Paradójicamente son muchos de aquellos que apoyan a Fabrice Hadjadj, los más conservadores y tradicionalistas, los que parecen no haber comprendido al filósofo francés. Existe un libro magnífico, no tanto por su rigor teológico en sí, sino por su aplicación de la razón al conocimiento de las escrituras y los misterios de la fe, titulado La fe de los demonios o el ateismo superado (Editado por Nuevo Inicio) donde explica cómo se las ingenia Satanás para hacerse fuerte entre los cristianos, especialmente los católicos. Igual este es justo ese texto que no han leído, o directamente no se dan por aludidos en ninguna de sus apreciaciones.

Quien esto escribe duda cada vez que habla de temas religiosos sino estará la mano del diablo detrás. Por mucha teología, por mucha doctrina, por muchas encíclicas que se lean, quien escribe sobre estos temas debería, cuando menos, ser consciente de que Mefistófeles puede estar correteando alrededor. Por ello la prudencia es buena consejera cuando se quiere exponer algún tipo de elemento doctrinal/teológico, pero en ocasiones no dejan que esa prudencia sea la virtud sino que invitan a ponerse al teclado para defender lo que es doctrina, lo que dice la «una, santa, católica y apostólica».

Cuando muchos de los protestones se confirmaron, lo hicieron especialmente bajo una especie de juramento principal, el Credo católico. Allí se condensa —de forma brillante Joseph Ratzinger concibió su Iniciación al cristianismo siguiendo el Credo— toda la fe del católico. Si no existiesen los dogmas bastaría con él para poder actuar como un fiel católico. Pues allí nada dice de corredenciones, ni de formas de ejecutar la eucaristía, ni si se debe llevar sotana o clériman, ni esas cosas que utiliza Belcebú para sembrar la cizaña. En el Credo nada se dice sobre María salvo que era virgen (uno de los dogmas) y que se encarnó de ella. Ya. Luego el discernimiento propio de la Iglesia adoptó la Inmaculada Concepción, el Theotokos, la Dormición y Asunción. ¿De dónde sale ese deseo de que se la asimile al propio Dios como corredentora? Solo puede ser del maligno.

El Credo afirma la única Trinidad existente: Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo. Uno y trino. No es un cuarteto. La salvación viene por Cristo, el cual es el centro de la misma Iglesia, aunque se asuma que María es la madre de todos por ser madre del redentor. Si se utiliza la razón se verá que la perfecta obra de Dios fue encarnar en una mujer al Salvador. Dios no se lió a mandar palomas, ni arcángeles por Judea para ver si alguien decía que sí, no era un plan premeditado. Ahora bien, no es menos cierto que Jesucristo se ha servido de su madre, como del espíritu santo, para comunicarse con los simples mortales. Si se piensa en las apariciones marianas, en todas lo que se produce es un anuncio. Bien sea para advertir de algo importante, bien sea para echar una mano. Siempre es anunciadora, nunca redentora, y en algunos casos intercesora. No dice otra cosa distinta la Iglesia.

Si se ha citado a Hadjadj al comienzo es porque en el libro citado tiene pensamientos y análisis muy certeros. «Eliminado ese impulso de comunión, por muy ortodoxa que sea nuestra palabra, procederá de un hálito impuro, poseerá un fondo demoníaco» dice en la página 164, donde añade «la ausencia de caridad conduce a la negación de la unión». Piensen ahora, y lo del título de corredentora es una más o casi anecdótico, en lo que vienen haciendo los mismos durante los últimos años. No buscan la comunión, sino tener razón o que la supuesta razón esté de su parte; no hay caridad alguna sino que alquitaran odio a lo que no cuadra con su mundo interior. No lo hacen con mala fe, se espera, sino que han olvidado que el diablo es astuto y tiende a utilizas «nuestras propias defensas [para] volverlas contra nosotros. Emplea la letra de las Escrituras para corromper su espíritu. […] Sola scriptura, esa consigna le gusta enormemente al diablo, si es que quiere decir Escritura sola y separada de Dios» (pág. 35). Sola scriptura o solo Trento, o solo Pío IX-XII, o solo lo que haya comunicado algún imitador de Lefebvre.

«La Verdad viene por bondad a tomarnos y no nosotros los que tomamos por la fuerza. Porque esa Verdad es la del encuentro y la comunión, no la de la proeza y la independencia» dice en otro momento el pensador francés. Hay mucho intento de Blas de Lezo católico en busca de proezas, independientes en su doctrina, esto es, no en comunión con el Papa y sus obispos. El Papa es infalible siempre que se pronuncia ex cathedra dice uno de los dogmas de la Iglesia, salvo que el Papa no les guste, no les parezca suficientemente valiente, no entre en batallas culturales, etc. Cuando laminaron a Hans Küng, todas estas personas aplaudieron, ahora están siguiendo la senda de Küng paradójicamente.

Sin querer mortificarles más con Hadjadj una última cita, quizá la más clara: «No obedecer más que a uno mismo, servirme de las cosas de Dios para mi propio provecho y coronarme así como sátrapa esquizofrénico de un mundo de estrás y de estrés, fantasmal y autónomo […] El demonio posee mejor al hombre no poseyéndolo, sino arrastrándolo a esa suficiencia planetaria» (pag. 133). El amor mariano está ahí, no se puede negar y es algo propio del cristianismo pero hasta ahí. Se olvida con excesiva prontitud —esto es muy de capillitas— que el único redentor es Jesucristo. Un dogma claro, histórico y consecuente con las Sagradas Escrituras.

Como se dijo antes, esta última polémica y/o debate encarnizado, no es más que una más de tantas, una de esas donde el diablo ha penetrado dentro de la Iglesia, siempre está intentándolo, y anda enredando con el rabo. Ya se eliminaron en el tiempo herejías o errores —no hace mucho la marxistización de las Escrituras—, la Iglesia siempre ha estado velando por la mejor comprensión de la Verdad revelada, el katejón está ahí procurando que no se proclame la era del Anticristo, para ello no hay nada mejor que la comunión, la caridad y la misericordia. Fe, Esperanza y Caridad no deben faltar nunca. Menos pelearse en cuestiones sumamente escolásticas y más luchar contra el diablo, en nosotros y en el mundo.

Post Scriptum. Espero que estas palabras no hayan sido producto del maligno. Que Dios me perdone si ha sido así.

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