El Banco Central Europeo (BCE), a través de un correo electrónico firmado por Christine Haas, de la dirección general de comunicaciones, al que ha tenido acceso Diario16, respondió a una de las múltiples solicitudes de los afectados del Banco Popular en estos términos: «quisiéramos señalar que cuando Banco Popular Español S.A. solicitó la provisión de ELA en junio de 2017 ya estaba en vigor el acuerdo de ELA de 17 de mayo de 2017». Si este acuerdo estaba activo en el mes de mayo, precisamente en las fechas en las que se había publicado en un medio de comunicación que el Popular estaba en quiebra, noticia que provocó una demanda por parte de la entidad y que fue el origen de una investigación por parte de la CNMV por manipulación del mercado, ¿por qué no se ejecutó dicho plan? O, más bien, ¿por qué Emilio Saracho no solicitó la ELA en el mes de mayo?
Hay que recordar el contrato de solicitud de liquidez extraordinaria que el Banco Popular firmó con el Banco de España el día 2 de junio, el mismo día en que se convocó la reunión en la que se decidió la resolución de la entidad. Sin embargo, tanto el Banco de España como Saracho no hicieron uso de esa liquidez durante el mes de mayo. De haberlo hecho posiblemente se habría revertido la situación y se habría frenado la fuga de depósitos que propiciaron tanto las declaraciones de Elke König, además de las entidades públicas que provocaron la definitiva crisis de liquidez una vez que ya se había iniciado el proceso de resolución.
Es evidente que a Saracho no le interesaba una inyección de liquidez porque, según afirmó él en el Congreso de los Diputados en referencia a una pregunta en la que se le insistió en la razón por la que no pidió al Banco de España la ELA antes del mes de junio, eso habría supuesto la precipitación del proceso de resolución. Teniendo en cuenta que el Popular fue intervenido por una crisis de liquidez y no de solvencia, las explicaciones dadas por Saracho no tienen ningún sentido. El banco estaba cumpliendo con las ratios de solvencia, pero lo que estaba perdiendo era el cash. Por tanto, esta pasividad, unida a la ligereza en no tomar ni en consideración las ofertas de ampliación de capital o de venta de activos no estratégicos, no tenía otra finalidad más que la de llevar a manos del Santander a la sexta entidad financiera de España a través de un proceso de resolución.