse las cañas en Moncloa.