La única institución que sigue rigiéndose por modelos preconstitucionales es la Justicia. No es que no haya tenido una transición como la vivieron los otros dos poderes del Estado, sino que no ha evolucionado prácticamente nada desde el siglo XVIII (por ser benévolos). La sentencia a Juana Rivas por una presunta sustracción de sus hijos cuando, en realidad, se trató de un hecho protector para no dejarlos con el maltratador de su ex marido (no decimos “presunto” porque ya fue condenado por un tribunal), es un ejemplo de la justicia patriarcal que tiene este país que, como siempre, no evoluciona salvo cuando hay una desgracia. Más que nunca, la frase de don Miguel de Unamuno «Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones», tiene aplicación directa sobre la Justicia española porque, mientras en otros países los órganos judiciales están avanzando en la igualdad y en las políticas de género, en España vemos sentencias como la de Juana Rivas o la de La Manada. Seguro que cuando en esos Estados respetuosos de los derechos de la mujer tengan implementado un sistema de protección efectivo, los españoles lo copiaremos en vez de haber sido proactivos para adaptar nuestra realidad a nuestros textos legales.
La sentencia de Juana Rivas es cruel, es más propia de la Santa Inquisición o del Cardenal Cisneros, que de una institución del siglo XXI. Ya no son sólo los 5 años de cárcel. Lo cruel es la retirada de la patria potestad por un periodo de 6 años. Todo esto para una mujer que se rebeló contra una decisión injusta y que defendió la vida de sus hijos poniendo su futuro en peligro porque, en España, ser mujer y valiente tiene el riesgo de que un juez te machaque, como podemos ver en este caso o en el de La Manada. Se ha utilizado fuera de lugar la ley y en un contexto ajeno a las circunstancias normativas que ha querido aplicar el juez Piñar, aunque, teniendo en cuenta el historial de este magistrado en referencia a las políticas de género no debería sorprender una condena semejante. Hay que recordar que hace unos años Piñar (nada que ver con Blas Piñar) ya afirmó que proteger a la mujer maltratada se debía a un exceso de celo ideológico. En la propia sentencia hay un párrafo en el que llega a poner en duda el estatus de víctima de maltrato de Juana Rivas: «sabido es el efecto tuitivo que despliegan los poderes públicos con respecto a las personas afectadas por malos tratos, uno de los cuales es apartar a los menores del maltratador, y, lógicamente, con esa perspectiva, no es extraño, como muestra la práctica, que en algunos casos, se recurra a esta vía como medio de obtener ventajas procesales. No explicó ni se comprende que si fue maltratada en Italia […] al nivel que ella dijo, de tortura y terror, no denunciara allí al momento en que se producía cada uno de los varios episodios que tuvieron lugar, según ella». Podemos ver el ensañamiento de este juez Piñar con Juana Rivas. Por otro lado, Francesco Arcuri fue condenado por un delito de lesiones en el ámbito familiar, según los artículos 153.2, 3 y 4 del Código Penal y se le prohibió aproximarse a Juana Rivas a una distancia inferior a 200 metros durante un año y medio. Señor Piñar, ¿esto es maltrato o es una invención de Juana Rivas para lograr beneficios procesales? Usted es un machista (aunque ese término para usted no debe suponerle una ofensa).
En otro orden de cosas, conociendo los antecedentes de este juez, ¿se pidió por parte de la defensa de Juana Rivas su recusación? En un caso donde están en juego los derechos de una mujer maltratada que no hizo otra cosa que defender la vida de sus hijos, los antecedentes de Piñar hubieran tenido que ser causa para una recusación, incluso, desde el propio Consejo General del Poder Judicial, pero, ¿qué se puede esperar del organismo presidido por Carlos Lesmes cuando, tras el voto particular y machista de La Manada salieron en tromba a defender al juez?
Por otro lado, además, la sentencia del señor Piñar vulnera tratados internacionales de protección de la mujer que fueron ratificados por España, como, por ejemplo, el Convenio de Estambul. ¿Un juez vulnerando un tratado internacional ratificado por el Estado español?
El patriarcado se está rebelando de manera cruel y violenta ante la revolución pacífica de la mujer. Uno de los modos en que se está haciendo es la aplicación de la ley de un modo que beneficia a los agresores dejando desamparadas a las mujeres. Casos como estos hemos tenido demasiados en este país en los últimos tiempos. La Manada es uno de ellos, pero, recientemente, hubo otras sentencias que ponían en duda la versión de la mujer.
La Justicia en este país debe resetearse totalmente. Los ciudadanos y las ciudadanas, sobre todo ellas, no podemos estar en el desamparo constante y en la desprotección absoluta en la que nuestros órganos judiciales nos tienen abocados. Últimamente nuestro tercer poder está siendo el hazmerreír de Europa por la instrucción que está llevando el Tribunal Supremo y, en concreto, el juez Llarena en lo relacionado con el Procés catalán. Vemos cómo en unos casos se es extremadamente diligente porque hay un interés político o económico (que también influye), mientras que en otros se es excesivamente pasivo, tal vez para defender los intereses económicos de algún banco. Eso también es crueldad. En este país se está manteniendo en la cárcel a personas que lo único que hicieron fue ejercitar los derechos que tienen reconocidos en la Constitución. En este país se deja desprotegidas a las mujeres por sentencias como la de Juana Rivas o la de La Manada. En este país tenemos una justicia que apesta a machismo en medio de la revolución de la igualdad.
Basta ya y esperemos que el Gobierno actúe y escuche al pueblo que se ha lanzado en masa a solicitar el indulto para Juana Rivas.