La última batalla cultural que se han inventado es aquella que divide el mundo entre quienes felicitan la navidad y quienes felicitan las fiestas. Una gilipollez como otra cualquiera -el sincebollismo de la tortilla de patata es otra- utilizada políticamente por una recua de inútiles que se extienden a ambos lados de la mesa. Cada cual que felicite lo que quiera, como quiera y si quiere.
El pueblo español ha tenido siempre un alma muy ácrata y anarquista. Un “mientras no me toque los cojones me da igual lo que haga cualquiera”. Han sido los políticos y sus secuaces (unas veces desde lo militar, otras desde la sacristía; ora desde la prensa, ora desde la universidad) los que han venido a tocar las narices con sus historias. Porque una cosa es el bien común y que haya un plato de comida en cada casa, y otra bien distinta ejercer el papel de madrastra mala de cuento infantil cada semana. O si lo prefieren, una cosa es que la economía vaya bien y otra que acaben pagando el pato los de siempre, los de abajo.
En esta batalla, los supuestos “progres” gustan de decir “Felices Fiesta” para obviar que en esta época se celebra el nacimiento de Jesús en Belén, dando comienzo la era cristiana. La religión del amor es mala y por eso la sustituyen por la religión queer o cualquier otra que se inventen unos hijos de burgueses bien alimentados en su club de lectura. Incluso los hay que felicitan el solsticio de invierno sin haberse eslomado en el campo en su puta vida. Lo más que conocen del campo son la cafradas de quinientas personas invadiendo un bosque o un monte para hacer senderismo.
A todos ellos, y en especial al presidente del Gobierno Pedro Sánchez –muy amigo de felicitar las celebraciones religiosas de islámicos y judíos (en esto último hay que sumar al PP y Vox)-, cabe advertirles que se agradece su felicitación pero que les queda prohibido decir “Feliz Año Nuevo” o “Felices Reyes Magos”. Ya han felicitado las fiestas y en estas se incluyen todas. Las Fiestas son todas y ya las han felicitado. Insistir en las demás es tocar las narices. Ni una felicitación más porque se va a notar que lo hacen por molestar a los católicos.
Y para los que han felicitado la Navidad también hay una advertencia. No piensen que se van a escapar. Están en la obligación de felicitar el año nuevo y los reyes magos. O ¿son ustedes de esos que aparentan ser católicos y se pasan la felicitación del día de san José o de la Epifanía? ¿De esos que van a misa, pero al salir nada más que están pensando en putear al prójimo? ¿De esos que el sermón de la montaña les entra por una oreja y les sale por la otra? Pues si son de esos, se jodan y a felicitar cada una de las fiestas. Ya lo dice el Decálogo: “Santificarás las fiestas”.
Al final lo único que queda claro que estamos rodeados de tocapelotas.