Nadie sabía dónde estaba Emilio Saracho. Desde hace un año estaba desaparecido. Ni siquiera se presentó en los juicios en los que estaba citado a declarar. Sin embargo, ¡sorpresa!, apareció a través de un artículo de opinión publicado, casualmente, en un medio de comunicación controlado por el Banco Santander porque, por si no lo sabían a ustedes, el diario El País pertenece al Grupo Prisa del cual la entidad cántabra es uno de sus máximos accionistas. No reapareció en una de las cabeceras digitales que utilizó para, por ejemplo, filtrar que el Popular estaba en quiebra —algo que fue negado en un Hecho Relevante ante la CNMV y que costó el puesto al secretario del Consejo por hacer su trabajo—, no, ha escrito ese artículo en un medio del Santander. ¿Por qué será?
Por otro lado, el soporte también ha servido para que Saracho se alinee con las teorías judiciales del banco cántabro y de su despacho de cabecera (Uría y Menéndez), además de los bufetes de abogados que están actuando con conflicto de interés con el Santander y, por tanto, llevando a los afectados a las estrategias judiciales que no tienen más intención que liberar de responsabilidad a la entidad presidida por Ana Patricia Botín.
En ese artículo de opinión, Saracho se quita de encima cualquier responsabilidad culpando a un agujero oculto de 13.000 millones de euros que, supuestamente, tenía el Popular pero que, tal y como hemos demostrado en Diario16, no era tal porque, de igual modo, en estas páginas hemos publicado documentación que demuestran la solvencia de la entonces sexta entidad financiera del país y, sobre todo, que en los primeros meses tras la intervención el Santander se ha beneficiado del Popular en más de 43.000 millones de euros. Señor Saracho, ¿esa cantidad la puede generar un banco con un agujero de esa magnitud?
Por otro lado, el banquero de inversión dice en su artículo que afrontó la presidencia del Popular «por responsabilidad y como una misión de salvamento». Si fue así, ¿por qué a finales del verano de 2.016 en una cena en El Escorial anunció a la flor y nata del sector financiero español que volvía a España para presidir el Banco Popular? ¿Un banquero de inversión como usted, con su prestigio, con un puesto de vicepresidente mundial de JP Morgan, regresaba a España para presidir un pequeño banco comercial? Hay que recordar que el Popular acababa de finalizar una ampliación de capital supervisada por distintas instituciones públicas y privadas, además de iniciar la implementación un plan de negocio que hubiera revitalizado el balance de la entidad que tenía visto bueno y todos los parabienes de todos los supervisores, tanto nacionales como europeos, plan de negocio que fue paralizado por la Secretaría General del Tesoro de Emma Navarro, es decir, por el Ministerio de Economía de Luis de Guindos una vez que Ángel Ron dimitió de su cargo y Saracho era su sustituto, cuando tres días antes habían comunicado al Popular que «no era necesaria ningún tipo de autorización».
En su artículo en un diario del Santander, Saracho dice lo siguiente: «Se ha debatido sin profundidad, a raíz de la resolución de Banco Popular, si esta fue causada por la masiva salida de liquidez o por un problema de solvencia. Este debate es algo artificioso e irrelevante en el fondo». ¿Cómo que es irrelevante cuando la consecuencia de la gestión de Saracho fue la ruina de más de 305.000 familias? Todas las instituciones y todos los analistas han afirmado que la intervención del Popular vino como consecuencia de una crisis de liquidez que fue consecuencia de la operación bajista que se inició cuando Antonio del Valle estaban conspirando para sacar a Ron y colocar a Saracho pero que continuó durante su mandato, llegando bajistas como Marshal Wace (JP Morgan) y BlackRock a ocupar un 24% del capital bursátil del Popular. Esa crisis de liquidez también fue consecuencia de los propios movimientos y declaraciones de Saracho, tal y como ocurrió después de la Junta General de Accionistas de abril o de su filtración de la posible quiebra de la entidad.
Saracho, en el artículo publicado en un medio del Santander, se olvida de mencionar todas las ofertas que ocultó a las instituciones y a su consejo de administración tanto para ampliar capital como para vender activos no estratégicos. Las dos ofertas de Barclays y de Deutsche Bank sumaban 8.000 millones de euros.
El propio Emilio Saracho recibió un correo de Miguel Escrig en el que le indicaba que Deutsche Bank estaba positivo para la ampliación de capital. ¿Por qué no se comunicó este interés ni a la CNMV ni a su Consejo de Administración? Hubiera frenado la operación porque la Comisión habría tenido que paralizar la cotización y el valor del Popular se hubiese recuperado.
Lo mismo podríamos decir de las ofertas de venta de activos no estratégicos: TotaBank y WiZink. ¿Por qué frenó su venta a BCI? ¿Por qué no respondió a Värde? Las respuestas a esas preguntas no aparecen en el artículo publicado por un medio del Santander. A Saracho no le interesa.
Otra cosa que no cuenta Saracho en el periódico del Santander es su relación con el despacho de referencia del banco cántabro: Uría y Menéndez. Tampoco hace referencia al contrato firmado antes de tener poderes con dicho bufete ni a los 1,5 millones pagados por recibir las instrucciones necesarias para llevar al Popular a un estado de inviabilidad que provocara la intervención, hecho que se desprende del documento recibido el día 2 de junio por Joaquín Hervada:
Saracho tampoco menciona un hecho que es fundamental para la operación y que la Justicia podría tomar como elemento clave para la anulación de, incluso, la propia intervención. Nos referimos, evidentemente, a la firma de la comunicación de inviabilidad que no coincide con la suya:
¿Es su firma, señor Saracho? ¿Tuvo que firmar ese documento el secretario del Consejo porque usted ya se había marchado de la sede del Popular? Esas preguntas no las respondió en su artículo.
El procedimiento de intervención de un banco según el Mecanismo de la Unión Bancaria ha quedado claro que no funciona. Sin embargo, en el Caso Banco Popular es el desenlace de una operación que se comenzó a diseñar, posiblemente, dos años antes, una operación que sin Emilio Saracho no habría sido posible llevar a efecto. En el artículo publicado por El País, un medio del Santander, se ha querido presentar como un mártir cuando, en realidad, el Popular no habría caído si Saracho no hubiese gestionado el banco como lo gestionó.